consumo | cuarenta años creciendo

El barrio que derribó sus muros

  • El foco de la noticia ha iluminado a Loreto, que se hizo a sí mismo y se abrió a la ciudad gracias a la lucha de sus vecinos, ahora entre tensiones por el problema del agua

"Ahí debajo hay un Diario de Cádiz y monedas de la época". Manolo de Alba, secretario de la asociación de vecinos Campo de la Aviación, señala la casapuerta del número 1 de la calle Infante de Orleans, el primer bloque que se construyó en Loreto. El mismo barrio cuarentón que se hizo a sí mismo sufre ahora tensiones entre algunos habitantes y la asociación vecinal. Un barrio que levantaron, mantuvieron y, gracias a sus reivindicaciones, mejoraron los mismos vecinos que ahora discuten en la calle. Es imposible vaticinar qué rescoldo quedará entre la vecindad después de haberse apagado este fuego. Pero no se puede obviar que entre todos, y a fuerza de luchar ante las administraciones, convirtieron una especie de gueto en un barrio abierto a la ciudad.

Loreto fue el barrio que derribó muros. Los tenía colindantes con la Zona Franca y con El Campillo. Y el tren lo aislaba del resto de la ciudad, antes de que el soterramiento acabara con las 'cruzadas' veraniegas de bañistas que debían atravesar una pasarela con neveras y sillas para ir a la playa, ahora casi a tiro de piedra. "Nadie pasaba por aquí. La única línea de autobuses era la de plaza Méndez Núñez (Mentidero)-Zona Franca o bien el coche de Puntales que salía desde debajo del Fénix, que paraba al lado del colegio", cuenta De Alba. "Era un barrio tapiado. El colegio más próximo sin saltar la tapia, rodeándola, estaba en La Laguna. Pero nos cogía más cerca el de Puntales y los vecinos hicieron un agujero", dice Antonio Santandreu, un histórico de la asociación vecinal.

En el antiguo Campo de la Aviación, por la presencia de Construcciones Aeronáuticas (Loreto toma el nombre de la Patrona de la aviación), los primeros pobladores fueron trabajadores del INI (Instituto Nacional de Industria). "Los currantes en el patio de la Fuente y los jefes en viviendas mejores. Crearon garajes alrededor de las viviendas y empezó a expandirse el barrio", dice De Alba. El secretario de la entidad vecinal era administrativo de la empresa que edificó en Loreto, que también iba a construir la misma barriada en El Viso, en Málaga. "Se hicieron a la vez, a semejanza. Se creó la inmobiliaria El Viso, en la calle Veedor, para vender los pisos a través del Banco de Santander, en El Palillero, que daba los préstamos. Era barato. 200.000 pesetas en 20 años. Y fue un boom", relata. Vinieron a poblar el barrio gente de todo Cádiz y de la provincia, y emigrantes retornados invirtieron para tener casa aquí. "Y muchos trabajadores de Navalips, también. Esa empresa daba facilidades a los empleados para adquirir los pisos. Y muchos de Astilleros, de Zona Franca, de Portuarios... casi todos fuimos matrimonios jóvenes con hijos pequeños", evoca.

En principio fueron bloques de cuatro plantas, con alrededor de unas 1.000 viviendas. Pero se desbordó la demanda y la constructora decidió hacer tres bloques de diez plantas, los que en el barrio se conocen como las torres o los pisos altos. Dos en la calle Carlos Haya y uno en Plus Ultra. "Ya acabada la barriada, la Guardia Civil, que tenía una casa cuartel por la calle San Rafael, se traslada aquí, y hace pisos mayormente en Juan de la Cosa", explica De Alba.

Con la muerte del dictador Francisco Franco llegaba el momento de la asociación entre vecinos. Antonio Santandreu recuerda que en las casas de los conserjes de mantenimiento de las nuevas construcciones se celebraron las primeras reuniones, clandestinas, del movimiento vecinal. La apertura a la libertad se estaba fraguando. "Yo vivía en Santa María y venía hasta Loreto a ver qué se cocía aquí". Luis Pizarro en Loreto e Hipólito García en Cerro del Moro comenzaron a curtirse para luego ser conocidos políticos del PSOE. Ambos fueron los primeros presidentes de ambas asociaciones. "Teníamos dos estatutos, los oficiales impuestos por Gobernación y los de tapadillo, de consumo interno", dice Santandreu.

El barrio en esa época carece de iglesia, colegio, centro de salud, urbanización y parques infantiles. Sin ambulatorio, era Ginés García Paredes, un ATS, el que atendía en su propia casa a los vecinos. Tan recordada es su figura que tiene una calle a su nombre. "Las primeras movilizaciones se hacen para conseguir un colegio. Los directivos del INI que se construyeron esos garajes no pudieron acreditar que eran suyos, Loreto era un territorio sin ley. El Ayuntamiento, por la presión vecinal, expropió los garajes y empezó a hacerse el colegio", añade De Alba.

"El obispado quería construir la iglesia en mitad de la plaza Virgen de Loreto, pero los vecinos teníamos claro que allí debía hacerse una plaza pública. Al final, se expropiaron otros garajes para que se hiciera la iglesia al lado del colegio", manifiesta Santandreu.

Acabado el barrio, el saneamiento, pensado para las 1.000 viviendas proyectadas en un principio, resultaba insuficiente. "Las redes no daban abasto para desagüar y el barrio se inundaba, sobre todo cuando llovía. A Loreto le llamaban Venecia", dice De Alba. "Hicimos una marcha andando hasta el Ayuntamiento, lloviendo, llegamos empapados a pedir que arreglaran las tuberías. Carlos Díaz, que fue un alcalde competentísimo con Loreto, nos hizo caso". Aún así, el problema del alcantarillado, especialmente en la plaza Virgen de Loreto, ha coleado hasta nuestros días.

La asociación de vecinos siempre tuvo fuerza en el barrio. Juan Meléndez, cuarenta años en la entidad, fue el impulsor del fomento del deporte base, sobre todo del fútbol sala. "Siempre hemos tenido un montón de equipos, varios compitiendo a nivel provincial. De aquí salió Vadillo, el que juega en el Betis", presume De Alba. Tres salones de las instalaciones de la asociación llevan nombres de presidentes ya fallecidos: Luis López Pedro Jiménez y Victoriano Osuna. Los tres son recordados con gran cariño en el barrio.

"Hoy en día ya se ha conseguido casi todo y Loreto es una de las zonas más completas de Cádiz. De ser un gueto hemos pasado a tener dos autovías alrededor, una estación de trenes a escasos metros, pistas depotivas, la playa a cinco minutos sin tener que atravesar la vía del tren, un Mercadona. Lástima la residencia de mayores, que no está al alcance de los vecinos. La Junta no concierta plazas y vale al mes 1.500 euros", comenta De Alba.

El envejecimiento de la población se ha notado bastante en la barriada de Loreto. Muchas de aquellas primeras construcciones carecen de ascensor, problema recrudecido estos días cuando los mayores, ayudados por familiares jóvenes y vecinos solidarios, han tenido que subir las garrafas de agua hasta cuatro pisos. "Los hijos vuelven a casa y los mayores los mantienen. En las pistas deportivas se nota que hay muchos menos niños que entonces", destaca Santandreu.

En el horizonte, y sin pinta de materializarse a corto plazo, la construcción del nuevo hospital y la Facultad de Medicina. Loreto se encuentra a la espera de que el equipamiento cultural de los antiguos depósitos de tabacos otorgue al barrio otro atractivo más.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios