El Pertiguero

Saetero a tus saetas... sin micrófono

  • ¿A quién se le ha ocurrido, y quién ha permitido el despropósito de cantar saetas a todos los pasos en Candelaria?

Una saetera canta desde un balcón de Candelaria.

Una saetera canta desde un balcón de Candelaria. / Lourdes de Vicente

En qué ciudad del mundo alguien plantearía colaborar con una fiesta hundiéndola, echándola a perder, quitándole la esencia y la naturalidad que debe tener, la que le ha dado el brío, la prestancia, la historia e incluso la catalogación de Interés Turístico Nacional. No busquen en el mapamundi que ya se lo digo yo... en Cádiz (cómo no).

Resulta que andaban tan tranquilas las cofradías con sus horarios, sus itinerarios, su búsqueda de recursos para sacar a la calle la mejor procesión posible, sus quebraderos de cabeza para conseguir el número de cargadores suficientes, sus seguros, sus flores, sus ceras... cuando en paralelo una institución ha decidido dar lustre a la Semana Santa y se ha inventado un despropósito ya experimentado en los 90 y que creíamos felizmente acabado. Pero no.

A un grupo de gaditanos no se le ha ocurrido mejor idea que interrumpir el paso de las cofradías, todas las cofradías, por la carrera oficial –plaza de Candelaria– con una saeta que, agárrense los espartos, se interpreta ¡con micrófono incluido! Aún resuenan en la memoria de los cofrades aquella saeta al Despojado en la Avenida María Auxiliadora en su primera salida, y ahora vienen los de la cátedra de Flamenco a removernos las entrañas nuevamente.

No deja de ser curioso que una medida que dice viene a potenciar una parte fundamental de la Semana Santa que ciertamente ha caído en desuso y está en peligro de extinción en Cádiz, la saeta, se tome absolutamente a espaldas de las hermandades, que ven cómo se le impone el cante en cuestión y con micrófono, para que la saeta sea más protagonista incluso que la imagen que va en el paso. Inconcebible.

Llamativo resulta también que la medida haya sido patrocinada, acogida y anunciada a bombo y platillo por una administración pública –la Junta de Andalucía, en este caso– igualmente sin contar para nada con las hermandades.

¿Se imaginan los de la cátedra que en el próximo certamente, concurso o evento que organicen nos colemos los cofrades tocando el tambor paseando un incensario incandescente por el escenario, porque vemos oportuno que no se pierdan las cofradías? Es absolutamente llamativo lo que está ocurriendo desde el Viernes de Dolores en Candelaria con estas saetas y sus altavoces. Si no quieren que la saeta se pierda, el peor camino desde luego es poner a los saeteros a cantar desde un balcón micrófono en mano, porque bien sabrán en la cátedra que la saeta nunca se cantó con micrófono, sino que es una oración espontánea salida del corazón para solemnizar el paso de una cofradía. Y no para cargárselo, como está ocurriendo en Candelaria.

¿Pondrá alguien orden a este despropósito?

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