Su propio afán

enrique / garcía / mÁiquez /

Mimos reversibles

AL final va a resultar que la niña de Rajoy era Susana Díaz. Y hasta la niña mimada. Rajoy ha afirmado que no dejará que lleguemos a unas nuevas elecciones. Para su visión, que ama la estabilidad sobre todas las cosas, sería un cataclismo. Lo único que deja en manos de Moreno Bonilla son los tiempos; fundamentales, eso sí, a la hora de decidir ayuntamientos tras el 24-M. Pero la abstención que salvará a Susana ya está prometida.

Susana, pues, tranquila: siempre le quedará el PP. Eso ha distorsionado las negociaciones con Podemos y Ciudadanos. Les hizo un leve amago condescendiente, y punto. Mientras Juan Marín aún aplaudía, Albert Rivera, en el papel de poli malo, trató de ir más allá, pero Díaz dijo que para eso ya tiene a su papá, digo, a su PP. Diríamos que Rajoy se ha excedido. Según los manuales del buen negociador, no se puede empezar asegurando que al final darás al otro la razón.

Sin embargo, está siendo mucho más astuto de lo que parece. Para empezar, ha debilitado a su rival directo. Pedro Sánchez acababa de excluir de todos sus pactos por sistema al PP (junto con Bildu, para mayor afrenta) y, al momento, Susana Díaz, la gran baronesa del PSOE, se vuelve hacia los populares en una actitud, si no pedigüeña, sí de clara dependencia. A la vez, de forma aun más maquiavélica, Rajoy sostiene con un hilo de vida a una rival interna de Sánchez.

Después, se minimiza la importancia política de los emergentes, que no terminan de apuntarse ningún éxito en Andalucía. ¡Imaginen que Ciudadanos hubiese impuesto su paquete de medidas regeneradoras y de impulso económico! No les van a dar esa opción; y Mariano Rajoy ha maniobrado en la sombra para que su primer desencuentro sea con los socialistas. Encima, si Rivera era el poli malo y Marín, el bueno, Rajoy y Moreno pueden terminar jugando a lo mismo, con los papeles cruzados, cuando haya que decidir los ayuntamientos. Con la diferencia de que para Susana se habrán acabado el margen y el tiempo. A cambio, a ella le será más fácil ceder sillones que ceder políticas. Pero estará en deuda (pecado original de su legislatura para muchos de los suyos) con la derecha y habrá dejado en la cuneta a varios de sus alcaldables, creando malestar a sus espaldas.

Siempre se dijo que no se hace ningún favor a ninguna criatura mimándola. Pocas veces estuvo más claro que con esta delicadeza reversible con que Rajoy arropa a Susana Díaz.

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