Don Juan Carlos de Borbón acababa de cumplir 20 años. Como cualquier joven de su edad, al Príncipe le gustaba divertirse y no quería perder la ocasión de pasar un buen rato con sus compañeros de promoción.

Uno de ellos, el gaditano José Antonio Jaques, conocido por todos como Pepón, ofreció una copa en su casa (entonces vivía con sus padres y sus siete hermanas en un chalé ubicado en la que hoy es Avenida de Andalucía esquina con la actual calle Marianista Cubillo) un día antes de la salida del Juan Sebastián Elcano, un acto informal en el que estuvieron presentes numerosos compañeros.

Don Juan Carlos no había podido asistir en un principio porque al parecer tenía un acto oficial en la ciudad, pero cuando éste terminó y regresó al buque escuela comprobó que sus compañeros no estaban allí. Un oficial de guardia le dijo que se encontraban en casa del guardiamarina Jaques y el Príncipe salió de inmediato del puerto y se dirigió a la plaza de San Juan de Dios. Allí se montó en un taxi en el que pidió, sin saber la dirección, que lo llevaran al chalé donde se celebraba el encuentro. La casualidad quiso que el conductor del vehículo, de los taxis Parrado, supiera dónde vivía esta familia gaditana, ya que el padre de Pepón era un cliente habitual.

Así, don Juan Carlos apareció en casa de la familia Jaques, donde pasó una tarde agradable con un nutrido grupo de compañeros de promoción y con la familia de Pepón hasta que el preceptor del hoy monarca, Álvaro Fontanals, pasó a recogerle unas horas más tarde cuando supo dónde estaba para acompañarle de regreso al buque atracado en el puerto de Cádiz.

José María Pemán se hizo eco de esta 'escapada' de don Juan Carlos en un artículo publicado aquella época en el diario ABC. El ilustre escritor gaditano acudió a despedir al Príncipe el día de la salida del Juan Sebastián Elcano en su trigésimo crucero de instrucción.