Patrimonio histórico

Una morada eterna bajo el Cristo de la Piedra

  • Recientes estudios han constatado que Felipe Ruiz Puente y García de la Yedra, primer gobernador español de las Islas Malvinas, se encuentra enterrado bajo el camarín del Cristo de Humildad, en San Telmo.

DURANTE los siglos XVII y XVIII Chiclana se benefició de la situación privilegiada de la Bahía de Cádiz, de su comercio con ultramar y también de la construcción naval desarrollada en torno al Arsenal de la Carraca.

En nuestra villa siempre vivieron muchos de los destinados en la Real Armada y no menos trabajadores de su arsenal. Aquí se establecieron con sus familias: militares, marineros, maestros de la construcción naval y sobre todo obreros. Destacamos por su cuantía los calafates y los carpinteros de ribera, según pudimos comprobar en los libros sacramentales de la parroquia castrense.

Recuérdese que grandes cantidades de madera, procedentes de los abundantes pinares que rodeaban la villa, fueron destinadas a la construcción de barcos. Tantas llegaron a ser las personas relacionadas con el arsenal que hubo la necesidad de crear en Chiclana una parroquia castrense. Ésta se erigió el día 17 de enero del año 1765 en la iglesia de San Martín, próxima al Castillo del Iro y junto al convento de San Agustín, que pertenecía a los Agustinos Ermitaños de la Orden de la Observancia.

El día 21 de marzo del citado año, en presencia del escribano del Ayuntamiento Agustín Valdovino, del prior del convento fray Tomás de la Leña y de la comunidad de agustinos, se dio lectura al despacho del capellán de honor del Rey Carlos III y de su Real Compañía de Caballeros Guardiamarinas, Antonio Fanales Escalona, en el que se aceptaba la implantación de la nueva parroquia castrense. El documento afirma que: "Se concede en consecuencia permiso y facultad al prior y reverenda comunidad, para que en dicha Iglesia se administren los Santos Sacramentos a los súbditos de los Reales Ejércitos estantes y habitantes en la villa de Chiclana". [Libro 1º de Bautismos de la Parroquia Castrense de Chiclana, fº. 1-4.].

Así pues, se procedió a la colocación de la pila bautismal, haciéndose efectiva la licencia concedida para bautizos, casamientos y entierros en dicha iglesia. Y esto, no sólo para los militares y sus familias sino también para los trabajadores del arsenal en su mayoría sujetos al código castrense.

A partir de esa fecha se pudieron enterrar en la iglesia de San Martín los fallecidos pertenecientes a la parroquia castrense que lo desearan, que en su mayoría eran carpinteros o marineros, sus esposas y párvulos, más algún militar de alto rango.

Dado que en 1778 fueron trasladados los frailes agustinos desde la vieja iglesia de San Martín a la nueva de San Telmo, también en este último templo se reubicó la parroquia castrense, quedando situada la pila bautismal en la capilla del Señor del Refugio y Nuestra Señora de los Afligidos. Por tanto, en el nuevo templo pudieron seguir enterrando a la referida feligresía. Estos enterramientos se prolongaron hasta el año 1787. Por Real Cédula, el ilustrado Carlos III prohibió las sepulturas en el interior de las iglesias. Éstas se solían hacer normalmente en fosas bajo tierra, en las naves de la propia iglesia; como pudimos comprobar en 1987, con motivo de la rehabilitación del suelo de San Telmo.

Entre los militares de la Real Armada que habían fijado su residencia en Chiclana, sabemos que en el año 1776, lo hicieron el matrimonio formado por Felipe Ruiz Puente y García de la Yedra y su prima María Anselma Ruíz Puente. Ambos de la población de El Almiñe (Burgos). Ruiz Puente inició su carrera en el Cuerpo General de la Real Armada el 11 de julio de 1738, como Guardiamarina del Departamento de Cádiz. Ya en 1741 había ascendido a alférez de fragata, y así fue escalando grados hasta obtener los galones de capitán de navío en el año 1766. En 1767 fue nombrado gobernador del Río de la Plata y primer gobernador español de las Islas Malvinas. Al poco tiempo y por desacertados acuerdos políticos, ese estratégico archipiélago pasaría a la corona inglesa.

Tras el regreso de nuestro prócer a España, fue nombrado por el Rey Intendente de Marina del Departamento de Cádiz, en honor a su lealtad a la corona. Ya por entonces, además, poseía los siguientes títulos: Jefe de escuadra de la Real Armada Española, Caballero de la Orden Militar de Santiago y Comendador de Portezuelo en la Orden Militar de Alcántara.

Durante su estancia en Chiclana debió ganarse la simpatía de las gentes del pueblo y, en su vida religiosa, manifestó una gran devoción a la imagen del Cristo de la Humildad y Paciencia (Señor de la Piedra), siendo un destacado benefactor de esa cofradía, hasta el punto de solicitar a la hermandad ser enterrado bajo el camarín de dicha imagen, lo cual sucedió el 29 de mayo de 1779, tal como indica el documento siguiente:

"En la Villa de Chiclana de la Frontera, a veinte y nueve días del Mes de Mayo de mil setecientos setenta y nueve años: en esta Parroquia Castrense de San Telmo Iglesia propia de N.P.S. Agustín de la expresada Villa, con oficio de Honras enteras con posas, en el mismo pavimento del Camarín del Santísimo Christo de la Humildad, por su especialísima devoción a este Devotísimo simulacro, se dio sepultura terriza, en cumplimiento de su última voluntad, al cadáver del Sr. Dn. Felipe Ruíz Puente Jefe de la Escuadra de la Real Armada, Intendente General de Marina del Departamento de Cádiz, Caballero del Orden de Santiago y Comendador de Portesuelo en la de Alcantara, casado legítimamente, con la Sra. Dª María Anselma Ruíz Puente. Otorgó su Testamento ante Dn. Josef Morcillo escribano de S.M. de Tierra y de Marina: Recibió los Santos Sacramentos, que le administré: de que doy fé, y lo firme en supra = Exdiffin. Fr. Thomás de la Leña". [Libro 1º de Entierros de la Parroquia Castrense de Chiclana, 1765-1805. fº. 46.].

En las recientes obras de remodelación de la antesacristía de la Iglesia de San Telmo, justo en la pared que da la espalda al altar del Cristo de la Humildad, y como era de esperar bajo su camarín, apareció el enterramiento. De buena lógica confirmamos la identidad de los restos mortales acabados de documentar y así lo ponemos en conocimiento público, esperando que la Hermandad de la que fuera benefactor tome en consideración el valor del hallazgo y lo dignifique de acorde con la comunidad de los RR. PP. Agustinos Recoletos.

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