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Cádiz

"Padecemos un eclipse de Dios y vivimos como si no existiese"

  • El obispo diocesano Rafael Zornoza preside en la Catedral, en presencia de numerosas personas, la celebración eucarística de apertura del Año de la Fe

 "Padecemos un eclipse de Dios, en la vida pública y privada, y vivimos como si no existiese", destacó el obispo diocesano Rafael Zornoza en  la homilía de la celebración eucarística de apertura del Año de la Fe que presidió en la tarde de ayer en la Catedral, que se llenó de público.

Aunque  no se estableció protocolo alguno, entre los presentes se encontraban el teniente de alcalde Juan Antonio Guerrero; el subdelegado de Defensa, Vicente Pablo Ortells; el director del Secretariado Diocesano de Hermandades, Alfonso Caravaca, y el presidente del Consejo hermandades, Martín José García, así como responsables de diversas instituciones y asociaciones religiosas. 

 

El prelado concelebró con los vicarios, el cabildo Catedral y más de medio centenar de sacerdotes, cantando durante la ceremonia el coro parroquial de San Mateo de Tarifa. 

Monseñor Zornoza destacó en el saludo inicial la asistencia al acto de apertura, que el Papa Benedicto XVI  presidió el pasado jueves en Roma, y dijo que suponía recorrer de nuevo la peregrinación iniciada el día del bautismo.

 

Tras las dos lecturas y la del Evangelio de San Marcos, el obispo pronunció la homilía,  que comenzo aludiendo a que la fe no se puede acomodar a los intereses mediocres o la rutina, para destacar que "es urgente renovarse mirando de frente a Jesucristo, a su mirada de amor" y recordar las palabras del Santo Padre: "el cristiano cree en Dios por medio de Jesucristo".

 

Al respecto apuntó que "por eso tenemos que pedirle que aumente nuestra fe, ese gran regalo que teneos que renovar", agradeciendo seguidamente el esfuerzo de los vicarios y de los delegados episcopales para organizar toda la programación, que se prolongará hasta el 24 de noviembre del año próximo.

 

Luego se detuvo en el testimonio de la caridad, afirmando que había que reconocer el de muchos cristianos que se dedican a los demás, desde los emigrantes a los que no tienen empleo, pasando por los necesitados.

 

Asimismo recordó que el Año de la Fe coincidía con el 50 aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II y el 20 del Catecismo de la Iglesia Católica, "que es un regalo de Dios para el tercer milenio y fruto de aquel Concilio Ecuménico".

 

Finalmente animó a los presentes a tomar conciencia de la importancia del Año de la Fe, "para buscar y reencontrarnos con Dios, que está en el centro de nuestras vidas", y puso a la Virgen María como modelo de fe, esperanza y dulzura.

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