El gran giro argumental del Ídolo de Cádiz: dedicado al Rey Juba I y no a Hércules

Un estudio identifica la escultura que lo coronaba como el rey de Numidia, al que su hijo homenajeó con este monumento, aparte de indicar su posible participación en otros enclaves como el teatro y el puerto de Gades

¿Quién era el Rey Juba II, posible benefactor de Gades y su monumental teatro?

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El ídolo de Cádiz representado en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Francia
El ídolo de Cádiz representado en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Francia

Cuenta la leyenda que junto al mítico templo de Melkart se levantaba un colosal edificio coronado con una escultura en su honor. Ahora, un estudio del profesor Manuel Álvarez Martí-Aguilar, de la Universidad de Málaga, añade que esta escultura pudo representar al rey Juba I, rey de Numidia, y no a Hércules, como se venía argumentando desde tiempos inmemoriales, en lo que es un gran giro argumental en la historia del enigmático monumento de Gades. La investigación publicada en Spal atribuye al rey Juba II, su hijo, tanto esta construcción en homenaje a su padre, como su posible participación en la urbanización de la fastuosa Gades, impulsada por Balbo el menor, con hitos tan importantes como su teatro y el portus gaditanos, su puerto.

Concretamente, afirma que pudo ser un “excepcional epígono de la tradición de monumentos funerarios reales númidas, erigido a finales del siglo I a.C. en mitad de la isla de Gades por Juba II, rey de Mauritania, en homenaje a su padre, Juba I, rey de Numidia, cuya estatua coronaría el edificio y que se suicidó tras ser derrotado tras apoyar a la facción pompeyana en el enfrentamiento con Julio César y ser derrotado”, contextualiza.

Hay que recordar que de aquella enorme estructura no hay evidencias arqueológicas de su existencia, más allá de unos grafitos encontrados en la Factoría de Salazones de Cádiz, aunque son muchas las fuentes escritas –una treintena– que hablan sobre el que también denominaron Faro de Gades.

Estos textos lo describían como un enorme edificio ubicado en mitad de la ínsula gaditana -entre Sancti Petri y Cádiz, en lo que sería hoy Torregorda- siendo destruido en 1.145. Era una construcción monumental, de cuatro cuerpos decrecientes, siendo el último de forma piramidal, de unos 60 metros de alto y una base de 20 metros de ancho, y lo coronaba una gran escultura dorada de 3 o 4 metros en la cúspide, orientada al océano y portando un objeto en su mano derecha con el que apuntaba al mar. Una figura que este profesor del Departamento de Ciencias Históricas de la UMA vincula ahora con el que fuera rey de Numidia, en el que sería el nuevo punto de inflexión para la historia del fastuoso edificio.

Aclara a este medio Álvarez Martí-Aguilar que “la asociación del monumento con la figura de Hércules en las fuentes medievales ha llevado a algunos investigadores a relacionar el monumento con el célebre santuario de Melkart, cuya búsqueda ha arrancado de nuevo de la mano del equipo de Lázaro Lagóstena de la UCA. “Pero mientras este templo se ha situado en la zona de Sancti-Petri, el ídolo debió ubicarse entre Sancti Petri y la ciudad de Cádiz”, explica.

En este sentido, un artículo del historiador Juan Antonio Fierro en este periódico indicaba que pudo mientras algunos indicaban que podía tratarse de la tumba de Hércules, otro investigador se inclinaba por una torre costera, almenara, templo, o simplemente lo citan como el "ídolo o talismán".

Pero Álvarez Martí-Aguilar no solo se escuda en la ubicación, también incide en este trabajo en el que contrasta evidencias textuales e iconográficas que muestran las fuentes cristianas y árabes, en la descripción concreta del personaje representado en esta escultura para inclinarse por el padre del Rey Juba II. “Las descripciones de las fuentes árabes sobre la estatua dorada coinciden en describir a la figura como un personaje con barba y bigote, de singular cabello crespo, ataviado con túnica y capa y portando una suerte de vara rematada por unos apéndices, lo que no encaja con las representaciones escultóricas de Hércules, ni con la de emperadores y grandes personajes romanos de la época”. En cambio, añade, “sí encajan de manera sorprendente fiel con las representaciones del rey Juba I de Numidia que aparecen en las monedas que acuñó durante su reinado, y en los retratos que de él se conservan”.

Moneda acuñada por el Rey Juba I, rey de Numidia
Moneda acuñada por el Rey Juba I, rey de Numidia

En estas imágenes, añade, el monarca aparece representado con el cabello rizado y el barroco peinado tan típico en los númidas de época romana. Algunos testimonios incluso “describen al personaje como una persona negra o bereber”, que son rasgos que “los autores árabes identificaban con las comunidades bereberes y del África de su época”. Incluso la imagen del cetro real que porta en estas monedas “se corresponde fielmente con la descripción de la vara que portaba la estatua y que pudo ser contemplada cuando el monumento fue destruido”.

Pero, ¿qué tenía que ver Juba II con Gades? Pues hay que remontarse a su nombramiento como duunviro -decuriones en las colonias- de Gades, según contaba el poeta Avieno, “aunque parece que de forma honorífica”. Y es que, aparte de “la posible implicación en la vasta operación de renovar Gades, se ha planteado también que fue en Gades donde obtuvo información para la preparación de su empresa de exploración en la costa atlántica-africana, conocida a través de Plinio el Viejo”. Expediciones que llevaron al descubrimiento de ciertas islas purpúreas como las islas Canarias, donde se instalaron factorías para la instalación de púrpura, “algo conocido por los navegantes gaditanos desde antiguo”.

Esto lleva también a la funcionalidad del ídolo de Cádiz, pues también se le ha denominado el Faro de Gades por numerosos investigadores. Si bien “no existen menciones a la existencia de linterna o fuego en su cúspide”, pues aseguraban estas fuentes que “era un edificio macizo que carecía de puertas”.

Descarta igualmente la hipótesis de monumento funerario romano como pudo ser la tumba de Melkart, inclinándose por este cenotafio o monumento funerario que “también podría haber servido de monumento conmemorativo del éxito de la empresa exploratoria de Juba II en las Islas Purpurarias y en las Canarias, y de referencia visual para los navegantes que transitaron por la ruta establecida por el monarca mauritano hacia la costa atlántica africana”.

Mausoleo de Dougga, en Túnez, similar al representado en Gades
Mausoleo de Dougga, en Túnez, similar al representado en Gades

Por tanto, propone este investigador que “la construcción del monumento fue promovida por Juba II, que decidió erigir en Gades el último y más monumental ejemplar de la tradición de monumentos reales númidas, construidos desde mediados del II y en el I a.C. en el norte de África, en las inmediaciones de Argelia, Libia y Túnez”. Una tipología de monumentos articulados igualmente como una sucesión de cuerpos verticales escalonados y culminados en remate piramidal. “Se construían en lugares aislados y preeminentes, constituyendo hitos visuales, como este de Gades, que fue un punto de referencia visual de enorme potencia que dominó el paisaje de la Bahía durante siglos. De hecho, contaba Al-Masudi que se divisaba desde Medina Sidonia”.

Así que aparte de cenotafio de Juba I, trágicamente fallecido, el polisémico edificio pudo guiar a los navegantes y celebrar también su exitosa carrera exploratoria.

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