Aniversario del Bicentenario

Cuando Cádiz perdió el tren de la Constitución del Doce

Espectaculo junto al Monumento a la Constitución el día de apertura del Bicentenario.

Espectaculo junto al Monumento a la Constitución el día de apertura del Bicentenario. / Julio González

¿Y si la Constitución de 1812 se hubiera redactado en Madrid, en Barcelona, en Valencia o en Sevilla? ¿Cómo se habría conmemorado el bicentenario de la Carta Magna? ¿Se hubieran volcado las administraciones públicas en la organización y financiación de los fastos? La respuesta es clara: sí.

Pero La Pepa comenzó su redacción en La Isla y se terminó en Cádiz, en el Oratorio de San Felipe Neri, el 19 de marzo de 1812. Cuando doscientos años más tarde la ciudad quiso celebrar este evento descubrió que no era ni Madrid, ni Barcelona, ni Valencia, ni Sevilla. Descubrió que era una pequeña capital de provincia cuya época más floreciente pasó a la historia muchas décadas atrás.

Así que Cádiz encaró esta celebración sabiendo que dependía de la buena voluntad de las restantes administraciones públicas y de la caja que se pudiese hacer entre las empresas privadas que actuasen como patrocinadoras, al estilo de lo ocurrido en la Exposición Universal de Sevilla o en los Juegos Olímpicos de Barcelona.

Cuando el año festivo se cerró, la ciudad hizo balance y comprobó que, una vez más, había perdido una oportunidad de oro para afianzar su futuro y para crear una serie de equipamientos, desde la óptica de su capitalidad constitucional, que le hubieran dado un gran valor histórico y cultural.

Porque en este balance se constató que el dinero, tanto el público como el privado, no llegó en las cantidades anunciadas y que la mayor parte de los proyectos planteados no salieron adelante. El Ayuntamiento, solo ante el peligro, tuvo que endeudarse para evitar el fiasco total de la conmemoración.El Estado y la Junta, sobre los que recaía buena parte de la organización, pusieron como excusa la crisis económica que vivía el país, con el obligado recorte de las inversiones públicas. Pero no dijeron nada de la nula coordinación entre ambas, de la inoperancia de la Comisión Nacional, de los nulos recursos que se aportaron al Consorcio como brazo ejecutar...

Hay numerosos ejemplos de lo que se perdió por el camino. Por ejemplo, el Bicentenario se celebró sin contar con la correspondiente exposición conmemorativa. Hubo dos propuestas. Una planteada a la Junta (que controlaba el Consorcio) y diseñada por Alberto Ramos Santana y Juan José Gelos bajo el título de ‘Cádiz, capital del Reino’; y otra en manos del Ayuntamiento que nombró comisario a Arturo Pérez-Reverte.

Ninguna salió adelante. La excusa fue, de nuevo, el dinero que no había. El Ayuntamiento sí logró traer a Cádiz exposiciones culturales de gran calado, como ‘El Señor de Sipán’, pero nada fue suficiente para hacernos olvidar la ausencia de muestras que nos explicasen la relevancia de la Carta Magna gaditana.

También fracasó el proyecto de convertir el castillo de San Sebastián en epicentro de la celebración. Actuaciones polémicas, como la construcción de un puerto que permitiese la llegada de pequeñas embarcaciones, y la ampliación del paseo Fernando Quiñones, se obviaron entre broncas entre las administraciones y críticas de algunos colectivos ciudadanos. Más contundente fue el fracaso del Faro de las Libertades: la transformación del centro de control militar del castillo en un complejo dedicado al estudio de las constituciones.

Por el camino ya había caído otro ambicioso plan: unir el Oratorio con el Museo de las Cortes y el pequeño colegio de San Felipe para habilitar un gran centro expositivo y de estudio de la Constitución de 1812, que sin duda hubiera sido uno de los grandes referentes de la ciudad.

De todo ello sólo salió adelante la rehabilitación del Oratorio. La millonaria obra sí la financió la Junta, que diseñó un espectacular audiovisual con el que concluía la visita al limitado Centro de Interpretación del Doce. Audiovisual que pasó a negro tras volver el templo a manos de la Diócesis tras terminar 2012.

La recuperación de la espectacular biblioteca del Seminario Diocesano, la digitalización de todos los documentos relacionados con la Constitución de 1812, la creación de una ruta a través de las residencias que ocuparon los diputados doceañistas e incluso la restauración del imponente Monumento de la plaza de España... Nada de ello salió adelante.

Cádiz cerró 2012 como sede de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. Más allá del éxito de la reunión, presidida por el Rey Juan Carlos, quedó sin estrenar el puente de la Constitución de 1812. Debía de estar listo para esta fecha, pero tardó tres años más en entrar en funcionamiento. Tarde, como casi todo en esta ciudad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios