Se nos ha ido ese gran periodista y mejor amigo, al que tanto queríamos los gaditanos y admirábamos los lectores del Diario, Emilio López, y aun cuando estábamos al tanto de su enfermedad, la noticia hoy nos ha sobrecogido a todos.

La noticia se producía como suele ocurrir en estos casos, cuando menos lo esperábamos. Dios lo tenga en su gloria.

Emilio era todo humanidad. Recuerdo con gran cariño y nostalgia nuestros encuentros entre Ancha y Ceballos, en los inicios profesionales, en los que hablábamos de todo, de las cosas de Cádiz, de religión, de deporte, en suma de cuanto era actualidad en aquellas fechas.

Con el tiempo, aquella amistad se fue consolidando, contando siempre con la confianza, respeto, caballerosidad y el buen estilo de su brillante pluma, certera y concreta, en los diferentes actos o eventos, en los que por su interés periodístico, desde la celebración del Corpus hasta la festividad de la Patrona, me llamaba, por ser de interés general de la ciudadanía, y sus magníficos artículos.

Por eso, de seguro que desde hoy, ocupa ya en ese otro, el Diario del Cielo, un lugar preferente, junto a Balpiña, Merello, Pérez Sauci y tantos otros que le han precedido, gozando de la complacencia y el interés general de los lectores celestiales.

Nunca tuvo un gesto desagradable para nadie, y sobre todo sabia sacar partido de todo o actuar en cualquier situación, sin ofender, llevando al personaje al que entrevistaba al terreno o al tema de su interés, con gran sagacidad y de forma prudente.

Recuerdo una anécdota muy elocuente de su habilidad periodística. Fue con motivo de la venida a Cádiz del entonces presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Divar, al que habíamos invitado para una conferencia sobre Tierra Santa, hace unos años. Me llamaron del Diario para pedir si se le podía entrevistar, y consultado Divar, accedió, no sin antes dejar claro que venía a Cádiz para un tema concreto y personal, acudiendo Emilio al Hotel Atlántico, donde aquel se alojaba.

Estuvimos largamente hablando sobre Tierra Santa, pero apenas daba ocasión de intervenir a Emilio, por lo que en un momento de la entrevista, este dirigiéndose al personaje le dijo textualmente: "Don Carlos, Vd. perdone, le puedo preguntar sobre la ETA y algún tema judicial o político"."Es que si no, cuando ahora regrese al Diario, y solo escriba sobre los sacramentos, me van a echar del periódico".

No hizo falta más. Carlos Divar se sonrió, y se abrió a cuanto Emilio quiso saber sobre la ETA y otros temas de actualidad en aquellas fechas.

Emilio era único. Por eso seguro que, como cofrade comprometido, de esta "ultima caída terrenal" que ha puesto fin a su vida, ya ha sido levando por ese Jesús Caído, de su sagrada veneración, y goza de la eterna alegría del cielo junto a su Madre María Santísima de los Desamparados.

Y casualmente se ha ido al Cielo, junto a otras dos personas en la misma fecha, del entorno cofrade de Cádiz, la madre de Paco Moscoso, doña Francisca Parra, y el padre de nuestro querido compañero y vicepresidente del Consejo, Juan Carlos Jurado, don Juan.

Nuestras condolencias a estos, a sus familiares y amigos. Por ellos, hoy el mundo cofrade está de luto. Descansen en paz.