Muere a los 89 años el filántropo Vicente Ferrer en su casa de la India

El cooperante español, que durante décadas hizo gala de un espíritu indomable, será enterrado el próximo lunes en la India · La labor iniciada por este ex jesuita ha cambiado la vida de muchas personas

El cooperante español Vicente Ferrer.
M. Berard · A. Morales / N. Delhi

20 de junio 2009 - 05:01

El infatigable cooperante español Vicente Ferrer falleció ayer a los 89 años en la ciudad india meridional de Anantapur, epicentro de su acción humanitaria, desde donde trabajó por hacer realidad el sueño de acabar con la pobreza y mejorar la vida de los más desfavorecidos. Ferrer murió en su casa a las 4:30 hora local (una de la madrugada en España), acompañado por su esposa Anne, su hijo y su nuera, informó la portavoz de la Fundación Vicente Ferrer, Blanca Romañá.

El filántropo catalán, que se encontraba en estado crítico, falleció a causa de una parada cardiorrespiratoria después de que en los últimos días su salud se agravara. "Los cooperantes y trabajadores lo están llevando con serenidad, como hubiera sido el deseo de Vicente", añadió la portavoz.

Justo hace tres meses, Ferrer había sufrido una embolia y había sido posteriormente ingresado en un hospital de la cercana localidad de Vellore, donde permaneció varias semanas hasta que recibió el alta y volvió a su domicilio, en Anantapur, siempre en compañía de los más allegados. La familia de Ferrer está recibiendo las condolencias de los vecinos de la zona, que se han desplazado hasta la sede de la organización fundada por el filántropo catalán. Centenares de residentes de los pueblos próximos a Anantapur, donde la organización lleva a cabo su labor humanitaria, forman largas colas a las puertas del edificio, donde se ha instalado la capilla ardiente, para despedirse de Ferrer. "Están desolados. La gente está muy triste", aseguró la portavoz.

Romañá explicó que la labor iniciada por Vicente Ferrer "ha cambiado la vida de muchas personas" y que el cooperante llevó a cabo un "sacrificio integrador y no paternalista" que permitía que las personas beneficiadas se implicaran "en el proceso de cambio". "Espera un milagro" rezaba en 1969 un cartel colgado de una pared desamparada en lo que sería su casa, en el depauperado distrito de Anantapur. Y el milagro llegó en el mismo edificio, transformado en el cuartel general de una ONG que ya en el siglo XXI cubre 2.278 pueblos en el estado de Andra Pradesh y beneficia a más de 2,5 millones de personas.

Pero para construir este espacio e impulsar un cambio ideológico dignificó a la población dalit o intocables, y a una región rural lastrada por la pobreza y la discriminación. Ferrer hizo gala durante décadas de un espíritu indomable y jamás dio su brazo a torcer.

La fundación ha creado "una red de solidaridad entre los ciudadanos de los pueblos" y los 1.800 trabajadores indios de la organización y los 15 cooperantes españoles que trabajan en Anantapur continuarán con la labor humanitaria emprendida por Ferrer, según la portavoz. "Erradicar la pobreza era el auténtico sueño de Vicente. Nuestro propósito es continuar su sueño", aseveró.

El ministro consejero de la embajada española en Nueva Delhi, Gonzalo Ortiz, dijo que "la profundidad de la vida de Ferrer no desaparece con su muerte" y destacó que su figura ha sido "un puente entre España y la India". "Los españoles en la India, en general, nos quedamos huérfanos. Tuvo una vida plena dedicada a los demás", recordó. Está previsto que el funeral se celebre el próximo lunes en la sede de la fundación, dijo la cónsul española en la India, Laura Oroz, quien añadió que la presencia de autoridades españolas en el sepelio está condicionada a los deseos de la familia.

Ferrer, nacido en Barcelona el 9 de abril de 1920, llegó como misionero jesuita en 1952 a la India, pero la suspicacia que despertó su labor forzó su expulsión en 1968. Un año más tarde regresó al país y retomó su tarea filantrópica en el depauperado estado de Andhra.

Abandonó la Compañía de Jesús, se casó con la periodista británica Anne Perry y continuó trabajando por la mejora de las condiciones de vida de las comunidades más desfavorecidas y discriminadas. "¿Por qué dejó usted de ser jesuita?", le preguntó una voluntaria de la fundación en una ocasión. "Porque me dio la gana", fue la respuesta de este luchador.

El pasado mes de enero, la vicepresidenta del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, entregó la Gran Cruz del Mérito Civil a Vicente Ferrer, quien también fue laureado con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1998. "Me faltan palabras para describirlo. Es una persona excepcional en la vida de muchas familias, entre los pocos que pasarán a la historia", dijo una voluntaria.

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