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Bicentenario

Dos visitas en dos días ya es costumbre

  • Escaso público esperaba la llegada de la Reina, a quien dieron la bienvenida alumnos del colegio Campo del Sur

Esto de que la Reina Doña Sofía venga a Cádiz dos veces en menos de diez días es toda una demostración de la trascendencia que tiene el bicentenario allende Cortadura, por si alguien lo dudaba, pero ayer, acabada la novedad, apenas cincuenta personas esperaban su llegada frente a la Casa de Iberoamérica con motivo de la inauguración de la muestra 'El señor de Sipán'. Un cuarto de hora antes de la aparición de los lujosos coches de cristales tintados la estampa entre los que esperaban era varipopinta. Predominaban las señoras de cierta edad, con aliño de tres mujeres con uniforme de limpiadoras (¿en la hora del bocadillo?) y dos guiris ancianas picadas por la curiosidad. En las ventanas de los edificios de Concepción Arenal se asomaban algunos vecinos. Un policía vigilaba desde lo alto de una finca y la calle estaba tomada por sus compañeros.

Con la orilla de la calle libre de coches, el conductor de una furgoneta llegaba para aparcar pensando que había encontrado el hueco de su vida. Craso error del que fue sacado por los agentes. La recepción a Doña Sofía se animaba apareciendo un grupo de simpáticos y pequeños escolares del colegio Campo del Sur agitando las banderas de España, Andalucía y Perú, país propietario de los tesoros expuestos. "¿Tenemos vía libre en la avenida?", preguntaba un policía a través del walkie-talkie. La Reina estaba cerca. Por la avenida, decían. El público preparaba cámaras digitales y teléfonos móviles para inmortalizar el momento. "No sabía que venía Doña Sofía. Me he enterado por unos albañiles que están trabajando en mi calle", explicaba una vecina de Santa María. Los curiosos se acercaron al bordillo al comprobar que se había cortado el tráfico. "Ya está casi aquí", avisaba un agente.

Llegó la Reina de España y saludó levemente a la concurrencia. "¡Sofía, Sofía!", le gritaban los niños. "¡Sofía, saluda!", dijo un hombre a quien el movimiento de la mano real le supo a poco. La Reina entró en la Casa de Iberoamérica recibida por las autoridades. "Nosotras nos vamos, que puede que tarde en salir", apuntó una señora. Y la cincuentena se dispersó.

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