David Palomar en la terraza de la Fundación Unicaja en Cádiz: "Lo que quiero es reconocerme siempre en el espejo"

El cantaor gaditano inaugura con ‘Universo Cádiz’ el ciclo de conciertos de la nueva terraza de la Fundación Unicaja

La Fundación Unicaja toca el cielo de Cádiz

El cantaor David Palomar, en la terraza de la Fundación Unicaja en Cádiz.
El cantaor David Palomar, en la terraza de la Fundación Unicaja en Cádiz. / Iván Barba

Cádiz/Ocho y media de la tarde, entrada libre, nueva vista de Cádiz y David Palomar soltando cantes casi al oído. Así inaugura este 12 de junio la Fundación Unicaja sus Conciertos en La Terraza.

Pregunta.–Tras la puesta de largo privada, estrena este ciclo, ¿le produce cierta ilusión abrir al público un nuevo espacio de su ciudad?

Respuesta.–¡Muchísima! Por un lado, porque cuentan conmigo, y eso siempre reconforta; y por otro, porque creo que va a ser bonito ya que el espacio le viene a medida a un recital como el que vamos a hacer, algo íntimo, donde haré temas de mis discos, cositas recientes como el Soñando despierto, pero, por supuesto, cante flamenco, que es lo que llevo adentro a hierro y con el que cada vez me siento más cómodo.

P.–¿Y eso?

R.–Pues es una sensación, parece que cada vez me queda mejor en el traje. Me acuerdo mucho de lo que dicen el tío Rancapino y Juan Villar, eso de que a partir de los 60 en adelante se hace uno cantaor. Ahora es cuando estoy comprendiendo eso. En mi caso, cada vez más, me siento como con más peso, más a gusto cantando, con más personalidad... Y eso lo dan los años, no significa fuerza, ni virtuosismo, es otra cosa que tiene que ver con los años.

P.–¿El tiempo también pasa por ‘Universo Cádiz’? ¿Es diferente al del Baluarte Candelaria?

R.–Es que a mí me da mucho coraje eso de presentarme en un sitio con un recital y no ponerle un título. Y siendo Cádiz un espectáculo y sus cantes una joya, qué mejor que Universo Cádiz pero, efectivamente, pueden no tener nada que ver uno con otro. Éste está concebido para el espacio, para las características de un hecho íntimo, para lo que me inspira a mí, con ese marco que tanto me recuerda a mi infancia en el barrio de la Viña llena de azoteas. Desde la de mi casa, que tenía como dos alturas, veía a las mujeres mayores tendiendo, los lavaeros de las casas vecinas... Así que en el recital seguro que respiraremos esos aires, y tiraremos de cosas especiales para mí como el taranto aquel que le hice a La Perla, seguro que tiraré algo de Lole y Manuel, cantaré mis sevillanas flamencas, cogeré algunos de mis tanguillos, el que me hizo Jesús Bienvenido de Napoleón o los del Aljibe que me hizo Javi Osuna, los tangos de la Libertad... Y, bueno, ya te digo, me iré acordando de cantes especiales para mí con mi Óscar Lago a la guitarra y con las palmas y coros de Anabel Rivera y Jorge Bautista.

El cantaor gaditano David Palomar en el nuevo espacio terraza de la Fundación Unicaja.
El cantaor gaditano David Palomar en el nuevo espacio terraza de la Fundación Unicaja. / Iván Barba

P.–Un recital, por lo que le escucho, luminoso. ¿Cómo lo combina con, en cierta manera, la oscuridad de ‘Desamparao’, su último proyecto?

R.–Lo llevo bien porque para mí Desamparao tenía que ver con el aprendizaje puro y duro, con que Jose Troncoso (el director de ese recital dramatizado) sacara de mí cosas que yo no sabía desarrollar por mi cuenta. Así que es cierto que hay una parte oscura, trágica, tragicómica, si se quiere, que quería llegar desde la interpretación, más allá de aspectos más naturales míos como el sentido del humor, ¿no?, que lo tengo y que ojalá nunca me abandone. Pero Troncoso me llevó a verme en el pellejo de otra persona, de un tío que saca la mejor de sus sonrisas, pero que, en el fondo, está enfadado con la vida. He aprendido mucho y ojalá tenga la oportunidad de ahondar mucho más en ese aspecto. Pero eso, ese tipo de proyectos de exploración, yo lo separo de cuando voy a cantar por Cádiz, porque sé la responsabilidad que conlleva y lo minúsculo que me siento cuando lo hago. Y no es en plan rollo, quien es aficionado sabe la responsabilidad que es cantar las cosas de tu tierra. Y, bueno, por completar, también tengo mi otra parte más golfa que es cuando voy con mi banda, que suelo hacer tres o cuatro bolos al año. Nunca lo dejo porque me permite entrar en otros circuitos y porque lo disfruto mucho, eso me alivia, respiro, doy saltos, es mi psicólogo (ríe). Y, bueno, todo esto son como distintas caras mías, pero siempre soy yo, ¿sabes? La gente que me escucha me distingue en los distintos formatos. Nunca pongo la voz distinta en un formato o en otro, ni tampoco otra manera de sentir.

P.–Responsabilidad ¿Es Cádiz exigente con sus cantaores?

R.–Yo canto en Cádiz y para mí es como estar en un atardecer metido con agua por el pecho en La Laja. Disfrute puro. Pero, claro, está la expectación de la gente y uno no quiere defraudar, esa es la responsabilidad. Pero, en verdad, con la edad, te lo vas quitando y piensas, yo no puedo defraudar, tío, si yo vengo aquí con toda mi ganas, mi pasión y mi oficio. También te digo la responsabilidad, pero ya con lo que uno va a dejar a futuro, y con la responsabilidad con lo que viene detrás, me ha llevado a ponerme a estudiar otra vez, ¡y vaya gustazo!, estoy haciendo el Grado Superior de Música Flamenca en Córdoba. Porque quería entender las cosas que a veces hago intuitivamente, y ampliar horizontes y aprender. Por mí, por la responsabilidad de llevar el nombre de Cádiz y porque el que viene detrás se tiene que fiar de ti y si le pedimos a los jóvenes responsabilidad con el cante, lo primero, es tenerla nosotros.

P.–¿Quién es hoy David Palomar?

R.–¿Quizás tú lo sabes? Porque yo no lo sé. Yo, te lo digo de corazón, lo único que sé es lo que no soy y no quiero ser. Por lo menos, a cada paso que doy, me digo, esto no, por aquí no. Así me voy guiando. Yo lo que quiero es ser libre, no defraudarme a mí mismo y reconocerme siempre en el espejo. Es es mi reto. Pero, bueno, pregúntame cuando pase los 60 años, como dicen esos cantaores mayores, y a lo mejor lo sé. Por ahora, que voy a cumplir 48, me conformo con saber lo que no quiero hacer.

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