Crónica Política

El examen con nota de la Gran Regata

  • Expectativas. El equipo de Gobierno ha conseguido que la única polémica del evento haya sido una cifra

El Partido Popular se ha hecho un flaco favor con la valoración que ha hecho acerca de la organización de la Gran Regata recientemente celebrada en la capital gaditana. La edil de Podemos María Romay pudo haber dado en el clavo con aquello de que parece que escuece que las cosas hayan salido bien. ¿Mejorables? Por supuesto que sí. Todas eran mejorables, incluidas las tres que organizaron ellos y la mitificada primera del 92 bajo el manto de los socialistas. Es verdad que no ha habido un comité organizador y han faltado patrocinios pero vincular todo el éxito de la Regata a los técnicos es tan real como que también se podría haber dicho lo mismo de las anteriores. El Gobierno ha conseguido que la única polémica que les ha perseguido haya sido la cifra de asistencia.

La Gran Regata era una prueba de fuego para el equipo de Gobierno de Por Cádiz sí se Puede. Con un evento que ya estaba programado cuando ellos ocuparon la Alcaldía de San Juan de Dios, los veleros no estaban ni en el primero, ni en el segundo ni en el décimo puesto de sus prioridades. Cuando todo parecía que podía queda al socaire de la improvisación, han aprobado el examen con nota. La oferta ha sido variada y el público que ha acudido al muelle ha podido pasarlo bien. El equipo de Gobierno poco a poco empieza a asentarse después de un año frenético.

La edil responsable de la Gran Regata ha sido María Romay, que en el año de gobierno ha demostrado ser uno de los principales baluartes del grupo de Por Cádiz sí se Puede. La más joven de la corporación es incluso reconocida por algunos miembros de la oposición. La Regata ha sido un buen espaldarazo para una mujer que está llamada a coger más responsabilidades en un futuro cercano en un grupo algo desigual.

La hostelería firmaría una Regata todos los años. El fin de semana pasado no había manera de pedir nada en muchos de los bares, que estaban saturados y desbordados ante la avalancha que se les avecinaba y muchos de ellos se quedaron sin género. En un sector acostumbrado normalmente a la queja, que hablaran de unos beneficios tan importantes, ya es significativo. De todos modos, algunos siguen sin enterarse y tenían cerradas sus puertas pese a que tenían a miles de personas pasando por delante de su establecimiento. Y en el lado negativo, pocas soluciones para tratar de domar el tráfico que entraba en la ciudad y la ausencia del Elcano.

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