Trabajar con una clase de primero de Primaria con sólo 12 alumnos es, a la vez, ideal para la profesora y los escolares pero un mal síntoma para el futuro del colegio. El Gadir, en la barriada de la Paz, lucha por subsistir contra la baja natalidad ofertando unas instalaciones casi únicas en Cádiz. "Es un perfecto desconocido", asegura su directora, Araceli Eslava. El colegio perdió el año pasado una unidad de Educación Infantil, que fue trasladada al Reyes Católicos, donde había más demanda. A escasas fechas de la apertura del proceso de escolarización, el centro confía en que aumente el número de niños que quieran entrar en el colegio para así recuperar esa unidad perdida y reclamarla a la Delegación Provincial de Educación. Los esfuerzos son grandes. El Gadir 'vende' sus instalaciones como reclamo para quienes busquen una enseñanza de calidad para sus hijos. "Que vengan los padres, que conozcan el centro", clama Mari Ángeles Lérida, la jefa de estudios.

Rodeado de centros concertados, el Gadir tiene recursos que no tienen la mayoría de colegios de Cádiz. Oferta enseñanza bilingüe desde los 3 años. Cuenta con un huerto y Aula de la Naturaleza y más de 50 ordenadores además de los del plan TIC para 5º y 6º de Primaria. Hay internet en todas las clases. Dos aulas para educación especial, pabellón cubierto, biblioteca, aula matinal y un comedor con recursos propios. "No es un catering elaborado a las siete de la mañana. La comida, como en casa, se hace poco antes de la hora del almuerzo", apunta la jefa de estudios. Redactor y fotógrafo dan fe. Pedro Jiménez, profesor de Educación Física, enseña el ordenado y completo cuarto de material deportivo: "Es como el Decathlon en pequeño", dice.  En el Gadir se imparte Educación Física en Infantil aunque no sea obligatorio. Las excelentes instalaciones deportivas invitan a trabajar. El centro cuenta además con elevador para discapacitados y acoge la sede del Equipo de Orientación Educativa (EOE) que atiende a todos los colegios públicos de la ciudad.

A pesar de todas estas prestaciones, la mayoría de las familias quieren que sus hijos estudien en colegio privados, aunque tengan que desplazarse cada mañana al otro lado de lo que en tiempos fue la vía del tren. Hay pocos niños en la zona. En la barriada de la Paz, las familias son ya mayores y no se han construido viviendas para jóvenes. Muy cerca, el barrio de Astilleros, repleto de matrimonios de entre 25 y 40 años, podría ser 'cliente' potencial de este colegio. "Pero, ¿cómo vamos a competir con Villoslada, Argantonio o la Institución, que ofrecen además Enseñanza Secundaria?", señala Araceli Eslava. La directora rechaza el sambenito de barriada deprimida socialmente que pueda espantar a los padres. "Es una zona tranquila, a diferencia de lo que era hace ya años. Vivo aquí y no cambio esto por nada. Es una zona revalorizada", indica la directora. No le falta razón. Con El Corte Inglés a escasos metros y el futuro segundo puente a dos años vista, el colegio, dado el extenso terreno donde se asienta, es un caramelo urbanístico, lo que aumenta los temores de quienes defienden la pervivencia del centro.

"No se puede perder un colegio así. Luchamos por la escuela pública y por eso buscamos el apoyo de la Administración", afirma Mari Ángeles Lérida. La suerte está echada, aunque el trabajo diario y la intención de enseñar a la sociedad lo que el colegio ofrece son las mejores armas de los docentes del Gadir para garantizar el futuro del centro. El sindicato de enseñanza Ustea ha contribuido con una campaña en apoyo de la matriculación en el colegio. A falta de plataformas de salvación que sí merecen, al parecer, otros edificios de la ciudad, el Gadir espera que la publicidad realizada cuaje en la captación de clientes.