Cementerio El Descanso. Por Fernando Santiago
EL DESCANSO
En el antiguo cementerio de San José ,para avisar del fin de la jornada, se usaba una sirena. Había uno de los operarios que era sordomudo. Había ido al edificio del tanatorio con unas puntillas, se las puso en la boca mientras las iba clavando, cuando los compañeros se dieron cuenta que el sordo no había escuchado la sirena, fue uno a darle el aviso, cuando le toco la espalda el tipo, del susto, se tragó las puntillas. Manolo Gómez de la Torre fue el primer delegado de cementerio de la democracia, una vez este periódico publicó una noticia donde se decía que el delegado iría al cementerio “para departir con el personal allí destinado”. Durante un tiempo estuvo de empleado en el cementerio Joaquín Fernández Garaboa, Quini, El Caudillo del Tango, inventor del mito de Don Rosendo, lo explicaba muy bien el difunto coronel Pettenghi: decía el Quini que un día estaba limpiando unas lápidas cuando vio que salía una luz de una de ellas, era de un almacenero de los primeros años del siglo XX que, según decían, era buena persona. Este cuento del Quini provocó que para mucha gente Don Rosendo fuera una especie de santo milagrero, quizás en el extremo de Fermín Salvochea que, si viviese, odiaría la parafernalia sobre su muerte.Cuando se cerró el cementerio de San José se dijo que tenía que estar 10 años cerrado según el Reglamento de Policía Sanitaria Mortuoria. Era la época de Don Carlos, hace 34 años , estaba Pepe Chacón de delegado al que Barroso le puso de mote “Caramerto”. Como Cádiz no tenía suelo para un cementerio, el arquitecto Eduardo Mangada propuso para el nuevo PGOU que se hiciese una isla artificial, como en Venecia, lo que provocó un famoso cuplé de Los Carreros de la Alianza “por el Diario y las emisoras los otros días, nos enteremos del cementerio de la Bahía, y de hombres ranas los bolicheros se vestirán”. Al final se optó por crear una empresa de cementerio , se adquirió un terreno en Chiclana , donde se entierran desde entonces a los gaditanos. Paco Vivas fue también delegado de cementerios, como la ley obliga a que cuando se cierra uno hay que poner en su lugar un parque, no se le ocurrió otra cosa que llamar a la futura Zona Verde como Parque El Descanso y proponer una pirámide que recordase a todos los muertos gaditanos. Como todo puede ir a peor, parece que el principal problema para desalojar el camposanto es ubicar a 80 gatos que viven allí, se me ocurre que podrían llevarlos al Mancomunado. Entre perros, gatos, palomas y cotorras no nos dejan vivir. A quién se le ocurriría la pamplina de “Cádiz amiga de los animales”
Fernando Santiago
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