Hasta ahora han estado trabajando con encargos que venían de antes de los tiempos del covid, así que el impacto de la pandemia en los talleres de bordado Virgen del Carmen, en San Fernando, ha sido más bien relativo. Aunque, claro, el frenazo en la actividad se ha visto venir. "Hemos ido tirando pero el problema viene ahora", apuntan sus responsables, José Muñoz Moreno y Manuel Jesús Trujillo López.

Tras dos años sin Semana Santa, hay hermandades 'tocadas' económicamente y otras que, aunque en mejor situación, están paralizadas ante un incierto panorama que todavía no se sabe muy por dónde va a romper, que esa es otra. Y eso se traduce en un parón sin precedentes para el sector de la artesanía cofrade: a los talleres no llegan nuevos proyectos, así que lo peor –avisan– está por venir.

En contra de la tendencia de los últimos años –en los que las hermandades han ido adquiriendo cada vez más patrimonio– hay temor a embarcarse en proyectos nuevos ante los tiempos de incertidumbre que toca vivir y, sobre todo, sin saber hasta cuándo no podrán volver las hermandades a salir a la calle. Otras cofradías han dejado todo de lado para reforzar su faceta social en un momento de crisis. Loable, sí; pero eso también acarrea consecuencias para un sector que vive de las hermandades y la Semana Santa.

"No solo somos nosotros. Detrás de cualquier encargo a un taller hay mucha más gente: el de los hilos, las telas, el dibujante...", apunta José Muñoz Moreno. Cuando una hermandad se para, lo hace toda la cadena. "Y el sector de la artesanía cofrade en Andalucía es bastante fuerte e importante", apostilla Manu Trujillo.

Se trata de una cuestión compleja, explican. Aquí entran en juego muchas cosas, desde esa obsoleta visión de que uno se hace hermano de una cofradía para salir a la calle en Semana Santa (y solo para eso) y que ahora, al no poder salir, se da de baja o deja de colaborar económicamente hasta las restricciones de la pandemia que de un año a esta parte han eliminado la vida de hermandad: los ratos de convivencia, las charlas y momentos de confraternidad antes o después de reuniones, cultos, ensayos de cargadores o preparativos que a menudo eran el punto de partida en el que se empezaban a forjar nuevos proyectos.

"Es una realidad", afirma el bordador isleño José Muñoz Moreno. "Y la gente echa en falta esos momentos" Es algo que también condiciona la situación actual de las cofradías, hay casi como un desapego forzado por la realidad de la pandemia.

Lo importante, dice, es que "no podemos parar". Hay que replantearse la situación, buscar alternativas, echar mano al ingenio y la creatividad para seguir adelante, darle una vuelta a las cosas, planificar los proyectos para hacerlos en más años, con tranquilidad... >"A pesar de todo, es un buen momento para adquirir patrimonio", comenta al referir los menos costes que tiene que afrontar ahora una hermandad al no salir a la calle.

De hecho, hay quien está aprovechando la situación para eso. "Hay hermandades con mucha ilusión que están planteando nuevos proyectos, que dicen que no nos podemos quedar aquí, que hay que moverse... Me alegra mucho esa forma de pensar".

"Tengo la esperanza de que esta situación traiga consigo un cambio de mentalidad, de que nos haga pensar y dar un giro a todo esto", abunda Manu Trujillo. "Un proyecto es una ilusión siempre y ahora eso hace más falta que nunca en las hermandades", afirma al referir ese empuje que dentro de una hermandad siempre acarrea la idea de hacer algo.