La Virgen del Mayor Dolor, al culto
La advocación mariana ha sido restaurada durante los tres últimos meses por el hermano de la cofradía y conservador de sus imágenes, José Miguel Sánchez Peña, que ha intervenido dos veces la del Cristo
La cofradía de la Buena Muerte repone hoy al culto en la parroquia de San Agustín a la Virgen del Mayor Dolor, que durante los pasados tres meses ha sido restaurada por José Miguel Sánchez Peña, hermano de la cofradía y conservador de las imágenes de la misma.
Con este motivo y la cercana festividad de los Dolores de María, la hermandad celebra a las ocho de la tarde el rezo del rosario y una Eucaristía, presidida por el sacerdote Pedro Ortuño Estero, que tuvo a su cargo los pasados cultos cuaresmales, en la que cantará la capilla músico-vocal Mayor Dolor, que interviene por vez primera en unos cultos propios de la hermandad.
El conservador y restaurador Sánchez Peña, que ha llevado a cabo la intervención, señala que la imagen, atribuida a las escuelas italianas, concretamente a un escultor napolitano y a los ligures Antón María Maragliano y Domenico Giscardi como posibles autores, además de a un escultor de origen levantino. También indican que la han relacionado con los valencianos Ignacio Vergara y Blas Molner.
Sánchez Peña señala que la imagen ha tenido varias intervenciones anteriores, una en 1940, otra en 1969 y la última en 1987, que se atribuyen a José Rodríguez Rivero-Carrera y a José Paz Vélez, respectivamente.
En cuanto a la intervención que ha llevado a cabo durante los tres últimos meses señala que ha consistido en la sustitución de la base del candelero y su consolidación general, recuperándose también su posición original.
En cuanto a la policromía de las manos y el rostro apunta que se han eliminado los ennegrecimiento y las machas causadas por el humo de las velas y el polvo, restaurándose pequeñas zonas de la parte del cuello, así como en las sienes y orejas, en las que le faltaba estuco y color, lo que no se podía apreciar por el rostrillo.
Asimismo afirma que ha tratado los efectos negativos que producen cada años los alfileres que se usa para vestir la imágenes. Para ello se han utilizado unas protecciones de cuero para cubrir las zonas más delicadas, realizadas por Antonio del Castillo.
Al respecto el restaurador destaca que el rostro y las manos de la Virgen han recobrado la policromía transparente de tonos grisáceos que caracterizan a la efigie.
Por otra parte, se ha realizado un estudio radiográfico de la imagen, comprobándose que tiene ojos y lágrimas de cristal, dientes de marfil, cabellera tallada y pestañas postizas.
José Miguel Sánchez Peña afirma que la imagen "se encuentra en perfecto condiciones" y resalta que "no se ha apreciado que la madera de conífera con la fue realizada esté afectada por necrosis, ni tampoco por xilófagos".
El restaurador recomienda que las imágenes se revisen cada dos o tras años, tendiendo en encuentra el clima húmedo de la ciudad, además de los efectos del polvo y del humo de las velas.
En cuanto a la propia imagen señala que fue realizada para la iglesia de San Agustín hacia el año 1760 y tras la Desamortización de Bienes Eclesiástico decretada por Juan Alvarez Mendizábal fue adquirida en subasta pública por la familia Lacoste y Sicre, permaneciendo desde entonces en el oratorio particular de la familia.
En 1894 se fundó la cofradía, que tras la guerra civil, en 1939, se planteó incorporar una Dolorosa para acompañar a su titular en la estación de penitencia del Viernes Santo.
Fue entonces cuando los descendientes de la familia Lacoste y Sicre donaron la imagen, que desde entonces, en su paso de palio, acompaña al Cristo de la Buena Muerte cada año.
El Cristo de la Buena Muerte, atribuido a Alonso Martínez (1648), realizado en madera de cedro policromada, considerada como la mejor representación de Jesús Crucificado que existe, también ha sido intervenida en dos ocasiones por José Miguel Sánchez Peña, la primera en 1987 y la segunda el pasado 2010-. Se da la circunstancia de que ninguna de las imágenes procesionaron la pasada Semana Santa, al suspenderse los desfiles procesionales por las inestabilidad del tiempo.
1 Comentario