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Cádiz

Navidad y Reyes en Cádiz: dónde compraban los gaditanos cuando no había internet ni centros comerciales

Interior de El Eco de París Interior de El Eco de París

Interior de El Eco de París / D.C.

"Turrones legítimos de Alicante y Jijona en bonitas cajas; Turrones de Carlos Prats en paquetes y cajitas muy propias para regalos, las hay de coco, café y chocolate; Jaleas y pastas finísimas de frutas en cajas de diversos tamaños; Grandísimo surtido en mazapanes de Toledo de las casas más acreditadas; Mantecados de Antequera: Botes de cristal de frutas del país en conserva, con un surtido inmenso en finísimos dulces de Paris; Conservas de América...".

Puede parecer el catálogo para estas fiestas de cualquiera de las tiendas gourmet que ya se encuentran en muchos centros históricos o en centros comerciales de referencia del país. Pues no. Son las "Novedades para Pascuas" anunciadas por la Confitería Francesa de Emilio de Luege, abierta en la calle Ancha esquina a la de San José.

Ojo, no la busquen porque ya no existe. Hay que retroceder a 1875 para poder degustar estos productos en una local que dejó de funcionar hace ya muchos años. Un local que formaba parte del amplio listado de tiendas referentes del comercio de Cádiz a finales del siglo XIX y durante buena parte del XX. Los años de oro del sector en la capital.

Eran tiempos, los de nuestros abuelos y bisabuelos, y más,  en los que para llenar las mesas de Nochebuena o Navidad, o adquirir los regalos de Reyes para toda la familia, el gaditano de la época se surtía en la propia ciudad de una oferta comercial de primer nivel, lejos de la presión de las compras por internet o la obligada visita para muchos a las grandes superficies comerciales que se imponen hoy para preparar estas fiestas.

Es a mediados del siglo XIX cuando la ciudad, que aún mantenía el vigor económico y social iniciado un siglo antes, ve aparecer negocios de marca gaditana que pronto formarán parte de su vida diaria y que la convirtió en uno de los referentes del comercio de todo el sur del país.

Aún hoy, siglo y medio más tarde, y a pesar del crecimiento de otras ciudades vecinas, de la propia crisis de la capital, de la fortaleza de las ventas por internet y la dura competencia de las grandes superficies, Cádiz mantiene parte de esa capitalidad comercial gracias al esfuerzo de un comercio emprendedor que, como la aldea de Asterix, resiste los embates del tiempo.

Pero la realidad era otra desde esta mitad del XIX hasta bien entrado el XX. 

La ciudad, entonces constreñida al reducido espacio interior que le dejaba la muralla que la rodeaba, funcionaba como una gran superficie comercial abierta donde todo lo que se quería se encontraba, a niveles de calidad más que notables.

Fachada de la Pastería Viena. Fachada de la Pastería Viena.

Fachada de la Pastería Viena. / D.C.

La Confitería Francesa que abre este relato no es más que un ejemplo de este largo listado. Si hablamos en dulce, el gran referente fue la Pastelería Viena, que con varias sucursales abrió en 1892 hasta su cierre en 1969. Fue precursora del hoy productivo negocio del catering y de la venta de productos preparados especialmente para las fiestas navideñas. La Camelia, Orcha y Casa Hidalgo tomaron el testigo posteriormente.

Pero donde el potencial comercial del Cádiz de un siglo atrás fue más evidente fue en el sector textil. Las tiendas por departamentos (los primitivos centros comerciales) aún no habían nacido aunque ya comenzaban a dejarse ver en Londres, París, La Habana... Aquí uno de los referentes fue Almacenes El Águila, "Gran Bazar de ropas" se anunciaba en Diario de Cádiz en 1883. 

Formaba parte de una cadena nacional con trece sucursales, entre ellas una en la calle Preciados en Madrid adquirida por Ramón Areces para poner en marcha su primera tienda de El Corte Inglés en 1940. Al igual que El Siglo, con tienda en Cádiz lo que daba a entender la importancia económica y comercial que tenía la ciudad.

