En general pienso que creer en una religión, en cualquiera, denota un cierto espíritu gregario, porque la gente se hace de la religión de su entorno: si vives en España eres católicos, si en Inglaterra anglicano, en Marruecos musulmán, en la India hinduista. Todo así. Ya para qué hablar de los católicos sociales, los que usan la religión para los acontecimientos familiares. Actúan contra los preceptos de la religión que dicen profesar pero luego se casan por la iglesia, bautizan a sus hijos, les llevan a hacer la primera comunión y todo lo demás. O los capillitas que se divorcian o viven en pecado, por decir un caso ceercano.
Dicho lo anterior, lo de los influencers católicos que ha convocado el Vaticano es para tirarse al suelo.
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