El desánimo y la frustración crecen entre el colectivo de transportistas autónomos que siguen secundando un paro indefinido que cumple hoy, jueves 31 de marzo, 18 días consecutivos. Un paro convocado por la Plataforma Nacional en Defensa del Sector del Transporte que se desinfla sin que haya ningún tipo de avance en sus reivindicaciones. Ni siquiera en la principal: una ley o una orden que prohíba a las empresas cargadoras, a las intermediarias, la contratación de portes por debajo de los costes de explotación.
Síntoma de esa pérdida de músculo de las movilizaciones fue la manifestación que recorrió esta tarde las avenidas de Las Cortes y de Astilleros hasta la puerta principal del puerto de Cádiz. Sólo congregó a algo más de un centenar de transportistas, algunos acompañados por sus esposas y niños, pese a que esperaban la afluencia de en torno a cuatrocientas personas y que se sumasen ciudadanos a título individual.
La manifestación de los 'chalecos verdes' discurrió sin incidentes a partir de las 16:30 horas bajo la vigilancia y control de un desmesurado dispositivo policial entre bocinas y gritos de "¡Ministra, dimisión!" y "¡Somos transportistas y no terroristas!", con una bandera española ondeando en el centro. Sólo hubo un pequeño tropiezo de un manifestante con un camión que se dirigía hacia el muelle, a la altura de El Corte Inglés, que no llegó a más.
A lo largo de su recorrido por los dos carriles de entrada al casco histórico por la Avenida de Astilleros, los transportistas aplaudieron de manera irónica a los conductores de los pocos camiones que circularon de salida de la ciudad en ese momento por esa vía. Muchos entraron y salieron por la Avenida de Andalucía y subsiguientes. Y hubo un momento, a la altura de la nueva gasolinera, que la marcha se interrumpió más de diez minutos. Puede que surgiesen dudas sobre si continuaban o no.
Cuando llegaron a la Plaza de Sevilla, donde tenían prevista una sentada, se encontraron que un grupo de antidisturbios de la Policía Nacional había acordonado diametralmente la glorieta de manera que los camiones pudiesen entrar y salir del recinto portuario. La sentada se suspendió y en torno a las siete de la tarde ya no quedaba ni un solo transportista ante las puertas principales del puerto.
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