Escudo de Cádiz y rótulos antiguos
Historias de Cádiz
Álvaro Picardo rescató de los almacenes municipales el escudo de las Islas Gaditanas l Los nombres antiguos de las calles fueron conservados por Francisco Leal y Mora
Cádiz ha tenido la suerte de contar, a lo largo de los años, con algunas personas que han procurado conservar nuestro patrimonio. Gaditanos que pusieron todo su empeño en rescatar la historia de su ciudad y conservar algunas de nuestras mejores tradiciones.
Una de estas personas fue Álvaro Picardo Gómez, a quien debemos la colocación del escudo de las Islas Gaditanas en la fachada del Ayuntamiento y la conservación de los rótulos antiguos de las calles de Cádiz.
La historia del escudo comienza en 1924, con el Plan de Carreteras del Gobierno presidido por Miguel Primo de Rivera y el aumento del parque automovilista. Hasta entonces, este escudo en piedra con la figura de Hércules sosteniendo un león se encontraba situado en el puente de Zuazo. El Real Automóvil Club de España, como encargado de informar sobre el trazado de las nuevas carreteras, señaló que el paso por el puente Zuazo, en la nacional entre Madrid y Cádiz, era muy angosto y que debería ser modificado y ampliado. En consecuencia, las obras de la carretera obligaron a desmontar el viejo escudo de las Islas Gaditanas, que fue llevado al almacén de la Maestranza de Ingenieros, en Cádiz, donde quedó olvidado.
Cuatro años más tarde, en 1928, Álvaro Picardo era primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Cádiz, entonces presidido por su suegro, Ramón de Carranza. Picardo encontró dicho escudo arrumbado en el almacén de Ingenieros y gestionó su colocación en la fachada de las Casas Consistoriales, donde permanece desde entonces. El escudo sufría deterioros y fue necesario un profundo arreglo del mismo.
También fueron descubiertos por Álvaro Picardo, en esta ocasión en el almacén del Ayuntamiento, numerosos rótulos antiguos de las calles de Cádiz. Su conservación se debía a otra extraordinaria persona amante de las cosas de nuestra ciudad, Francisco Leal y Mora, que había fallecido poco antes.
Leal, que ocupaba el cargo de mayordomo de la ciudad y maestro de ceremonias, había guardado cuidadosamente en las dependencias municipales los rótulos de las calles que por diversos motivos, mayormente políticos, habían cambiado de nombre. Los primeros rótulos encontrados por Picardo llevaban los nombres de “de la mistelería”, “Bomba”, “Veedor”, “Guanteros”, “Flamencos”, “Mirador”, “Retama”, “Pelota”, “del Molino”, “Negros”. El teniente de alcalde ordenó una búsqueda mayor en los viejos almacenes y redactó un escrito dirigido al Pleno municipal para su nueva colocación en las calles.
El escrito de Picardo es todo un modelo de lo que debe ser el nomenclátor de las calles de una ciudad a la hora de conservar los nombres tradicionales.
En este sentido, recordaba el teniente de alcalde, ciudades como Londres o París conservaban en calles más principales y céntricas nombres como “De la aguja y del hilo”, “Del mercado del heno”, “De los niños malos” o “De la escalera”. Y Cádiz tenía nombres parecidos en sus céntricas calles que fueron sustituidos por otros para pedir o pagar un favor del Gobierno de turno o para agradar a los familiares de algún personajes público.
Picardo indicaba que “ el conocimiento de los nombres antiguos de las calles no solamente es conveniente para el que hace averiguaciones históricas, sino para el vecindario en general, pues insensiblemente le enseñan lo que fue su pueblo en épocas pretéritas”.
Por último solicitaba que los rótulos antiguos fueran colocados en sus respectivas calles, pero sin inducir a error al transeúnte. Es decir, a título de curiosidad histórica y sin perjuicio de los nombres que llevaban en ese momento.
La propuesta fue aprobada en la sesión municipal celebrada el 1 de marzo de ese año de 1928. El Ayuntamiento designó al propio Picardo y al también concejal César Pemán y Pemartín para que llevaran adelante la idea de colocar los rótulos antiguos, lo que comenzó a llevarse a cabo de manera inmediata.
Muchos años más tarde, en 2002, el Ayuntamiento de nuestra ciudad decidió aprovechar una subvención de la Junta de Andalucía para cambiar el tipo de rótulos. Comenzaron a desaparecer los nombres con letras grandes para ser sustituidos por rótulos pequeños a imitación de los rescatados por Picardo. Un cambio que genera alguna confusión.
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