Ríase usted de la obra del soterramiento, de la cuadratura del presupuesto económico o de la elaboración del pliego de condiciones para actualizar el servicio de autobuses urbanos. El proyecto estrella en el que ahora está trabajando concienzudamente el Ayuntamiento es en el desarrollo de los plenos. Presenciales o telemáticos, en esas andan los concejales a estas alturas del coronavirus y con una segunda oleada que ya uno no sabe si está más cerca o si ya nos inunda por completo. La vuelta de los plenos presenciales de la Corporación lleva meses dando vueltas, valga la redundancia. Y ahí va a seguir al menos otro mes más.

Los portavoces de los grupos municipales (salvo Villero, que queda excluido de estas reuniones por su condición de concejal no adscrito) se han reunido este martes para volver a plantear la posibilidad que la oposición viene reclamando desde hace meses y que el alcalde ha venido negando hasta ahora, que está de baja y sí ha habido reunión.

La situación roza el esperpento, después de un exhaustivo informe de necesidades, presupuestos económicos y condiciones de una serie de futuribles sedes que se ha analizado en la reunión y que parece no ser definitivo porque la Corporación amenaza ahora con realizar “un pequeño ensayo para comprobar la nueva distribución de espacios y la funcionalidad de los nuevos equipos que tendrán que instalarse”. ¿Se imaginan a los 27 concejales acudiendo un día al Salón de Plenos y fingiendo un debate, una polémica y una riña para comprobar que todo funciona bien? Probando, probando.

La cuestión de los plenos no ha tenido suficiente con emplear a una de las técnicos más cualificadas del cuerpo de funcionarios municipal, que ha pasado de buscar y conseguir fondos y ayudas europeas de importante calado a analizar si en tal o cual sala municipal caben los concejales separados a un metro y medio con las sillas en posición de hilera o de teatro; ahora se anuncia, tras la reunión de este martes, que posiblemente se recurrirá a un ensayo para ver si sus señorías están a gusto y disponen de todas las comodidades para soportar los debates que ellos mismos, en muchas ocasiones, hacen insoportables.

La nueva reunión de los grupos políticos ha servido, al menos, para descartar todo el trabajo realizado por la técnico de Régimen Interior y mantener los plenos, el día que regresen, en el Ayuntamiento. Con una reestructuración del Salón de Plenos, y con el público (máximo de diez personas) confinado en el Salón Isabelino siguiendo la sesión por pantalla. Como el resto de gaditanos en sus casas, pero sin babuchas ni tentempiés (se supone).

No ha quedado claro si los portavoces han acordado ya o tendrán que negociar ahora si ese futurible ensayo será con los propios concejales, o si utilizarán voluntarios o maniquíes de algunas de las demasiadas tiendas que siguen echando el cerrojo en la ciudad. Y tampoco si el Ayuntamiento va a asumir esos 1.000 euros por Pleno, más lo que cueste ese ensayo, o van a ser los propios grupos municipales los que asuman ese coste de las generosas partidas que reciben cada mes (risas).

Para todo eso aún queda tiempo, porque otro de los acuerdos de la reunión ha sido que el pleno de octubre, para el que restan aún 23 días, se hará también de manera telemática. Y ya veremos qué pasa en noviembre. Con un poco de suerte, y dos o tres informes o ensayos más, resuelven la vacuna del coronavirus antes de solucionar qué hacemos con los plenos del Ayuntamiento de Cádiz. Y ya si queda tiempo, cuando se solucione todo esto igual se analiza en el Pleno todas aquellas cuestiones menores que están desangrando a la ciudad.