La avenida de los obstáculos

Protesta Obras eternas en el que podría ser uno de los paseos más vistosos de la ciudad

Vecinos y comerciantes del paseo de la Bahía expresan sus quejas por las obras de renovación de las redes de saneamiento que comenzaron hace casi un año

Imagen de la calzada donde se sitúan las obras de saneamiento en la avenida de la Bahía.
Tamara García / Cádiz

06 de abril 2010 - 01:00

No era la mejor mañana para pasear por la avenida de los obstáculos. El Levante encabritaba la mar como desafiando al pórtico de Navantia pintado al fondo y probando la estabilidad de los pilares del futuro segundo puente. Dos o tres ancianos miraban, absortos, las simientes de la obra de ingeniería. A sus espaldas, el fuerte viento levantaba la arena de otros trabajos. "Estos ya están muy vistos", reían los ancianos guasones. Y tanto. Casi un año van a cumplir las labores de renovación de las redes de saneamiento que tiene patas arriba gran parte de la avenida de los obstáculos. La avenida de la Bahía. El paseo alambrado, mordido y salpicado por la maquinaria del nuevo puente, por la red de abastecimiento de agua y por la adecuación del acerado más cercano al mar. Ayer no era el mejor día para pasear. "¿Y qué día es bueno?" se preguntaba, irónico, un vecino que, como tantos, sufre las incomodidades de las obras.

Desde el bloque número 29, un señor que pasa la mediana edad procedía a desafiar la ventolera. "Voy para Guillen Moreno a llevar estos cuadros a enmarcar de nuevo. Todo mi salón tiembla por mor de las obras, como si hubiera un terremoto, oiga. Y hace dos días se cayeron todos estos al suelo", relataba agitando con coraje la bolsa que portaba. Este vecino, Juan, pongamos, porque no quiere dar su nombre, se declaraba "harto" de soportar unos trabajos "que se eternizan" y que "parece que no tienen fin". "Porque yo no veo que algo esté del todo listo, ¿o no?".

La pregunta se dirigía a otra vecina que acaba de cruzar el portal. "Este señor lleva toda la razón, y él vive en el segundo, pero imagínese yo que vivo en el primero. Ni abrir las ventanas puedo ahora con todo el polverío. Me da a mí que ni baldean y si es así lo hacen poco", comentaba, muy deprisa, la interpelada que tenía bulla por coger el ascensor que la condujo a su vivienda.

El espíritu de este discurso se repetía en el número 31, en la calle Eduardo Benot, en José Cadalso, en la plaza Augusto Conte Lacave, en Andrés Segovia... "Es que no es un mes, ni cuatro, ni seis. Es que va para un año, sino lo han pasado ya. Y no veas la que se forma aquí con el aparcamiento, con el paso de los vecinos y con la seguridad porque date cuenta que ahí hay un colegio", comentaba otro vecino de la avenida de la Bahía esquina con Rafael Picardo.

Efectivamente, el colegio Gadir se sitúa prácticamente como eslabón entre los trabajos de una acera y otra. La orilla del paseo, cuyo verjado comienza a la altura de la vía Pablo Iglesias. Y la orilla de los pisos, levantada desde el arranque de la rotonda de El Corte Inglés hasta la calle Federico Joly.

En un recorrido por estos últimos trabajos que traen de cabeza a los vecinos encontramos al encargado de la obra, Alfonso Jurado, con el jefe de obra y el director técnico. "Ya hemos metido todas las tuberías y ahora en lo que estamos es en la fase de pavimentación del último tramo", informaban sobre unas labores que concluirán "más o menos en un mes", aseguraban.

Los vecinos no ven claro este nuevo horizonte. "¿Y mientras qué? ¿A aguantarnos como ahora no?". "Hay pocos pasos abiertos, y los van cambiando. Tenemos que dar muchas vueltas. La verdad es que es un engorro", se queja una joven madre de la calle Amiel.

Precisamente, un nuevo acceso les ha venido "algo mejor" a Inma y a Pepe, los regentes del kiosko de la avenida de la Bahía más cercano a la monstruosa silueta del gran centro comercial. "Pero vamos aquí lo estamos pasando mal", decían, no en vano, los kiosqueros que tienen la verja de las obras pegada a su establecimiento. "Evidentemente se nota en la clientela que ha bajado. También el polverío este que hace que tengamos que limpiar cada dos por tres el mostrador. Y lo que es peor, la seguridad. ¿Usted se ha fijado en cómo está el vallado puesto? ¿Y en esos tubos por medio?", cuestionaba la pareja que "para nada" culpan "a los obreros". "Pero si alguien se cae, o se tropieza o pasa algo. ¿De quién es la culpa? Nosotros pensamos que es una mala organización, una mala gestión porque no hay nada terminado, todo se ha hecho a la vez y así va", explicaban los dependientes que aseguraban que "hace unos meses" tuvieron que apagar "un fuego que se formó en unas maderas que estaban apiladas ahí en las obras". "Alguien que pasaría o tiraría un cigarro o algo. La cosa es que mi hijo tuvo que llenar con agua de la fuente un bidón que tenemos aquí y echárselo por encima a las maderas", narraban con enfado.

Enfado y agotamiento de igual magnitud el que se palpaba en el puerto deportivo Viento de Levante. Su presidente, Paco Baldomero, está "indignado" y "cansado" con la situación. "No te quiero ni contar el verano que hemos pasado. En el bar del club, imagínate el daño que han podido hacer las obras que, entonces, estaban justo en esta acera y no en la de los pisos", recordaba el representante que ahora se encuentra con un "grave" problema de limpieza y de evacuación de basuras. "Antes de las obras teníamos unos bidones enfrente del puerto deportivo, bidones que ahora no han vuelto a poner y tanto los empleados del bar como los del club tienen que ir cada día a los de El Corte Inglés, y no estamos hablando de dos bolsitas, sino de cantidad de basura que tienen que retirar", se quejaba Baldomero que ha pedido "por activa y por pasiva" los contenedores al Ayuntamiento.

"Es más, hace dos semanas nos reunimos con la concejala de distrito Carmen Sánchez. ¿Y qué tenemos? Nada. También pedimos un lugar para poner bicis porque por aquí vienen mucha gente con las bicicletas. Y tampoco. Y un vallado, ya que estamos teniendo problemas de vandalismo, y que se suponía que estaba aprobado porque vinieron hasta a medir. Y eso tampoco. Así que estamos muy descontentos con el Ayuntamiento", se lamentó Baldomero. Una impresión latente en cada esquina de la avenida de los obstáculos en una mañana imposible de pasear.

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