crítica de teatro

Bendita confusión

Una escena de 'El Bululú. Antología endiablada'.

Una escena de 'El Bululú. Antología endiablada'. / germán mesa

A Osqui Guzmán le hacía especial ilusión presentar su obra El Bululú. Antología endiablada en España, tras una larga gira por Argentina y Bolivia. El FIT de Cádiz le dio esa oportunidad y, gracias a eso, el público gaditano que asistió el pasado lunes al teatro La Tía Norica tuvo la suerte de disfrutar de una de esas representaciones que se quedan grabadas en la memoria. Cuando asistimos a un espectáculo teatral, podemos salir contentos o disgustados, conformes con la apuesta del grupo en cuestión o desilusionados, pero pocas veces se tiene el convencimiento de que el teatro ha pasado por nosotros. Es exactamente esto último lo que ocurre tras ver El Bululú: somos conscientes de que algo nos ha sucedido, de que hemos asistido a un acto único e irrepetible.

En El Bululú. Antología endiablada encontramos honestidad, sensibilidad, y, sobre todo, una clara apuesta por el teatro desnudo de artificios, en el que el texto y el trabajo actoral son los ejes fundamentales. La propuesta de Guzmán hace pensar y hace reír, conmueve y reconforta, ofrece un espacio de reflexión y de disfrute. El público se adentra en el ámbito mágico de la representación de la mano de una suerte de brujo o chamán capaz de hacernos atravesar el umbral de otra realidad posible. Nos encontramos ante un mundo regido por la confusión. Confusión significa en este contexto transitar un camino que no era previamente el elegido, pero también mezcla, superposición de realidades, cuestionamiento de la existencia: bendita confusión que a veces nos convierte en lo que somos a pesar nuestro, parece decirnos Guzmán. En escena, él se convierte en 'El Bululú' que le marcó durante su juventud -el actor español, residente en Argentina, José María Vilches, que recorría pueblos y ciudades con un repertorio de comedias y entremeses que interpretaba él solo-; hilvana textos de Moreto y Cavana, Lope de Vega, García Lorca, Quevedo y Cervantes para reforzar las costuras de una historia personal y profesional llena de pequeños y decisivos encuentros casuales.

Osqui Guzmán demuestra ser un actor versátil capaz de interpretar un puñado de personajes masculinos y femeninos con maestría a través de la palabra, el gesto y el movimiento. Impresiona su manejo de los silencios, tan importantes, tan necesarios, tan poco frecuentes ya. Su propuesta divierte y emociona a partes iguales.

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