Una joven gaditana cobra el cubierto a sus invitados y no asiste nadie a la boda
Unos días antes de la boda, ni familiares ni amigos han confirmado a esta joven de Cádiz si asistirán
La historia de una joven de Cádiz se ha vuelto viral después de que contara que ninguno de sus invitados quiso acudir a su boda. ¿El motivo? Decidió que cada persona debía pagar su propio cubierto, de 25 euros, en lugar de hacer regalo. Lo que pretendía ser un gesto práctico acabó dejando la celebración vacía.
Quiso evitar los regalos, pero nadie confirmó asistencia
La protagonista, identificada como Daria, explicó en el programa Y ahora Sonsoles de Antena 3 que su idea era sencilla: "No quería regalos, prefería que cada uno se pagase su cubierto y viniese porque realmente quiere estar en mi boda" .
Sin embargo, el resultado fue muy distinto al esperado. Ninguno de los invitados confirmó asistencia, ni siquiera cuando se acercaba la fecha límite para responder. En total, habían sido convocadas unas 40 personas, entre familiares y amigos, pero todos optaron por declinar la invitación.
En el vídeo que compartió en su cuenta de Instagram, la joven contaba su sorpresa: "Puse que el cubierto eran 25 euros y que no hacía falta regalo, y al final no vino nadie". El clip acumula ya miles de visualizaciones y comentarios, la mayoría divididos entre la empatía y la crítica.
Reacciones divididas: entre la comprensión y la polémica
El caso ha abierto un debate en redes sociales sobre los límites del protocolo y la manera de celebrar las bodas hoy. Muchos usuarios han defendido la postura de Daria por considerarla honesta y realista, especialmente en un momento en el que organizar una boda supone un gran gasto.
Otros, en cambio, creen que cobrar a los invitados rompe con la esencia del evento. "Si te invitan, lo lógico es que el anfitrión asuma los costes", escribía un usuario. "Pedir dinero antes de ir hace que parezca una transacción, no una celebración", añadía otro.
“Ahora sé quién quiere estar de verdad”
Pese al vacío de confirmaciones, Daria aseguró en televisión que mantendrá la boda aunque sea con un grupo más reducido. "Quiero volver a reducir mi círculo y la boda se va a hacer", afirmó.
Según explicó, su objetivo no era obtener dinero, sino filtrar a las personas que acudían por compromiso. "Especifiqué que no quería regalos, prefería que cada uno se pagase su cubierto y viniese porque de verdad quiere ir a la boda", decía.
Una tendencia que gana terreno
Aunque pueda parecer insólito, cada vez son más las parejas que optan por pedir una aportación económica directa en lugar de los regalos tradicionales. La diferencia está en cómo se comunica: hacerlo de forma clara, amable y sin imposiciones es clave para que los invitados lo comprendan.
Expertos en organización de eventos recuerdan que este tipo de iniciativas pueden funcionar si se plantean desde la empatía. "No es lo mismo pedir colaboración que imponer una tarifa. El tono cambia todo", señalan.
Más allá de la anécdota, la historia de Daria deja una reflexión sobre las relaciones personales y las expectativas sociales. En una época en la que las bodas tienden a ser cada vez más íntimas, su experiencia muestra que la sinceridad puede tener un precio. Y, en su caso, el coste fue literal: 25 euros por cubierto y cero invitados.
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