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José Berasaluce. Historiador y empresario

"Esta ciudad no puede seguir viviendo del mono azul"

  • Cree que Cádiz tiene un gran talento creador y que en el terreno de la cultura hay muchas oportunidades de negocio.

TIENE el discurso muy claro e intenta no caer en los tópicos. Berasaluce desprende ilusión por todo lo que hace y lo que dice.

-¿Catas con Arte es la unión de la ciencia, la gastronomía y la cultura?

-En la alta gastronomía todo el mundo se centra en el producto, pero nadie en el concepto. Hay un espacio de oportunidad y de innovación empresarial para la industria cultural en el entorno de la Universidad impresionante. La UCA tiene la producción científica con lo que hacen los investigadores y gracias a ello tienen una cantidad de recursos increíbles para generar recursos económicos. En cada cata que hacemos se incorporan un científico y un profesor de la Universidad que nos están dando mucho valor. A ellos nunca les habían llamado para esto. Imagínese lo que significa eso desde el punto de vista gastronómico, musical, cultural y científico. Para nosotros la Universidad es un espacio de oportunidad. Nadie estaría dispuesto a escuchar a un señor especialista en monstruos marinos y pagar por ello, pero si a ese catedrático llamado Arturo Morgado le metes unas algas de Suralgae, unos vinos Bristol Cream de Jerez, la música celta de Stolen Notes y un fotógrafo submarinista y eso lo haces en El Pelícano, inmediatamente eso genera valor.

-¿Se ha socializado el tema del gourmet, del gusto por la buena comida y los vinos?

-Sí. España se ha convertido en la primera potencia gastronómica del mundo pero también hay que decir que estamos haciendo una gastronomía para élites inalcanzable para el consumidor medio. Mucha gente no puede ir a pagar un cubierto de 150 euros que es lo que cuesta aquí un restaurante con la estrella Michelín. Esta ciudad lleva siglos viviendo del gourmet. El gourmet se inventó en Cádiz en el siglo XVIII en un ultramarinos. Entonces ya tenían estos establecimientos productos de Nueva York, Manila o Dinamarca. Afortunadamente aún quedan testimonios de ello como la mantequería de Cristóbal Colón o los Barreda. El gourmet se inventó en Cádiz en el XVIII gracias al ambiente cosmopolita que había en la ciudad. Es verdad que ya hoy está generalizado por todo el país al potenciarse la gastronomía. Sin embargo, yo creo que esta por sí sola no tiene valor. Hoy cualquiera en Singapur puede utilizar la misma técnica de cocina que la que se hace en E l Mentidero. Yo creo que el valor se le une con la cultura, que es lo que nosotros estamos incorporando.

-Por su experiencia, si se le da vuelta a la cabeza, se puede generar un negocio sin una gran inversión.

-Efectivamente. Es talento creador, que en esta ciudad hay mucho, pero se tiene que poner al servicio de la creación de empresa. Se tiene que transformar el talento creador en capacidad de emprender. Esa es la clave. Cualquier gaditano tiene capacidad de crear una idea, de hacer un cuplé, de crear una escena...

-¿Cree que está desperdiciado ese talento creador?

-Por supuesto. Hay mucho fracaso escolar y hay que formar a la gente. Hay una cosa preciosa y que siempre digo. Les Luthiers es un gran grupo argentino que nace del coro de la Universidad de Buenos Aires y que lleva una trayectoria de 40 años haciendo música y creando escena como un grupo de proyección internacional sólo creando música e instrumentos maravillosos. Eso es lo que llevamos haciendo en el Carnaval toda la vida. ¿No puede haber un Les Luthiers gaditano cuando tenemos la materia prima del talento de crear cosas? El talento está en cualquier parte pero hay que formarlo.

-Y además de talento, también hay que tener arrojo y más en los tiempos que corren.

-Yo no estoy de acuerdo con que todo sea una cuestión de dinero. Hay que contactarlos, conocer a las personas, hay que tener capacidad de trabajo en equipo, hay que salir de Cádiz. He vivido muchos años fuera y los nacionalismos se curan viajando. Necesitamos que la gente salga, mire, y no estoy obligando a la gente a emigrar a la fuerza, sino formarse, leer, etcétera. En Cádiz hay gente muy interesante en todos los ámbitos. Por ejemplo lo que está haciendo Paco Cano, que hace un año abrió la Casa Arámburu con un modelo muy berlinés donde puso de manifiesto la vanguardia contemporánea de los creadores de la ciudad desde una perspectiva diferente y vinieron miles de personas a visitarla. Son ejemplos clarísimos de que con gente inteligente, la cultura debe ser un motor económico de la ciudad.

-Siempre se ha hablado de las humanidades como la 'maría' de la formación. ¿Esto es una manera de demostrar que tienen salidas empresariales?

-Esta ciudad no puede seguir viviendo del mono azul. El concepto de ciudad industrial está caduco. Es imposible competir con el mono azul, con la producción de bienes de equipo, con la industria siderometalúrgica, con la naval. Ahí está pero la ciudad tiene que reinventarse, necesita incorporar a gente con talento que cambie el modelo productivo y éste se cambia a través del talento, desde la Universidad, desde la ciencia, el conocimiento, la capacidad de emprender y eso se hace con la cultura. Es el concepto de ciudad creativa y no el industrial.

-Usted habla de abrir la mente y también se ha referido a la creatividad del Carnaval. ¿No cree que precisamente el Carnaval es lo que hace que nos miremos más al ombligo?

