Fútbol El Cádiz CF, muy atento a una posible permanencia administrativa

Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

La mala reputación

Supongo que si Martínez Ares se considera una oveja negra será por algo. Algo parecido podríamos decir de Juan Carlos Aragón

Suele haber una importante distancia entre lo que uno piensa de sí mismo y cómo te ven los demás, salvo casos excepcionales de gente con la capacidad de relativizarlo todo. Gente que no sabe escribir pero es escritor, gente que no sabe pintar que se consideran pintores, gente que no tienen paladar y se ven como gourmands o como expertos en vinos, gente que no coinciden con el balón pero se ven como excelsos futbolistas que la mala suerte impidió triunfar en el fútbol. A mí me pasó que muy joven ya me pusieron en mi sitio: perder dos elecciones municipales seguidas es una cura de humildad sin precedentes, sobre todo porque el pueblo no suele equivocarse, así que tengo resuelta la tentación de la vanidad. En Cádiz hay miles de personas que se ven como preservadores de las tradiciones porque les gusta el Carnaval, la Semana Santa y el Cádiz CF. De los 16.000 socios que tiene el Cádiz no hay uno solo que reconozca que se han hecho cadistas (neocadistas) porque ahora el equipo está en Primera. Todos iban con su padre, llevan de socios desde Segunda B, a pesar de que los datos desmientan esa supuesta fidelidad. Las tres cés deben ser la prueba del algodón de gaditanismo, eso que llamaban antes “gadita”, detestable expresión que afortunadamente ha caído en desuso, que el pueblo es tan sabio en el manejo del idioma que nadie en su casa ni con sus amigos usa la patraña para tontos (y tontas) del lenguaje inclusivo. Martínez Ares se considera a sí mismo una oveja negra, nada que objetar, salvo por el hecho de que ha ganado muchos concursos, tiene una legión de seguidores, incluso fue agraciado por Teófila Martínez con un programa remunerado en Onda Cádiz, aquel donde había un lorito en una ventana. Supongo que si él se siente así será por algo. “Yo no pienso pues hacer ningún daño, queriendo vivir fuera del rebaño”, cantaba Brassens. Algo parecido podríamos decir de Juan Carlos Aragón, que se veía como un maldito que iba a contracorriente. Su comparsa señala al Hispasat cada vez que canta sus coplas, por supuesto nunca se dijo nada de su vida privada que contradecía esa imagen que él daba de sí mismo, lo que no quita para que fuese un excelente autor de agrupaciones. Otros se consideran poetas, copleros, músicos incluso los hay expertos carnavalólogos, como hay flamencólogos, por no hablar de la legión de comentaristas de radio y televisión que se cuelan cada día en el Falla para apostillar cualquier irrelevante comentario sobre las actuaciones del Concurso. Pagar por ir al Falla es de catetos. Formar parte de la tribu de los que entran por la cara debe dar prestigio, incluso puede que se vean a sí mismos como auténticas ovejas negras, incluso malditos .

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios