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la tribuna cofrade

Pérez Calvo regresa a San Agustín

  • Buena Muerte está restaurando el valioso retablo de madera dorada para reinstalarlo tras las obras en la iglesia

  • El Consejo avanza las gestiones para instalar palcos en San Juan de Dios

El Cristo de la Buena Muerte, en el retablo tallado por Pérez Calvo.

El Cristo de la Buena Muerte, en el retablo tallado por Pérez Calvo.

La historia de las cofradías ha dejado por el camino auténticas joyas patrimoniales que un día se perdieron por una torpe gestión de determinados oficiales de junta, por un hecho trágico o por el ataque generalizado a todo lo que olía a Religión. Algunas de esas piezas de valor siguen brillando hoy en otras localidades, aunque en la mayoría de los casos se perdieron para siempre, quedando único testimonio de alguna fotografía o simple recuerdo. Lo raro, en este asunto, es que una pieza de valor que un día se perdió pueda volver a ser rescatada y repuesta del lugar del que nunca debió irse. Y afortunadamente, esto último es lo que está a punto de acontecer en la iglesia de San Agustín.

A este templo en obras regresará en las próxima semanas o meses el genial retablo que el artista Juan Pérez Calvo talló para resaltar el culto al Crucificado durante 364 días del año (salvo esas pocas horas en las que el Cristo era bajado a los pies del altar mayor para ser velado y luego subido al paso para recorrer las calles de la ciudad). La cofradía de Buena Muerte ya ha mandado a restaurar a Sevilla esta pieza retablística que se ha conservado en buenas condiciones y que un buen día (en el año 2000) la junta de gobierno decidió quitar, después de llevar años ya cubierta por telas, en esa suerte de sobriedad mal entendida en la que el dorado de la madera o la plata de la orfebrería no tiene lugar para algunos.

Parece ser que el objetivo de la corporación del Viernes Santo es que cuando el Cristo regrese a San Agustín, una vez finalicen las obras que se están acometiendo en este templo y que afectan directamente a la pared que preside el Crucificado, lo haga enmarcado en ese soberbio retablo que Pérez Calvo talló en 1957 (como así decidieron entonces los hermanos en cabildo extraordinario).

Cuando San Agustín reabra sus puertas, por tanto, el templo habrá ganado en el plano artístico, la ciudad crecerá en patrimonio y la cofradía de Buena Muerte dignificará con creces el culto diario a su titular, cumpliendo así un deseo de hace ya años, reponiendo aquello que el cabildo aprobó y un grupo de hermanos retiró sin consultar medio siglo después, y procurando a una de las representaciones de Cristo más destacadas de la imaginería un marco acorde. Una gran noticia para Cádiz que tiene en el actual hermano mayor de Buena Muerte, José Joaquín Jiménez Portela, uno de sus principales artífices.

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