-Es cierto que es muy endogámico. Me considero un militante del Carnaval, y también de la Semana Santa, pero el primero tiene un problema y es que el concurso lo limita porque se ha pervertido mucho por el establecimiento de normas y el carácter competitivo lo que ha limitado la capacidad creadora. No es normal que el concurso esté encumbrando y hundiendo a autores maravillosos y que luego haya en la calle agrupaciones que nunca han concursado que tengan contratos por todo el mundo. Eso pone de manifiesto que hay un problema. Hay gente maravillosa haciendo cosas impresionantes en la calle. El concurso genera una mafia en torno al mismo aunque después tiene una plástica muy interesante porque es competitivo, es intrigante pero pervierte mucho porque se ha creado una canalla alrededor del mismo con muchas puñaladas traperas y muchos modos de vida hechos al concurso que impide crear y salir de ahí.

-Usted cuando era presidente de los jóvenes empresarios de Cádiz quería que la gente visualizara modelos de empresas para animar a otros emprendedores. Usted que ha hecho pinitos en la política, ¿no cree precisamente que en los políticos no está ahora el ejemplo a seguir con tantos profesionales?

-La política hoy en día es un problema porque ha habido malos comportamientos y actitudes denostables. La gente tiene la sensación de que los que cometen los delitos salen impunes y eso a mí me duele mucho. La política es un deber de ciudadano. Como la Grecia clásica debería ser obligatorio como es la presidencia de la comunidad de vecinos, todo el mundo debería saber cómo es la cosa pública porque hay un carácter de servir a los demás. Esa es una de las cosas por las que ya forma parte de mi pasado la política porque un día me planteé qué había hecho yo en mi partido por los demás. Con respecto a los políticos profesionales yo pienso que deben existir porque hay algunos que a lo mejor fuera no han tenido una actividad profesional pero son capaces de plantear estrategias, de hacer discursos, de hacer cosas interesantes... A Cayo Graco, el senador romano, no se le pidió otra cosa que tener buena oratoria y ser capaz de convencer con sus planteamientos. La política es un arte que permite transformar la realidad de la gente y sin política no podemos vivir.

-Perdió ante Federico Pérez Peralta en el PSOE y más tarde se integró en una lista de Marta Meléndez que también cayó ante Francisco González. ¿No tiene la sensación de haberse alineado siempre en el bando perdedor?

-Tengo la sensación de siempre haber estado contestando al poder lo tuviera quien lo tuviera porque creía que otro partido era posible. Además, donde se disfruta además es en la derrota. El concepto de la derrota es "me mata, me da la vida". Es maravilloso también contestar al poder en un partido y eso sólo te lo permite un partido de izquierdas como el PSOE. Esa es la grandeza que tiene el PSOE y es la posibilidad que tienes de usar la palabra. Después está la parte más perversa como las redes clienterales, las estructuras de poder, las extorsiones, pero eso forma parte de la vida misma.

-¿Ha sido usted un intrigante políticamente hablando?

-Conspirar forma parte de la política. Nadie es ajeno a ella ni a la intriga. La conspiración, la negociación... forman parte de la política. Hay cosas muy bellas en ella.

-Es un enamorado de la ciudad y la vive intensamente. ¿Usted va más allá del gaditano de las tres C como dice Fernando Santiago (Cádiz, Carnaval y capilleo)?

-Es que eso hay que superarlo. Hay un exceso de identidad con esos tres valores aunque nos representan muy bien. Eso ensombrece la ciudad. Hay que ir más allá y ver que en esta ciudad hay algo más. Esta ciudad ha tenido proyección cultural internacional increíble. La Real Academia de Bellas Artes o los maestros de capilla del Cádiz liberal, burgués, etcétera, eso también convive aquí. Hay directores como José Luis López Aranda, de la camerata del Falla, con una trayectoria musical increíble. Esta ciudad tiene un referente musical internacional como Las Siete Palabras de Haydn. Hay que mostrar otras partes de la ciudad. Hay que gritar Cádiz no sólo desde las tres C.

-¿Cree que hemos perdido una oportunidad en el Bicentenario para superar esas tres C?

-La ciudad no necesita una justificación como el Bicentenario para seguir creciendo. Creo que el concepto que se ha creado para el Bicentenario ha sido totalmente equivocado porque esta ciudad no necesita de una efemérides para crecer socioeconómicamente. Es un error de cálculo. Parece que todo lo que no se hubiese hecho en 2012 ya no era posible hacerlo. La ciudad sigue viviendo y sigue teniendo vida. ¿Qué pasa, que en 2013 ya no hay vida? También los políticos nos han vendido humo. Además, creo que el Bicentenario no ha creado un clima de autoestima colectiva. No ha conseguido quitarnos el complejo de ciudad marginal y aislada.

-¿Cómo saborea uno la vida cuando ha superado un cáncer como el que sufrió con 33 años?

-Me da más ganas de vivir. En un proceso oncológico la vida te tira del caballo y te puedes subir o seguir con lo mismo. Lo que me hace es disfrutar más de la pequeñas cosas, de mis hijas, aprender a sentirme querido y vivir cada día como si fuese el último. Sobre todo que he convertido mi antigua religión en una sola, el hedonismo, el placer por el placer, la antigua creencia romana.

-¿Y ese hedonismo no puede llevarle a la superficialidad?

-El hedonismo romano no era ninguna banalidad. Uno puede ser una persona comprometida y es compatible eso con disfrutar de los placeres de la vida. No se puede estar eternamente ofendido ni enojado. Hay que vivir sonriéndole a la vida.

-¿Cómo representaría en una cata con arte la política actual?

-Se puede enfocar desde muchos puntos de vista pero creo que lo enfocaría como el arte de lo imposible. No son ciencias exactas pero hay que darle valor porque es el único instrumento para cambiar las cosas con los votos, no con las botas como está ocurriendo en Egipto. No hay que generalizar los malos comportamientos y hay que dignificar a los concejales de barrio, a los que se desviven y los hay en muchos sitios de España. Hay que tener una visión positiva.

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