La tienda principal del Grupo Isi, abierta en 1945. La tienda principal del Grupo Isi, abierta en 1945.

La tienda principal del Grupo Isi, abierta en 1945. / D.C.

La gran competencia era El Eco de París. Con los años el lista fue incrementándose. La Riojana, Almacenes Barcelona, Grandes Almacenes de Tejidos Moreno Hermanos, Los Madrileños. Con referentes durante parte del siglo XX como Merchán, Tosso, Moral, Caren, Almacenes Barcelona, Robles, Isi (abierto en 1945 y que se extendió con varias tiendas, aún presente en la ciudad), París Elegante (muy de la época utilizar la referencia de la capital gala como sinónimo de elegancia) que anunciaba "sombreros para señoras y niños, con las últimas creaciones de la moda".

Como hoy, las compras para los Reyes de nuestros antepasados no se limitaban a las prendas de ropa. La ciudad mantenía una oferta también notable en productos de cosmética, decoración, librerías, relojerías, alimentación, zapatería. Casa Durán, Repeto, Europa, Melchor, La Vajilla, La Relojería Alemana, Solves, Álvarez, Goya, La Predilecta, Librería La Marina, Casa Campe, La Cubana "grandes almacenes de calzado, loza y cristal", el mítico Bazar Inglés, Zapatería Raza, La Bota de Oro o la Gran Fábrica de Calzado Manuel Bernal.

Galerías Preciados en la calle Ancha. Galerías Preciados en la calle Ancha.

Galerías Preciados en la calle Ancha. / D.C.

En 1958 abre en Cádiz Galerías Preciados, el gran referente de los centros comerciales del país, cuando El Corte Inglés aún mantenía una política de expansión muy limitada y el SEPU, nacida en Madrid en 1934, no logró la fuerza suficiente para abrir más sucursales que en Barcelona y Zaragoza.

Galerías compartió tiempo de compra navideña con el comercio de toda la vida. Sí trajo campañas publicitarias más efectivas, y para Reyes dedicada su última planta para juguetes, a la par que iban desapareciendo muchos de los nombres de referencia del sector en Cádiz, aún referentes en la década de los años 60 del pasado siglo, cuando la ciudad también se apuntó al bum económico de todo el país y volvían a formarse colas en los comercios para las compras de Reyes. Aún en el inicio de los 70, antes de que las crisis económicas y sociales comenzasen a ser norma de la ciudad, abrió Soriano, como ejemplo gaditano "de la gran superficie comercial".

Este concepto americano y europeo de la "gran superficie comercial" llegaba a Cádiz, asumiendo que la población de la ciudad, que entonces aún crecía, no era suficiente para atraer las grandes tiendas en superficie  que se abrían en Sevilla y atraían a público de otras ciudades. Aquí era algo más "de Cádiz", como pasó con Hiper Cádiz .

Fue, en la entrada de la ciudad, una gran superficie a medias donde, eso sí, se vivía intensamente la Navidad y se habilitaba una gran sala para la venta de juguetes de cara a Reyes. En 1974 abrió también Simago, una marca nacional, con una apuesta novedosa para los más noveleros: contaba con la primera escalera mecánica de la ciudad. Su sección de papelería era ideal para regalar los más pequeños de la casa un juego de rotuladores de colores el 6 de enero.

En 1992 abrirá Bahía Sur y una década más tarde el inmenso centro comercial de El Corte Inglés en Cádiz, cuando ya había cerrado Galerías.

Desde entonces, lo nombres históricos del comercio gaditano que siguen abiertos apenas se cuentan con los dedos de la mano, y menos si buscamos los que ya llevan un siglo abiertos. Ellos y los héroes del comercio gaditano que han ido abriendo en los últimos años, utilizan también las armas del comercio digital, en un tiempo que nada tiene que ver con la época en la que la Confitería Francesa de la calle Ancha vendía los turrones de Jijona y Alicante.

 

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