Nabucodonosorcitos

VIVIR encaramada en lo alto, como una mala gárgola, hace que las noticias de allá abajo te den en los hocicos con oportunidad y retraso. Hace un año, Michael Hudson destripaba oracularmente frente al Economista Renegado los males del imperio. Antiguo asesor de Wall Street, Hudson definía la actualidad como una auténtica "cleptocracia", con unos gobiernos más interesados en los acreedores que en la economía. Como las tablillas de arcilla de Oriente Medio sabían muy bien -y los prestamistas modernos, también-, las deudas tienen la habilidad de crecer mucho más que la capacidad de pagarlas. Por eso, a cada nuevo monarca, las deudas se condonaban. Si los sumerios vieran lo que hacemos ahora, se arrancarían la barba. Resulta tremendo pensar que un Nabucodonosor cualquiera, teletransportado en foro mundial, podría liarla parda cual socorrista tóxica, clamando en favor de sus nabucodonosorcitos. Que somos todos.