Cádiz

Dos modelos de una misma actividad

  • La oferta de chiringuitos varía entre los que han decidido respetar su estructura básica y los que han optado por reforzarla y ampliar las terrazas

Una mujer pasea por delante del chiringuito El Potito.

Una mujer pasea por delante del chiringuito El Potito. / fito carreto

En 2014, Cádiz estrenó sus nuevos chiringuitos. Con ellos, el anterior equipo de Gobierno dirigido por Teófila Martínez rompía con la imagen anterior de estos establecimientos. Un diseño homogéneo con una estructura principal blanca y una pérgola de madera y lonas para cubrir la zona de la terraza.

Han pasado cuatro años y muchas cosas han cambiado sobre la arena. El modelo de explotación de estos negocios ya no es el mismo, al igual que el Reglamento General de Costas al que se sometió esta licitación, mucho más coercitivo que el que entró en funcionamiento meses después de que se cerrara el concurso.

Esto ha provocado que, entre otros asuntos, instalaciones que se idearon para nueve meses ahora tengan que prepararse para soportar sobre la arena las inclemencias del invierno. Asimismo, los hosteleros se mantienen en su intención de conseguir que la Junta de Andalucía apruebe definitivamente la modificación sustancial de las concesiones para poder contar con 300 metros cuadrados, lo que choca con la limitación de 150 metros cuadrados que impone el PGOU.

A la espera de que el conflicto en el que están implicados los hosteleros, el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía se cierre definitivamente -dando carpetazo a un asunto que lleva vivo desde hace cuatro años tras los primeros intentos de abrir en invierno por parte de los chiringuiteros-, lo que sí es cierto es que en la arena están conviviendo dos modelos diferentes de chiringuitos.

Por un lado, se encuentran los negocios que mantienen en sus instalaciones los aspectos básicos que se marcaban en las adjudicaciones que consiguieron para abrir durante el verano de 2014. Éstos son los chiringuitos Marimba y Sotavento, ambos situados en la playa de La Victoria. Ambos se encuentran sobre la arena sólo durante las épocas de bonanza climatológica, por lo que no han adaptado sus establecimientos. Un caso similar es el del Malibú, aunque con la diferencia de que éste sí ha abierto en invierno, pero sin haber realizado ninguna mejora. Los tres completan sus terrazas con mesas sobre la arena.

A partir de ahí, los seis chiringuitos restantes sí han reforzado sus instalaciones y han cambiado su decoración. La principal mejora ha sido el acristalamiento de la estructura principal, lo que permite su cerramiento y aislamiento del exterior, lo que se agradece en los días en los que sopla el viento.

Desde este punto en común, cada chiringuito es diferente. Por ejemplo, el renombrado chiringuito Tirabuzón -originariamente Pikachos, situado en Santa María del Mar- y el Tuna Beach -en La Victoria- han situado sus terrazas sobre pailas en el exterior.

Mucho más elaboradas son las soluciones que ha llevado a cabo tras su reconstrucción los chiringuitos Beach Club Potito y El Potito, además de contar con una decoración más cuidada. El primero de ellos cuenta con una estructura exterior de madera que se encuentra en altura sobre la arena, cerrada con una barandilla y con sombra para todas las mesas. Además, también tiene una barra exterior. Por su parte, la terraza de El Potito está entarimada y también está techada.

En Cortadura, el chiringuito que más cambios ha efectuado es el Nahu Beach, que cuenta con una zona de terraza en altura que está cubierta por una pérgola de madera, que también da sombra a una parte de las mesas que se encuentran sobre la propia arena. Por su parte, la principal diferencia del restaurante playero El Salao es su mobiliario, ya que cuenta con sofás de madera entre su mobiliario.

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