Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

Entrevista con Rafael Barra, ex presidente de la APBC

“Si no fuera por La Cabezuela, el puerto estaría económicamente muerto”

  • A Barra le tocó lidiar con Europa para conseguir las ayudas para la nueva terminal de contenedores, una infraestructura que da forma ahora al puerto del siglo XXI

“Si no fuera por La Cabezuela, el puerto estaría económicamente muerto”

“Si no fuera por La Cabezuela, el puerto estaría económicamente muerto” / Jesús Marín (Cádiz)

El Ateneo de Cádiz lo distinguió en 2008 con el título de Gaditano del Año “por su aportación al consenso y al futuro emprendedor de los intereses portuarios”. Rafael Barra (Cádiz, 1944) está ahora jubilado y, por circunstancias de la vida (o sea sus nietos) está afincando más de la mitad del año en Madrid, localidad en la que ahora mismo está incluso empadronado.

–¿A qué dedica el tiempo libre? Pero Rafael no responde y desenrolla un documento enorme en el que aparece su árbol genealógico desde el siglo XVI.

–A esto me dedico (se sonríe). Mira mi abuelo era de Bornos y mi antepasado Bartolomé de la Barra nació en Villarcayo (Burgos) y fue enviado a Granada para luchar contra los moros. Ya te digo, mi abuelo paterno de Bornos y el materno de un pueblo de Salamanca. Ya más cerca en el tiempo ves aquí que José Luis Barra Peón ( padre de Rafael) se casó con Carmen Sanz que nació en Sevilla. Ellos tuvieron 5 varones.

–¿Y a qué más se dedica?

–A cuidar nietos. Tengo escaneados más de 220.000 fotografías y documentos. Yo de niño tengo unas cien fotografías y de mis nietos puedo tener ahora mismo unas 5000 fotos.

–¿Le costó trabajo jubilarse?

–Año y medio estuve con la morriña.

–¿Y qué le daba más morriña?

–Ver cómo seguía el puerto. Seguí mucho tiempo con interés todo lo relacionado con el puerto. Me siguen mandando aún las noticias portuarias y había días que sufría. Eso me costó año y medio más o menos.

–¿Se llevó un período de transición en el que parecía que usted seguía gobernando desde la sombra?

– En absoluto. Estuve unos tres meses intentando ayudar al compañero José Luis Blanco. Cuando me mudé le pregunté si necesitaba algo y me dijo que sí, que le asesorara. Él había estado en Medio Ambiente y en otros altos cargos de la Junta pero en materia portuaria no sabía nada. Cogí el ordenador y me lo llevé a la sala de Juntas . Me pidió saberlo todo sobre la historia de Las Aletas, todo sobre el proyecto, todo sobre el tráfico de pescado en El Puerto... Varios temas. Cuando pasaron tres meses, un día le dije que ya creía que le estaba haciendo daño. Yo iba por allí de cuando en cuando y los sindicatos empezaron ya a rajar. Me dijo que a él no le importaba eso. Y eso es lo que hice, atender a lo que él me iba pidiendo y ayudarle durante esos tres meses.

–¿Y a partir de ahí?

–A partir de ahí nada. Hubo varias comidas con operadores y miembros de la comunidad portuaria. En esas comidas, él nos preguntaba y le dábamos nuestras opiniones.

–¿Considera que dejó el puerto en buenas manos?

–Eso fue lo que decidió el partido.

–¿El paso de Blanco por la Autoridad Portuaria ha sido positivo?

–Siguió el rumbo atrasado.

–¿Y usted ya le dejó encaminados varios asuntos de importancia?

–Mi fortuna fue que tuve un equipo directivo muy bueno, con siete departamentos y un director. Cuando entré me encontré dos vacantes, una que no se había cubierto y la saqué a concurso. Tuve mucha suerte porque un gran amigo entró en Dominio Público (Jesús Oliden). Después estaba el jefe de Proyectos y Obras, que se jubilaba, y le pedí por favor que aguantara un año más hasta encontrar un sustituto. José Antonio Bravo atendió a mi demanda y encontré un buen sustituto. Luego había un director que, por motivos de enfermedad, se tuvo que llevar mucho tiempo separado del puerto. El equipo asumió sus tareas. Él se fue a carreteras y saqué la plaza a concurso y tuve la gran suerte de toparme con Albino Pardo, que para mí es de los mejores directores que han tenido los puertos españoles. Y ahí se llevó 14 años, de hecho se jubiló un año después que yo.

–¿Entonces un buen equipo es fundamental?

