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Deportes

40 años... y patada a seguir

  • El CRAP, una institución del rugby, cumple cuatro décadas de existencia: hablan los pioneros del club

 El rugby tiene tres tiempos, los dos del juego y el último, el de la tertulia, el de la hospitalidad. Y nosotros estamos en el templo de los terceros tiempos de la provincia, una antigua nave bodeguera de El Puerto reconvertida en santuario del más noble de los deportes y del más elegante de los clubes, el CRAP, que cumple 40 años. Todo empezó en 1971 con unas camisetas prestadas y siguió un año después con aquel viaje en un autobús en rodaje a Valladolid a jugar un partido  bajo la aguanieve. Un grupo de quinceañeros se rebozaron en aquel barro helado, un barro iniciático. Esos chicos -Antonio Márquez, José Paullada, los hermanos Ruiz...- son los hombres que hoy se han prestado a este tercer tiempo especial, un tercer tiempo que honra tantos y tantos terceros tiempos. 

Pepe González, actual presidente, rememora los inicios: "El alma de este equipo fue Esteban Fernández, que había estado en Inglaterra y se había empapado de un deporte que aquí no practicaba nadie". Muy cerca del mar, al nivel del mar, Diputación, con la insistencia de Esteban, había montado las 'haches'. Josema, otro de los históricos, define así aquel campo: "Mitad campo mitad charca, con ranas y todo". Fue el equipo el que acondicionó el lugar para que se pareciera lo más posible a un campo de rugby. "Se abonaba con estiércol porque uno tenía un rebaño de cabras. Los focos los enchufábamos a las farolas de la playa".

Se corrió la voz y a la primera generación se sumó otra, criada en el instituto Muñoz Seca. "Se contaba que tal o cual se había metido en un equipo de rugby y que un día le iban a partir una costilla y entonces, los más pequeños, nos dijimos que eso tenía que estar bien. El rugby se convirtió en un clásico en las clases de gimnasia", prosigue Josema. Retoma la conversación Antonio Ruiz: "Al principio jugábamos con camisetas interiores blancas y no teníamos ni idea. Se trataba de correr y correr. El que más corría era el que mejor jugaba".

La conversación sigue a borbotones entre los veteranos, las anécdotas de unos se solapan con las de otros. Todos ensalzan la figura de Esteban Fernández como el elemento aglutinador del grupo de amigos "y a nuestros padres, aunque les extrañaba que nos diera por ahí, estaban encantados porque éramos un grupo muy sano". 

 Antonio revive el primer porrazo que se llevó en un partido en Sevilla en el que llovía a mares, siente el golpe como si fuera ayer. Aquel fue uno de los primeros partidos del CRAP, cuando ni siquiera estaban en una Liga y se buscaban contrincantes en los alrededores. Del mismo modo que Juanlu es capaz de viajar a ese partido oficial en Valladolid en el que, a medio partido, se puso a nevar, "y yo me quedé parado, maravillado. Nunca había visto nevar". Allí comprobaron sus limitaciones. "Ellos tenían unos movimientos básicos de los que nosotros carecíamos. Tras ese partido nos dimos cuenta que tendríamos que trabajar la técnica".

Y lo hicieron. En poco tiempo el equipo de rugby portuense, que no estaba formado por niños bien universitarios, como era tradicional en nuestro país, sino por un grupo de chavales de las más distintas clases sociales, empezó a ser temido. En los años 70 adquirió fama y en los 80 gloria, consiguiendo el primer ascenso a una máxima categoría de un equipo de la ciudad en cualquier disciplina. El rugby era el rey de El Puerto.

El CRAP fue mejorando su técnica,pero todos coinciden en que el mayor progreso se producía en su manera de entender el deporte. "En lo deportivo suplíamos nuestra falta de técnica con una buena preparación física, lo que nos dio cierta fama, pero en lo que progresábamos era en entender el espíritu del deporte, que nos lo inculcaba Esteban, que se dejó una pasta en este sueño. Yo te digo que el CRAP es uno de los mejores clubes de España porque equipos habrá muchos, pero clubes, en el sentido de club, de camaradería, no hay tantos. Y el CRAP es uno de ellos".

Esta historia es pura épica. Lo fue el partido contra el Akantos, el filial de uno de los mejores equipos de rugby españoles, el Arquitectura. Ganó el CRAP con un ensayo bajo palos. El entrenador del Akantos les mostró su admiración. Aquel partido se recuerda entre risas porque algunos del equipo habían comido algo que produjo unas diarreas generalizadas. Se callaron, apretaron los dientes, salieron y ganaron. No ese, sino todos los partidos de la fase de ascenso. Todos menos el decisivo, en Santander. Era la temporada 90/91. Aquí también se aprende a perder.

  Fotos, balones, copas... en esta bodeguita hay mucha historia, pero también mucho futuro. Pepe, el presidente, habla con orgullo de su cantera, una cantera de niños, de chicos y chicas. "Les enseñamos un deporte maravilloso, pero también les enseñamos una filosofía, la filosofía de un deporte que respeta al contrario, donde son más importantes los valores que el resultado". Son 40 años de esta flema inglesa, de ensayos de vida, de terceros tiempos que son como estas fotos de la juventud de los hombres maduros que nos rodean, un panorama de un pasado que merece ser recordado.

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