Flor de sal

juan / martín / bermúdez

El miedo de los galgos

DECÍA Mahatma Gandhi que una sociedad puede ser juzgada por la forma en que trata a sus animales. A la vista de cómo se legisla en defensa de los animales, cómo se amparan sus derechos y cómo se pena a quienes abusan de ellos, nuestro país debe trabajar mucho para mejorar en educación social, concienciación animal y respeto a nuestros más fieles vecinos.

Acaba de finalizar la temporada de caza de liebre con galgo atraillado en colleras, una modalidad cinegética que, a priori, bien podría ser un lance que recreara la esencia natural en tanto que dos especies animales juegan sus bazas en el campo de poder a poder. De hecho, es frecuente que la liebre encuentre su perdedero antes de que toquen pelo las fauces del lebrel. El problema subyace cuando la artera maña humana manipula y altera las reglas mediante el maltrato animal.

Entrenamientos abusivos atando a los galgos a vehículos motorizados durante horas, paupérrimas condiciones de bienestar animal y una torticera disciplina atan a estos elegantes perros al macabro destino de tocar el piano debajo de un viejo olivo.

La veda de la caza de liebre con galgos a finales de enero conlleva una tétrica coincidencia: el abandono y/o sacrificio anual de aproximadamente 50.000 galgos en España. La piel de toro se tiñe del rojo de la funesta hipocresía que permite y sostiene una parte de la sociedad rural y agropecuaria. Febrero es, pues, el peor mes posible para la raza de perro más abundante de España, la más noble y la más controvertida.

El domingo pasado, la gaditana plaza de San Antonio albergó una alegre y festiva marcha ciudadana por los derechos de los galgos, en la que participaron doscientas buenas personas acompañadas de sus galgos rescatados, ayudando a concienciar a propios y extraños.

He conocido a grandes galgueros, amantes y comprometidos defensores de este bello animal. Me consta, asimismo, la preocupación de la Federación Española de Galgos y el esfuerzo que realiza para impedir prácticas inmorales y vejatorias. Al igual que existe una red de ciudades libres de circos con animales -entre las que se encuentra Sanlúcar de Barrameda- la Federación Española de Galgos tiene la oportunidad de recuperar la honra de estos cazadores y cumplir la obligación moral que tenemos para con los animales que domesticamos, como bien nos enseñó El Principito en su imprescindible libro animado.

Qué daño ha hecho la afirmación bíblica, sostenida durante dos mil años, de que "todo ha sido creado al servicio del hombre".

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