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La semana

Subidas del PIB al ritmo de servilleta

  • El denostado ladrillo ha procurado que la provincia crezca al 3,18 por ciento anual durante el último sexenio, y aunque aún está cerca de la cola del país, lo cierto es que el extremo se aproxima un poco más a la cabeza; pero en esto llegó la crisis, ¿será capaz la industria de paliar el vacío?

Una venta de las de hoy es a un restaurante lo que una caja de ahorros a un banco, que la gente entra más porque le da menos miedo; como que resulta más familiar aunque sea lo mismo. Se lo oí un día a un quejoso Rafael Termes, el que fuera histórico presidente de la Asociación de la Banca de España (AEB): lo de los bancos y las cajas, claro. En los alrededores de Jerez hay viejas ventas que hoy son espléndidos restaurantes con la ventaja añadida de que de las cartas aún no han desaparecido los platos de cuchara sustituidos por los marinados de jengibre. No hace más de un mes, un alto cargo de la Consejería de Obras Públicas y el que esto suscribe dimos buena cuenta de una berza en una de estos ventorrillos: los garbanzos eran de esferificación natural y el tocino no sufría exilio. El ambiente era de venta, y junto a nosotros comían un par de hombres, similares al que ocupaban todas y cada una de las mesas de la espaciosa venta. Todas parecían más que comidas de negocios de negociantes. "Ahí están -me dijo, señalando a unos comensales cercanos-, haciendo otro plan de servilleta". ¿Un plan de servilleta, joé? Sí, un plan de servilleta: uno de ellos, con jersey de pico y camisa Oxford aunque el cabello le nacía a escasos dos centímetros de su única ceja había dibujado un cuadrado en una de las servilletas de papel; su acompañante, atildado por el contrario, seguía la explicación, de la que no pude seguir detalle, pero que más o menos decía los siguiente: son 10.000 metros cuadrados; con parcelas de quinientos, nos salen 20 casas; las vendemos no por menos de 40 millones de pesetas, lo que hacen 800 millones; nos pide 300 millones, le sacamos 500, y esto no tiene más de 300 de costes.

Éstos eran los planes de las servilletas -así se les llamaba en la Consejería-, y durante estos meses pasados, como en los diez años anteriores, todos -todos- hemos hechos planes tan fungibles como esos papeles semitransparentes con ribetes rojos de las ventas, pero -caramba- cómo funcionaban. Todo se basaba en las expectativas: la casa se compraba cara en exceso, pero poco importaba porque cinco años más tarde doblaba su precio, los intereses estaban muy bajos, Hacienda te ayudaba con una fiscalidad seductora y, encima, todo, todo, se vendía, y sobre plano, porque si no compraba el que buscaba una vivienda o una segunda residencia para vivir, lo hacía el pequeño o el mediano inversor. 20, 30, 40, 60, 70 millones. ¿Ya no nos acordamos? La memoria económica es tan débil como la meteorológica.

Y, claro, un día comenzó el declive natural del sector, los bancos se tornaron cautelosos cuando no temerosos a cuenta de las hipotecas basuras transformadas en bonos, los intereses subieron, la gente dejó de soñar y las servilletas hubo que cambiarlas por otro gramaje.

Julio y Pablo Alcaide, hijos de gaditanos, han presentado esta semana el Balance económico regional 2000-2006, realizado para Funcas, la fundación de las cajas de ahorro. El sexenio, definido por ellos de "brillante", no ha pasado desapercibido en la provincia como en otras ocasiones: en el año 2006, Cádiz fue la segunda provincia donde más creció el Producto Interior Bruto (PIB) : un 3,99 por ciento. Y a lo largo de los seis años , la media fue del 3,18 por ciento, entre las 15 primeras. Si consideráramos el PIB sin el descuento de la inflación, Cádiz hubiera sido la segunda provincia del país, precedida de Málaga, con una economía que creció a lo largo de los seis años estudiados a un ritmo del 4,23 por ciento anual.

Sólo hay que mirar algunos de los mapas del estudio para ver qué ha ocurrido: además de Madrid o Guipúzcoa, las más beneficiadas son las provincias costeras andaluzas y levantinas, Valencia, Murcia, Huelva, Cádiz, Almería, Málaga... El ladrillo, tan denostado, ha dejado a Cádiz con un índice de convergencia con la Unión Europea de los 15 -la del euro- del 70,41 por ciento: es decir, que si en vez de provincia, fuéramos región, ya estaríamos a punto de salirnos de lo que se han llamado regiones de Objetivo 1, las que recibían más subvenciones de Bruselas por situarse por debajo del 70 por ciento. En estos seis años, Andalucía ha pasado de un índice del 69,61 al 74,08 (100 es la media de la UE 15), y si como Cádiz bien es cierto que seguimos situados a la cola de las regiones y provincias española, no lo es menos que la diferencia se han recortado de modo considerable.

LA FIEBRE, TARDE

Claro, que como bien apunta el mismo estudio, en el año 2006 ya comenzó a notarse la desaceleración, y a lo largo de este 2008 vamos a comprobar en Cádiz cómo nos afecta la ralentización de la construcción, a la que sin duda estamos más expuestos que nadie. Es en este asunto de las previsiones donde ha fallado la Junta de Andalucía y, en concreto, la Consejería de Obras Públicas, que cierra la legislatura con dos clamorosas rectificaciones: el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA) y el decreto de campos de golf, que se presenta mañana lunes. Y es que Obras Públicas ha venido a enfriar a un sector enfebrecido cuando éste ya se estaba apagando: de ahí, que el POTA se haya flexibilizado para dar cabida al plan de la vivienda. Además, queda demostrado que el decreto de campos de golf ha sido una moratoria encubierta, porque el requisito de las 70 hectáreas y los 18 hoyos para compatibilizarlos con los residenciales ya estaba escrito desde hace casi un año. Ante la avalancha de solicitudes, la Junta mandó parar, pero lo que ha dejado en este proyecto de decreto son demasiadas dudas: si una comarca como la Sierra o La Janda va a tener que esperar a aprobar sus planes urbanísticos comarcales para que sus pueblos puedan crecer o contar con algún campo de golf de calidad, es posible que la curva económica haya entrado ya en la zona descendente. Se anunció que el decreto fijaría el número de viviendas que pudieran construirse junto a los campos, pero éste queda abierto a estos planes y al arbitrio de una comisión formada por un viceconsejero (el de Turismo) y cuatro directores generales.

Las consecuencias del fin del ciclo económico van a notarse especialmente en Cádiz, puesto que ha sido una de las provincias donde el sector cambiante, el de la construcción, ha sido más determinante. Habrá que comprobar ahora hasta dónde llega la solidez del denominado plan de competitividad industrial de la Bahía; es decir, la efectividad de esta industrialización fomentada por el Gobierno y la Junta a raíz del cierre de Delphi. Posiblemente, la próxima semana se abra la oficina del plan, que estará en uno de los edificios de la Zona Franca. También hay gerente. Pero hay que apuntar que tanto la puesta en marcha de Las Aletas como la implantación de las nuevas industrias aeronáuticas (Sacesa) y medioambientales no podrán absorber los excedentes de la construcción, cuya mayor virtud -casi desapercibida- es que en los pueblos de Cádiz se haya dejado hablar del PER porque todos han estado trabajando en la costa. Y eso sin contar con otros nubarrones industriales como los que se ciernen de nuevo en la Bahía, caso de Visteon.

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