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Reprobaciones

El alcalde se ha sentido dolido, pero me parece que no es para ponerse así y querer corregir las formas

Están de moda en los Ayuntamientos las reprobaciones políticas, porque los concejales no deben querer ser menos que los diputados y senadores. "Reprobar" es un "cultismo" de no aprobar, o más claramente, de suspender y lo que son estas dos últimas cosas todos lo saben, porque la educación, al menos la primaria, es en España obligatoria y habrán recibido por ello, algunas veces, estas calificaciones. La reprobación no está regulada en ningún texto escrito, sino que es práctica política que pretende afear la conducta de un político, mostrándole el desagrado de la cámara en la que se sienta, por su actuación. Magdalena Álvarez, Ministra de Hacienda en el gobierno del PSOE, tuvo el dudoso honor de haber sido objeto de la primera reprobación en nuestra democracia; también fue reprobado el actual presidente Rajoy cuando era ministro del Interior y últimamente, han sido reprobados Montoro (los ministros de Hacienda atraen mucho las reprobaciones) y Catalá. Como no tienen ninguna consecuencia, más que el supuesto rubor del reprobado, no sirven para nada y constituyen una pérdida de tiempo, por lo que no sería malo un pacto nacional prohibiendo formularlas. Pues bien, el actual equipo de gobierno municipal, dedica su tiempo, que al parecer le sobra, en reprobar a una concejal del PP (que ha dejado ahora de ser alcaldesa, después de 20 años) y al portavoz de su grupo y no los reprueban porque falten a las sesiones, sino porque cuando el alcalde suspende la celebración de una junta general de una sociedad, antes regulada por la L.R.J.S.A. y hoy por la Ley de Sociedades de Capital, llamaron al alcalde "cobarde, fascista y cacique", repitiéndolo en 13 ocasiones, que aseguran haber contado. Les faltó habilidad a los concejales del PP, pese a su experiencia, para en lugar de llamarlo cobarde, fascista y cacique, decir que su actuación "estaba siendo", cobarde, fascista y cacique, que parece lo mismo, pero que no es lo mismo. En mis tiempos de diputado se llamaba "cortesía parlamentaria" a las buenas maneras que los presidentes de las cámaras, exigían a los intervinientes, pero ya sabemos que en los tiempos que corren, el vestido, la compostura y el lenguaje dejan mucho que desear. El alcalde se ha sentido dolido, pero me parece que no es para ponerse así y dedicar tanto tiempo a querer corregir las formas de los concejales del PP, cuya buena educación y maneras, constan a todos. Más debiera preocuparse porque el grupo político al que pertenece, Podemos, ha tomado un claro partido por los independentistas catalanes, que actúan en contra de la Constitución y de las leyes españolas, declarando unilateralmente la independencia. Sería bueno que declarase con quien está.

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