Cádiz convertida en un parking
Ya sea en azul, en naranja o en verde, se sea o no residente, todos tienen que pasar por caja para aparcar el coche
Emasa hace caja los siete días de la semana casi doce horas al día
Poco a poco, Cádiz se va pareciendo más a un gran aparcamiento en superficie. Con la excusa del azul, el naranja y el verde, el estacionamiento regulado (o dicho de modo más claro, el aparcamiento en la vía pública que es de pago) va ganando terreno a lo largo y ancho de intramuros y extramuros. De hecho, en el casco histórico es ya imposible estacionar el coche sin tener que pagar por ello; algo que cada vez está más extendido también en la zona de extramuros, que esta misma semana estrenaba una nueva zona naranja en todo el entorno de Los Porches.
Más allá de las medidas en favor del residente que defiende (posiblemente no sin razón) el Ayuntamiento, lo cierto es que esta modalidad que ha impuesto en la ciudad el actual equipo de gobierno, con Martín Vila a la cabeza como gran ideólogo, obliga a todos los gaditanos a pasar por caja. Ya sea en zona azul, en naranja o en verde, ya sea como residente, como gaditano sin más o como visitante, todos tienen que pagar por dejar su coche en la calle.
Los que estacionan en zona azul pagan 1 euro cada hora, por un máximo de tres; y los no residentes tendrán que abonar 1,20 euros si aparcan en zona naranja, también con un máximo de tres horas. Por su parte, la zona verde queda exclusivamente reservada a aquellos que dispongan de la tarjeta de residente, que podrán dejar allí su vehículo siempre que encuentren un sitio libre.
No obstante, conviene no olvidar que esos residentes a favor de los cuales se pintan los estacionamientos de la vía pública de color verde y también naranja, tienen que solicitar unas credenciales que suman 70,40 euros (20,40 euros por emisión de tarjeta y 50 euros más como tasa de estacionamiento para el año en curso) y que en ningún caso aseguran la existencia de un aparcamiento. Dicho de otro modo, que Emasa expide más tarjetas de residente que plazas de aparcamiento existen para ellos, por lo que ingresa mayores beneficios.
A este respecto hay que señalar también las medidas que en los últimos tiempos ha venido implementando la empresa municipal siempre incrementando las modalidades de pago. Por un lado, ampliando las zonas de estacionamiento regulado en la ciudad, que deja cada vez menos barrios de extramuros libres de zonas azules, naranjas o verdes; la última novedad ha llegado a la zona de los Porches, donde los planes de Emasa sí han encontrado una fuerte resistencia de vecinos y comerciantes, a la que se ha sumado la oposición del Ayuntamiento. En segundo lugar, adelantando la denominada zona azul de verano, que este año ha estado en vigor desde el 1 de junio (un mes antes de lo que era habitual). Y en tercer lugar, ampliando el horario de estacionamiento regulado; una medida que desde ese 1 de junio es efectiva para toda la zona naranja de la ciudad, que ya funciona de lunes a domingo de nueve y media de la mañana a nueve de la noche.
Todas estas medidas, en definitiva, tienen siempre un mismo efecto o consecuencia: hay que pagar para aparcar. Sea en zona azul, naranja o verde; sea el conductor residente de esa zona de la ciudad o no; e incluso en buena parte de la ciudad en el momento actual, sea lunes por la mañana, domingo por la tarde o festivo al mediodía. Emasa hace caja los siete días de la semana casi doce horas diarias.
Bolsas vacías
Frente a esta política que cada vez con más contundencia está aplicando Emasa, las calles y plazas de estacionamiento regulado muestran un habitualmente desértico estado, allá donde antes había una ocupación plena durante todo el día. Asdrúbal, la nueva zona naranja de los Porches, la zona del Cementerio, la Avenida de Astilleros (donde es especialmente llamativo, si se recuerdan las declaraciones del alcalde y del propio Vila promocionando la gratuidad de esa bolsa de aparcamiento habilitada en los últimos días de 2018) o la zona del Paseo Pascual Pery (hasta donde el Ayuntamiento ha llevado la zona naranja que premia especialmente a los residentes, sin haber residencia alguna allí) son buenas muestras de ello mañana, tarde y noche.
Esto ocurre, entre otros motivos, porque como denuncian muchos vecinos y algunos partidos de la oposición, el concepto actual de estacionamiento regulado difiere del que en su día originaba la creación de zonas azules, que estaban destinadas a favorecer la rotación para aquellos que quisieran utilizar su vehículo privado para hacer compras, consumir en un establecimiento de hostelería o hacer gestiones de cualquier tipo. Ahora se habilitan en un horario que va mucho más allá que el de oficinas o incluso el de comercios, y que abarca días en los que una y otra actividad está cerrada. Por tanto, el conductor se vería obligado a cambiar de sitio, o como mínimo a pagar 3 euros cada 3 horas para renovar el aparcamiento.
Y subterráneos llenos
Al contrario de lo que está ocurriendo en determinadas zonas de la ciudad, con calles y plazas despobladas de vehículos, al igual que Emasa en el plano económico se están viendo beneficiados los aparcamientos subterráneos, que reciben un número hasta ahora poco habitual de vehículos y de ocupaciones fruto de la imposibilidad (en el caso de la zona verde) o las dificultades (especialmente en la zona naranja) para estacionar fuera, muchos conductores se ven abocados al aparcamiento subterráneo como único modo de aparcar, especialmente en el casco histórico o en la zona de playa.
Aparcamientos que en algunos casos, como los propios de Emasa, están eliminando los abonos mensuales y otras bonificaciones que ofertaban hasta hace unos meses para captar unos clientes que ahora, con la ciudad convertida en un gran aparcamiento de pago, caen por sí solos de manera constante.
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