César visita Gades y el templo de Melkart y se pega un festín en casa de Cornelio Balbo

La Cueva del Pájaro Azul celebra banquetes teatralizados todos los sábados del verano

Experiencia inmersiva con banquete en Gades en la Cueva del Pájaro Azul

Cornelio Balbo el Mayor y César en la Cueva del Pájaro Azul / Daniel Pradotti

Cuando Julio César llegó a Gades para visitar el mítico templo de Hércules, se alojó en la casa de Cornelio Balbo el Mayor, en plena isla de Kotinoussa, donde fue agasajado con un suculento festín a base de los frutos del mar y la campiña, a su vez rociado por los mejores vinos de la tierra. También asistió al baile de aquellas famosas ‘puellae gaditanae’ de las que tanto se hablaba en todo el imperio romano, así como al de los traviesos ninfos. Una visita del que fue el ‘Cuestor’ (magistrado en finanzas) de la Hispana Ulterior, que le valió para inspirarse en las grandes campañas de Alejandro Magno gracias a la revelación que vivió mientras observaba la enorme escultura que se erigía en el templo. Aquel viaje que tuvo lugar en el 69 a.C. , según recogen las fuentes clásicas, fue un punto de inflexión en la vida de César al soñar que dominaría el mundo, escena que ahora se recrea para el público en la Cueva del Pájaro, cada sábado del mes de junio, julio y agosto.

Nada más sentarse a la mesa expresamente preparada para la ocasión -recreada a imagen de la mesa romana-, es la esclava Emilia la encargada de recibir a los ilustres invitados a la cena que se celebra entre los muros centenarios de la antigua Cueva del Pájaro Azul en honor a César, junto al yacimiento del mítico puerto púnico de Gadir.

“Bienvenida a la casa de los Balbo”, saluda Emilia, poco antes de anunciar la esperada visita de Cayo Julio César, antes de dar la bienvenida a su amo, “Lucio Cornelius Balbus el Mayor, nuestro proveedor y anfitrión”.

A su llegada a escena, un simpático Cornelius Balbo habla de esta visita especial, “en la que nuestros brazos se extienden desde las viejas columnas de Hércules, hasta la lejana Roma”, además de su intención de “pedirle la ciudadanía romana”, entre otras pertenencias, tirando de ingenio y un poco de caradura.

La runera ante los asistentes a la cena teatralizada / Daniel Pradotti

“¿De qué parte del Imperio eres?”, acierta a cuestionar a los agasajados, “de Kotinoussa”, responden en una mesa, “de Erytheia”, dicen desde otra una comensal, y hasta de otros lugares de la Hispania, desde donde han concurrido en este encuentro histórico guionizado en el que también entran en juego otros personajes como la mendiga runera, Escobilla, los sátiros y las puellae, en "una representación teatral al estilo griego".

Entre escena de bailes, la runera y sus triquiñuelas, las esclavas y sus aspiraciones de ser auténtica puellaes, van sirviendo el menú extraído del recetario de Marco Gavio Apicio. Platos que va enumerando Emilia, mientras los esclavos van sirviendo a los huéspedes.

Brindis no faltan a lo largo de la “experiencia inmersiva en Gades” con idea original y producción del Faro de Gades, S.L (S.G.R) bajo la dirección de Aurora Sevilla. “Por César, Melkart, las puellae y Astarté”, levantan el vaso de barro, mientras se degustan los platos basados en el atún “de las costas de Gades”, emperador “al estilo toroni”, y capón numídico “preparado con garum”, entre otros entremeses como dátiles y aceitunas, además de distintos tipos de panes y un rico postre a base de fruta, frutos secos y miel.

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