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Opinión: Pensar, por lo menos un poco, en la Navidad

ESTA Navidad gaditana no podía terminar de otra forma que con la cabalgata de Reyes del pasado lunes. Fue el ejemplo de una fiesta que, a pesar de la importancia que tiene en el calendario y, sobre todo, la incidencia que tiene en el comercio local, cada vez cuenta con menos relevancia en Cádiz. O por lo menos así parece si nos atenemos a la organización de la misma dirigida desde el Ayuntamiento.

Siendo magnánimos, la cabalgata fue una vergüenza para la ciudad, una ofensa para todos los ciudadanos que con sus impuestos han pagado su 'organización' y un desprecio para las miles de personas que acudieron a lo largo de su recorrido para poder verla.

Pero, visto cómo se han desarrollado estas fiestas, no nos debe de extrañar. Parece que esta ciudad sólo vive para el Carnaval y que más allá de este evento no hay otras fiestas a las que cuidar y atender.

Un alumbrado triste y poco original (por mucho que se extienda por una multitud de calles de toda la ciudad); una plaza central (San Juan de Dios) desaprovechada tanto en materia de exornos como en la celebración en ella de eventos relacionados con esta fiestas (la excelente reurbanización del kilómetro cero de Cádiz sigue sin ser bien utilizada para acontecimientos ciudadanos); una lamentable ausencia de un Nacimiento puramente municipal, desaprovechando el solemne patio de las Casas Consistoriales...

Esta ciudad, que necesita recuperar su potencial como capital comercial, no ha sabido atraer tampoco a los visitantes con actividades que complementen sus compras. Los actos callejeros, aunque se agradecen se quedan cortos. Hay que organizar actividades complementarias, que arrastren al público a las zonas comerciales. En este sentido ha faltado un gran espacio de ocio para pequeños y jóvenes. Si no era posible ubicarlo en el casco histórico, bien se podrían haber utilizado los Depósitos de Tabacos o el solar de Hospital para instalar allí una feria acompañada por puestos relacionados con la Navidad... que también se han echado en falta, más allá de la feria de la artesanía (con casetas de triste diseño) de la plaza de San Antonio. En el hermético equipo de gobierno se ha llegado a escuchar también, aunque manteniendo el anonimato, críticas de concejales "por los tristes exornos de este año en la ciudad".

No hace falta ir muy lejos para aprender a organizar una buena Navidad. Sevilla ha sido este año, más que nunca, una claro ejemplo de cómo se debe volcar una ciudad en estas fiestas. O algo más cercano y con un presupuesto más de acorde con Cádiz: basta ir a Jerez de la Frontera, verdadero epicentro de la fiesta navideña en la provincia. Y que conste que en el calendario de Jerez hay a lo largo del año varios eventos festivos más, igualmente atendidos por su Ayuntamiento y por entidades privadas.

Es cierto que no podemos cargar todo sobre el Ayuntamiento. Algo así le comento a un veterano comerciante de la ciudad, lamentando la falta de implicación del sector en una fiesta de la que ellos son unos de los principales beneficiarios. Reconoce esta falta de atención pero culpa de ello, curiosamente, a una Mesa del Comercio (donde está el Ayuntamiento y las asociaciones del sector) que afirma es controlada la administración "hasta el punto que son ellos los que deciden todo". Bueno, habrá que ver en todo caso hasta que punto los comerciantes aceptan esta situación, si es la cierta, y por qué no ponen ellos sobre la mesa proyectos ambiciosos, aunque ello suponga que tengan que poner dinero de sus bolsillos.

Con todo, no nos extrañemos del fracaso de la Cabalgata de Reyes. No podía ser de otra forma. Sólo esperemos que para las próximas fiestas, gobierne quien gobierne en la ciudad (en mayo hay elecciones locales), se sepa descubrir que la Navidad es una fiesta a cuidar.

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