El Obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza, se reunirá en el mes de septiembre con Alex Salinas, el joven transexual al que recientemente se le impidió que fuera padrino de bautismo de su sobrino en una parroquia de la localidad de San Fernando.

El interesado -a través del colectivo Transexualidad Clínica de España- volvió a pedir una cita en la secretaría de la diócesis, obteniendo esta vez una respuesta positiva. Salinas recuerda que antes de que esta noticia saltase a los medios de comunicación acudió directamente al Obispado sin conseguir concretar entonces ningún encuentro o entrevista.

Según fuentes del Obispado, la reunión entre Salinas y Zornoza tendrá lugar "a partir de septiembre", toda vez que agosto es mes de vacaciones y todas solicitudes que se realizan en este momento se cursan a partir de esa fecha. "En agosto, el Obispo debe acudir a otros actos fuera de la diócesis, pero en septiembre tendrá total disponibilidad para recibirlo", especificaron dichas fuentes.

Por su parte, Salinas ha acogido esta propuesta con optimismo aunque se muestra cauto. "Ahora, con la presión social ejercida, parece que el Obispo sí me va a recibir. Algo se está consiguiendo".

De momento, el joven transexual de La Isla ha dado marcha atrás y no va a presentar ninguna demanda judicial a la espera de que se produzca el encuentro con la autoridad eclesiástica gaditana, una cita a la que -asegura- acudirá acompañado por "algún familiar, alguna persona de mi confianza o con miembros de los diferentes colectivos que me han prestado su apoyo".

Cabe recordar que Alex Salinas, joven transexual de 21 años, solicitó ser padrino de bautismo de su sobrino en su parroquia habitual de San Fernando, petición que fue rechazada por el Obispado de Cádiz. En todos los documentales oficiales, Alex Salinas aparece registrado como hombre, salvo en su partida de bautismo, donde sigue apareciendo como mujer, lo que condiciona su "idoneidad" como "padrino formal", que no como "padrino espiritual", modalidad que la Iglesia si aceptaría.

El Obispado, por su parte, ha defendido que su decisión "no supone ninguna discriminación" argumentando que se trata de algo que "sucede con frecuencia" con aquellas personas que no son consideradas aptas por "su estilo de vida, criterios o incongruencia con la vida cristiana y las disposiciones de la Iglesia".