Cuánto ha tenido que pasar para que alguien se dé cuenta de que llevamos demasiado tiempo regalando dinero a bancos, notarios y, ahora, a ayuntamientos con las cláusulas suelos, los gastos hipotecarios y las plusvalías?¿Tan difícil era verlo? Al final es un ciudadano, sin nombre y sin rostro, el que toma la bandera, denuncia y se lleva el gato al agua. ¿Para qué tanto defensor del pueblo o de los consumidores? Y en cuestiones como ésta, nadie te llama a casa para decirte: "Oiga, disculpe, le hemos cobrado de más 5.000 euros, no se preocupe que en un mes se lo devolvemos". Ahora toca reclamar, darle negocio a los despachos de abogados que ahora viven de defender a los consumidores de todas estas patrañas económicas. Y, mientras tanto, Hacienda sigue ahí, vigilando nuestros pasos y recordándonos que de lo nuestro, una parte, es de ellos. Pero bueno, los ciudadanos, a veces, parece que somos minoría.