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Caso Faffe

Fernando Villén, el conseguidor que perdió el ombligo

Fernando Villén, ex director de la Faffe.

Fernando Villén, ex director de la Faffe. / Juan Carlos Vázquez

Cada vez que lo veían entrar, las prostitutas lo saludaban y se volvían detrás de la barra a preguntarse por el poder y por las personas desgraciadas. Fernando Villén, director de la Fundación Andaluza de Fondo y Formación de Empleo (Faffe) era alguien en 2008. Vivía "rodeado de marrones", le contaba a los allegados, al servicio del hotel y al del puticlub. Lo salvaban los galones. Era el hombre apropiado en la "agencia de colocación", según ha determinado la Guardia Civil una década después. Se sabía irremplazable, único, impune. Aquel año entró en la Ejecutiva del PSOE-A. Admirarse el ombligo era una lógica consecuencia.

Fernando Villén Rueda nació en Cádiz hace 58 años y estudió Psicología en la Hispalense. Su edad, su origen y su primera vocación han tenido mucho que ver en la trayectoria de un político que supo orientarse con el primer socialismo en La Moncloa, que entendió bien el desembarco ministerial cuando la reconversión naval gaditana y que hizo profesión, gracias a los contactos en la capital y al vigoroso socialismo gaditano, en el arte del reparto de favores. El ego le daba alas.

Desde 1984, Villén se hizo un nombre en el Fondo de Promoción de Empleo, dependiente del ministerio; luego, en 2003, al extinguirse lo anterior, dirigió la Faffe, una fundación adscrita entonces a la Consejería de Empleo investigada ahora en una pieza separada de la causa de los cursos de formación irregulares. La Faffe es una desgraciada metáfora. Nadie esperaba, Villén menos que nadie, que una fundación ornamental en 2003 tendría que afrontar, cinco años después, la mayor recesión de medio siglo. De pronto había que formar a los parados, de verdad, sin saber hacerse. Mientras, para retorcer la metáfora, el ombligo quería más.

Los 32.000 euros gastados en prostíbulos

La Guardia Civil dio detalles la semana pasada de los 32.000 euros gastados en una docena de visitas a prostíbulos. El dinero, dice la investigación, provenía de los más de 252 millones que la Consejería de Empleo destinó a la fundación, cuya función era reinsertar al millón de parados andaluces que vagaban en 2011, año de la liquidación de la Faffe.

El nuevo consejero, Manuel Recio, no tragaba a Villén. José Antonio Griñán tampoco. Tras la purga del director de Trabajo Javier Guerrero, de su chófer de la cocaína y del consejero Antonio Fernández, el superviviente de la mafia de Empleo era Villén, que no se arredraba. Menudo era él y menuda la armó en las redes sociales cuando lo echaron un agosto de 2012.

La inquietud, sin embargo, llegó dos año antes. Las empresas cerraban, había más paro y la calle se recalentaba. En 2010 Villén ya no salía tanto. Atrás quedaron las firmas de convenios con ayuntamientos, los paseos por el consejo de administración de la Caja San Fernando o las charlas con los trabajadores de Delphi, "la crisis no es para tanto", les decía.

Pasaron los años en los que pedir medio millón de euros a la caja era normal, como natural era participar en un encuentro que situaba el modelo andaluz de empleo como "buena práctica" en Europa.

En aquello tiempos se lo merecía todo. Lo tenía asumido. No entendía, al menos entonces, que en la calle y en los encuentros el ambiente fuera cada más agrio. También las prostitutas lo miraban de otro modo. Su lupanar predilecto era el Don Angelo, donde se dejó casi 3.000 euros de la Faffe en dos juergas a finales de 2004. A la primavera siguiente fueron dos noches en el Top Show y la fiesta en La Casita, en otoño, estuvo regada con 780 euros. También usó tarjetas de la Faffe en un desmadre en Chiclana y otros dos en Córdoba.

La noche en el Don Angelo y el arrepentimiento

La noche que su jefe y amigo, el consejero Antonio Fernández, fue despedido, el Don Angelo cargó 15.000 euros a la Faffe. Aquella larga noche, de tanto usarlo, Villén perdió el ombligo. Al reparar en lo hecho, volvió al puticlub a reembolsar lo gastado. Es lo que argumenta en tanto llega la verdad judicial.

El pasado viernes, Villén le dijo al juez sentirse "arrepentido". Sin ombligo, el pecado es original y desgraciado, como el "pozo sin fondo de ayudas públicas" en la que convirtió, según la Guardia Civil, una fundación pública en la que trabajaron su hermano, su mujer y su sobrino y que firmó, entre 2009 y 2011, cerca de 9.000 contratos irregulares. 

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