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Sociedad

Washington DC, la ciudad más segura de EEUU, vive su primera matanza

  • La capital del país ha vivido en ocho minutos una masacre a escasas millas de los centros de poder.

Washington DC, centro político de EEUU pero también conocida en los 80 como la capital del asesinato, no había vivido hasta ahora una matanza, al final, una de las peores de la historia reciente estadounidense. Acostumbrada a que en los pasillos del Capitolio y la Casa Blanca se debatan infructuosamente nuevas leyes contra la violencia de las armas, la capital de Estados Unidos ha vivido, en ocho minutos, una masacre inexplicable, a escasas millas de esos centros de poder.

La ciudad amaneció con informaciones confusas acerca de un tiroteo en unas instalaciones de la Marina situadas en el sureste de la capital, a orillas del río Anacostia. Al menos 13 muertos y una docena de heridos de diversa consideración es el resultado provisional del suceso, que ha mantenido a los ciudadanos sobrecogidos. "Nos enfrentamos a otro tiroteo masivo, y hoy sucedió en una instalación militar en la capital de nuestra nación (...)", dijo un apesadumbrado Barack Obama. "Patriotas, que saben de los peligros de servir en el extranjero, pero hoy se enfrentaron a una violencia inimaginable que no hubieran esperado aquí, en casa", añadió el presidente en una comparecencia pública al poco de conocerse el suceso.

Considerada la ciudad más segura del país debido a los despliegues de las fuerzas policiales por sus sedes políticas y económicas, Washington DC también es una urbe con altos índices de criminalidad, sobre todo en las zonas periféricas. En 2011 registró 108 muertes por homicidio, según los datos del Departamento de la Policía Metropolitana.

Pese a ser la sede de varias poderosas agencias federales, como la Oficina Federal de Investigación (FBI) o la Agencia Nacional Antidrogas (DEA), Washington sufrió una oleada de crímenes en la década de los ochenta con un aumento masivo de la delincuencia. En 1991, llegó a registrar 479 asesinatos, lo que le granjeó el apodo de "la capital del asesinato" y una consiguiente carrera de las autoridades locales por reducir la criminalidad.

"La respuesta de la policía, abatiendo al tiroteador tan rápido, me convence de que ésta sigue siendo la ciudad más segura de Estados Unidos", se consolaba Eleanor Norton, representante del Distrito de Columbia, tras conocerse los tristes acontecimientos. Sin embargo, Washington no recuerda un episodio similar al ocurrido este lunes, con tantas víctimas fallecidas en pocos minutos en un tiroteo masivo.

La capital tiene que remontarse a principios de la década pasada para recordar el miedo que siembra la violencia armada, cuando dos francotiradores asesinaron a 10 personas durante tres semanas atroces en las que actuaron impunemente a lo largo de la capital y de los vecinos estados de Virginia y Maryland. La serie de ataques, la mayoría contra personas que repostaban en gasolineras, sembró el terror en los alrededores de Washington en octubre de 2002 y provocaron incluso el cierre de numerosas escuelas. John Allen Muhammad, entonces de 42 años, y John Lee Malvo, de 17, fueron detenidos tras tres semanas de búsquedas y un impresionante despliegue en el que participaron más de mil agentes de diversas agencias federales, estatales y locales.

Hasta ahora, Washington solía mirar desde lejos las matanzas que sacuden al país a causa de la violencia armada y llorar a distancia a sus víctimas. Y, también hasta ahora, acostumbraba a debatir una y otra vez, sin fruto, si las leyes sobre el control de armas deben ser revisadas para reducir la sangría que, desde hace décadas, desangra al país, y ahora también a la capital.

Aaron Alexis, un tipo solitario

Aaron Alexis, señalado por el FBI como el presunto autor de este último ataque, era un tipo solitario y con un pasado violento que le valió su expulsión de la Marina en 2011. Alexis, de 34 años, un contratista militar de Texas, figura entre los muertos de la matanza en las instalaciones de la Marina. Una fuente policial dijo a la cadena por cable CNN que Alexis iba armado con un rifle semi-automático AR-15, un segundo rifle, y una pistola semi-automática Glock cuando falleció en el tiroteo. Al parecer, Alexis, de raza negra, no frecuentaba las redes sociales como Facebook o Twitter y, de lo poco que sale a la luz a cuentagotas, se sabe que tuvo problemas con la ley en 2010 tras disparar un arma. El 4 de septiembre de 2010, Alexis fue investigado por la policía tras disparar al techo de su apartamento en un complejo residencial en Oak Hill Circle, así como al de una vecina que, días antes, le había recriminado por hacer mucho ruido. El documento de la policía de Fort Worth recoge el testimonio de la mujer, quien dijo sentirse "aterrorizada" por Alexis desde su enfrentamiento, y aseguró que el disparo no fue accidental, como alegó el acusado. No tenía experiencia en combate ni había sido desplegado al exterior. La Marina lo expulsó en enero de 2011 a raíz del incidente del disparo en su apartamento. Una fuente anónima de la Marina dijo al diario Los Angeles Times que Alexis "presentaba un patrón de mala conducta" y fue expulsado tras varias infracciones disciplinarias en 2011.

En mayo de 2004, la policía de Seattle (Washington) arrestó a Alexis porque éste disparó contra los neumáticos del vehículo de un trabajador de la construcción y, según confesó, lo hizo tras un ataque de rabia, aunque argumentó que no recordó el incidente hasta una hora después. Alexis también dijo entonces a la policía que estuvo presente durante "los trágicos atentados del 11-S" y que éstos lo habían "trastornado". Su padre dijo algunas vez a los detectives que Alexis padecía de un trastorno de estrés postraumático (PTSD, en inglés), lo que le causaba problemas de temperamento, y que éste participó en las tareas de rescate tras el 11-S. Convertido al budismo, Alexis se inscribió en julio de 2012 en la universidad de aeronáutica Embry-Riddle, que ofrece cursos por internet en aviación y asuntos aeroespaciales, según confirmó la universidad.

Michael Ritrovato, un amigo suyo, dijo a la CNN que Alexis era una persona "amable" y nunca mostró señales de violencia o agresividad, aunque sí pasaba mucho tiempo con juegos de tiro en internet. Este año, Alexis había trabajado como técnico de computación para la empresa The Experts, subcontratista de Hewlett-Packard, y aparentemente tenía acceso al complejo de la Marina y otras instalaciones militares. Según Thomas Hosko, principal ejecutivo de The Experts, Alexis pasó una revisión de antecedentes y su permiso de acceso privilegiado había sido renovado en julio pasado por las autoridades. "Nadie pudo haber hecho nada para prevenir esto excepto Aaron Alexis. Quizá se le cruzaron los cables, no lo sé; simplemente es el el incidente más desafortunado que he visto en toda mi carrera", se lamentó Hoshko en declaraciones al Washington Post.

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