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Cultura

Justo Girón retoma la acuarela para ahondar en sus paisajes idílicos

  • La galería Benot acoge esta muestra integrada por 29 piezas en las que el experimentado autor sevillano recrea bellos parajes de Irlanda, Cantabria, Sevilla o la Costa de Cádiz

La capacidad de transmitir la belleza de un lugar idílico, único o especialmente atractivo para Justo Girón es lo que le mueve a detenerse en los Lugares que expone en la galería Benot. Se trata de paisajes de Irlanda, Santander, Extremadura, Sevilla, Conil, Chiclana, Cádiz... Lugares que absorben el dominio técnico de este experimentado autor con 55 años de trayectoria.

La sala gaditana, a la que regresa tras más de diez años, se ha convertido en el escenario de su reencuentro con Cádiz y con la técnica del pastel. Y entre cientos de pedacitos de tizas que tan complejamente hermosa hace este modo de crear, Girón se ha detenido y disfrutado con riberas y acantilados, en arquitecturas rurales o paisajes marítimos. Lugares que en un momento determinado le abdujeron y le llevó a detenerse en la figuración, más allá de aquellas obras de corte más surrealista que marcaron una anterior etapa.

"Los paisajes parecen hoy un testimonio prohibido, como si no fuera con el hombre. Y un pintor no debe perder la capacidad de transmitir la belleza de un lugar, al igual que un escritor", explica Justo Girón.

De ahí su empeño en retratar paisajes, un total de 29 piezas de sus últimos viajes por el mundo. Destaca el pintor especialmente sus escapadas a Irlanda, paisajes singulares como el que dibujan los hornos para hacer ladrillo de la ribera del Guadalquivir o los antiguos horreos del norte de España, concretamente de Cantabria, de Luarca. Son obras en las que se ha detenido con sus pasteles haciendo de Justo Girón uno de los pocos paisajistas que se atreven con la técnica. Piezas que le transportan mentalmente a esa otra serie que hizo de arquitecturas urbanas de casas de pueblos inventadas. "Me di cuenta después de visitar tantos pueblos, que hay muchas casas cuya arquitectura no había proyectado nadie, entre el albañil y el dueño, sin religiosidad arquitectónica. Luego aquello se llenaba de humo, de latas con flores, y me quedaba prendado de aquello". Era otra serie de paisajes soñados, que se suman a otras de fantasía en las que se embarcará en un futuro inmediato, de cara a la próxima exposición propuesta por Benot.

De esta nueva vuelta de tuerca de lo real a lo inventado y viceversa, el creador sevillano tan apegado a esta ciudad asevera que "lo abstracto me divierte mucho, inventando lo que hay, como hice con puertas de Extremadura de esas con historia, de las que no hay ninguna igual". Pero este complejo actual "de dar testimonio de lo que se ve" le llevó de nuevo a paisajes reales. "Dicen que se repiten mucho pero no es cierto, el hombre es uno y se muere". Una defensa del figurativismo que en Benot pasea de Cádiz a Sevilla, con paisajes siempre acuáticos o marineros, con esa paleta de pasteles que sumen su obra a un estadio casi de ensueño. De bella perfección. La de sus lugares.

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