Los inuits ostentan el índice de suicidios más alto del mundo, con picos que se alternan entre Groenlandia, Alaska y Canadá. Nadie conoce exactamente la causa de un fenómeno que se ha definido como epidemiológico y que sextuplica la media de los países desarrollados. Históricamente, el suicidio fue una práctica común entre los inuit: los más ancianos terminaban con su vida cuando consideraban que eran un estorbo pero, desde los 70, la mayor parte de los suicidas han sido jóvenes. Y no son el frío y la oscuridad los factores que explican esta pulsión a lo oscuro -o no sólo-, ya que la temporada alta al respecto, en buena lógica depresiva, es la primavera. Esta semana, una profesora canadiense, Maggie MacDonnell, ha sido declarada la mejor docente del mundo por su trabajo con los adolescentes de una remota localidad del Ártico: una tarea descomunal que se resume en un principio básico, hacerles sentir útiles.

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