–El presidente tiene sus funciones y el director las suyas. Yo tuve suerte y creo que abrimos muchos debates. Recuerdo un fin de semana secuestrados en Puerto Sherry para llevar a cabo un debate en plan tormenta de ideas. Allí estuvo todo el equipo directivo, con mi compañero y catedrático de la Universidad de Granada, Miguel Ángel Losada, y un directivo de Artur Andersen. Allí fuimos marcando cuál iba a ser la dirección del puerto de los próximos años.

–Siempre habla de espina clavada cuando trata el tema de los suelos de oportunidad.

–Lo es y, a partir de ahí, se fueron elaborando la futuras propuestas sobre el suelo y la actividad portuaria.

–¿Levantar viviendas sobre suelo portuario entraba en sus planes?

–No, las viviendas están prohibidas en zona portuaria. Habría que desafectar.

–¿Y sigue viendo justificada su cerrazón en convertir el edificio de Puerto América en hotel?

– En zona portuaria, por ley, no se pueden construir viviendas, sí hoteles con la autorización del Consejo de Ministros. Me encontré con el edificio abandonado de Puerto América con una concesión al Ayuntamiento de Cádiz, una actividad de contenedores cercana, un fondo de saco sin conectar con la ciudad. Entonces, al Ayuntamiento de Cádiz de entonces se le ocurre convertirlo en un hotel. Ahí es donde he salido mal parado pero le cuento. El Ayuntamiento pide el uso hotelero y se le solicitó un informe que justificara ese uso hotelero. El Ayuntamiento tardó dos años en presentar ese informe, La documentación pasó al Consejo de Administración y de ahí a Puertos del Estado. Allí gobernaba por aquel entonces el PP que no dudó en echar para detrás el informe porque no lo consideraba justificado. A partir de ahí estuvimos diez años mareando la perdiz, pero la realidad es que allí no se podía construir un hotel.

–¿Y qué ha cambiado ahora?

–Ahora la terminal de contenedores se va a ir, ya no habrá ruido de contenedores y ese suelo se va a conectar con la ciudad. Así, ahora ya es factible la posibilidad de un hotel. En esa línea están. Pero que no olviden que esa zona jamás se podrá desafectar porque hay un dique que protege la zona. Como mucho se podrá desafectar lo que es el Muelle Ciudad. Había una zona dedicada a los contenedores, otra a la actividad con Canarias y, por otra parte, la zona del Muelle Ciudad dedicaba a las seis salidas semanales con Marruecos.

–¿Eso suena a gloria bendita?

–Sí, pero los vecinos de Canalejas empezaron a quejarse entonces de los ruidos de los frigoríficos y del roro. Parece que ya de eso no se acuerda la gente. ¿Y qué hicimos? Alejar la actividad portuaria de la ciudad y ampliar el Marqués de Comillas, con rampas roro nuevas y toda la actividad portuaria con Canarias se fue a esa zona, quedando Canalejas liberada. Para colmo, las dos empresas que hacían el tráfico con Marruecos dejaron de hacerlo con la aparición de Tánger Med, de manera que el Muelle Ciudad quedó vacío.

–¿Ciudadanía 1 - Puerto 0?

–Llámele como quiera. El caso es que alejamos los tráficos atendiendo a la propia demanda de la ciudadanía. Aquí ya ahora sólo están los cruceros que sí exigen una valla puesta a 30 metros que delimita una zona en la que nada más que pueden entrar los cruceristas.

–¿El resto ya es suelo de oportunidad?

–Ahora sí es posible desafectar esos metros existentes entre la valla ubicada a los 30 metros del cantil y la levantada a los 80 metros.

–¿Y el cambio de ubicación de los contenedores fue el 2-0?

–Otro tráfico que molestaba era el contenedor y por eso pensamos que había que desplazar esta terminal que estaba ya muy limitada. Tenía 10 metros de calado, 600 metros de muelle con bastante superficie en tierra pero molestaba. Yo recuerdo las denuncias del Instituto Náutico, que se construyó mucho después que la terminal y para colmo lo hicieron sin climalit ni doble ventana y se quejaban. Eso nos obligó a pavimentar una zona y desplazar la reparación de contenedores desde allí a otro lado para, al final, sacar los contenedores. Pero, ¿dónde llevar estos contenedores? Era o llevárselos a Cabezuela o dejarlos allí. A El Puerto no se podían porque no había calado y en Zona Franca tampoco porque no teníamos suelo suficiente. Muchos pedían que a La Cabezuela. Decidimos después de varias tormentas de ideas dejarlos en el puerto de Cádiz con una ampliación y unos rellenos ganados al mar.

–A ver cómo termina el partido, ¿no?

–Tengo esa espinita clavada pero sé que Teófila lo va a hacer magníficamente porque es una gran trabajadora y lista. Tiene defectos como todos los seres humanos. A ver qué se hace con estos 300.000 metros cuadrados.

–¿Y cómo cree que va a ser ese plan de uso nuevo?

–El plan de uso no fija usos concretos. En un plan de uso lo que se hace es fijar los usos portuarios de manera genérica: esto para actividad portuaria, esto para comercial... El plan especial es como un plan general en un municipio. Es el que fija los usos, edificabilidad...

–¿Y cree que va a diferir mucho de su plan ?

–Ya han pasado siete años. Para mí es una oportunidad de pensar en algo emblemático como el edificio Guggenheim que a mí me daba mucha envidia. También pensar allí algo que necesite la ciudad que no pueda ponerse en otro lado..

–¿Siempre le toca al puerto salir perdiendo?

–Es que la ciudad no se puede mover pero el puerto sí. No puedes echar para atrás a la ciudad porque la actividad de contenedores moleste.

–¿Y no es una desgracia para un puerto poder ceder suelo a la ciudad por la falta de tráficos?

–Se pueden liberar unos 300.000 metros pero se hizo una terminal con Canarias que sumada a la superficie que ocupará la nueva terminal de contenedores en sus dos fases. Creo que una cosa compensa a la otra y más si encima aporta ingresos a la Autoridad Portuaria para mejorar sus infraestructuras.

–¿Pero no es mala señal que sobre suelo en un puerto?

–No. ¿Los puertos de qué viven? De la mercancía, los pasajeros y los barcos. Tasas al buque, tasas al pasajero, tasas a la mercancía. También vive del suelo de dominio portuario y de las concesiones. Entonces si tú liberas un espacio sin tráficos de mercancías, puedes dedicarlos a concesiones, algo que también se traduce en ingresos. En ese suelo caben actividades complementarias que generen recursos económicos.

–¿Pero un gimnasio o un parque de bolas son actividades complementarias?

–En un dominio portuario cabe de todo menos vivienda, prohibida por Ley.

–¿Pero en sus tiempos no vería con tan buenos ojos ese tipo de “actividades complementarias”?

–Porque no había disponibilidad de suelo. No es que me cerrara, es que ese suelo era necesario porque había actividad portuaria.

–¿Alguna vez alguien ha contado con usted para planificar esa integración puerto-ciudad?

–No, sólo la gente de la Economía del Bien Común.

–¿Y cómo ve la gestión de esa integración ?

–Lo último que se ha hecho lo veo bien. Lo anterior, esos de encargárselo a la Universidad de Madrid, no lo comparto . Esto no es que un día te levantes y tengas una idea sino que debe ser producto del debate y de una buena planificación.

–¿En suelo portuario vale de todo?

–Todo no, casi todo. Hubo una idea de levantar un gran centro comercial en La Cabezuela pero al final resultó una barbaridad porque La Cabezuela está dedicada a los graneles sólidos y líquidos y necesita grandes superficies de zonas cubiertas. La prueba está en que se está acabando esas zonas libres. Y no olvidemos que si no tuviéramos los graneles de La Cabezuela, el puerto estaría muerto económicamente. Lo que más repercute en las cuentas del puerto es el tráfico de graneles. Sigo escuchando a muchos decir que los contenedores deberían haberse ido para La Cabezuela. Habría sido un error porque los contenedores son incompatibles con los graneles por el movimiento de mercancías y por el polvo en suspensión.

–¿El tema de la financiación europea de la nueva terminal de contenedores le quitó el sueño?

–Sí

–¿Temió por el proyecto?

–No. Había una oficina del BEI en Madrid. Allí nos recibió un directivo y vio bien la idea que teníamos. El proyecto estuvo muy torpedeado. Recuerdo que el funcionario que llevaba el tema era un italiano, un buen profesional que siempre apostó por la idea. Pero después había otros funcionarios de Europa que estaban en contra de este proyecto. Nunca llegué a saber por qué.

–¿Llegó a pensar que Europa tumbaba el proyecto?

–No llegué a temer no que lo tumbaran pero sí que lo ralentizaran como al final ocurrió.

–¿Le siguen alegrando las buenas noticias sobre el puerto de Cádiz?

–Por supuesto que sí, Joaquín. 15 años pesan mucho.

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