CONCERT MUSIC FESTIVAL

Primitivo latido

  • C. Tangana expone sus rimas ante el joven público del Concert Music Festival en un concierto breve pero intenso

C. Tangana, durante su concierto en Sancti Petri.

C. Tangana, durante su concierto en Sancti Petri. / Sonia Ramos

"A euro de la entrada por minuto" prácticamente es como se cotizó el concierto de Antón Álvarez, para la música C. Tangana, en el escenario Lenovo del Concert Music Festival de Sancti Petri. O eso es lo que comentaban algunos de los asistentes al terminar el breve espectáculo que ofreció el rapero madrileño en la cita chiclanera. Estaba previsto el show para las 22.30 y el artista irrumpió en escena media hora más tarde, para acabar antes de la medianoche. A las 23.47 horas se esfumó de allí como el humo que inundó el escenario durante todo el recital y dio paso a la sesión de los dj's Les Castizos, con el joven público con ganas de mucha fiesta.

"Ha sido corto, pero bueno... Es C. Tangana, no se le puede pedir más", explicaba una chica recién acabado el concierto. No sabemos exactamente a qué se refería la seguidora del artista o si todas las presentaciones del madrileño tienen esa duración, aunque dicha premura en la ejecución musical bien podría resumir el carácter sonoro y social del espectáculo. Breve, intenso, directo, primitivo en su sentido de latido esencial del ser humano como ser de pasiones. Exactamente la idea que socialmente se asocia -erróneamente o no- a la generación millennial y de la que el rapero con su música es uno de sus más exitosos portavoces.

Pasional fue, desde luego, el jovencísimo público que congregó frente a sus rimas el artista. Desde antes del concierto ya estaba prendido el ambiente y no se paraban de bailar y canturrear los temas del hilo musical previo con los éxitos del momento (Rosalía, Lola Índigo, Rihanna...). Y ya en faena prácticamente el recital se ejecutó al alimón entre C. Tangana y seguidores, que no pararon de acompañar en todo momento cada rima, letra, estrofa del cancionero del artista. Tanto es así que en ocasiones era verdaderamente complicado entender qué decía el rapero entre gritos, piropos, coros espontáneos y un filtro sonoro cuajado de percusión -la primera música del mundo, la del latido de las pasiones-, autotune y voces pregrabadas.

Eso sí, C. Tangana sudó la camiseta. Saltó, brincó, bailó, se dejó la piel para delirio de la audiencia y regaló un tema detrás de otro, sin respiro. En sus letras hay muchos lugares comunes en el imaginario del rap -dinero, chicas, sexo y fama-, pero también corazoncito y cabeza. "He tardado cuatro años en escribir este tema", confesaba antes de interpretar la "abolerada" Un veneno, uno de los pasajes más interesantes musicalmente del concierto. O juraba también querer el cielo Antes de morirme, poesía urbana para los románticos de nueva generación que viven más rápido que respiran.

C. Tangana también le canta a la más absoluta carnalidad. Al Booty -un dúo con Becky G-, que es como se le llama ahora a esa zona donde la espalda pierde su casto nombre. Se movió bastante aquella parte anatómica al son de la canción entre la audiencia. Pero también Persiguiéndonos, Cuando me miras, Nada y Bien duro, con imágenes entremezcladas en pantalla del rapero y la película Jamón, Jamón de Bigas Luna, epítome de la sensualidad hispánica de extrarradio que se estrenó cuando el protagonista de estas líneas tenía dos añitos y capitaneada por el matrimonio Cruz-Bardem

"¿Hay alguien por ahí?", preguntaba C. Tangana a su público antes de encarar Baile de la lluvia, Pa' llamar tu atención, Llorando en la Limo Still rapping, las más asociadas a la temática rapera del "porque yo lo valgo" que se mencionaba antes. 

Y para un público eminentemente femenino, el rapero se guardaba Guerrera -un dueto grabado con Dellafuente que junto al propio Antón Álvarez es el único representante del sonido urbano en la segunda edición del Concert Music- y "¿qué falta?", preguntaba antes de darle a las féminas el título de Mala mujer, quizá una de sus composiciones más conocidas.

Latió la música en Sancti Petri para un público acostumbrado a vivir deprisa, a las emociones instantáneas, al calor de las nuevas tecnologías, de los filtros virtuales, del postureo pero que sufre, piensa y siente como el que le dio la vida, a otro ritmo eso sí. Las rimas de C. Tangana lo tienen, ritmo y vida. Para otra sensibilidad quizá, pero con el mismo latido primitivo que entraña nuestra genética.

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