La Semana Santa de 2021

Viernes Santo 21 días más tarde

  • Investigadores de la Politécnica de Madrid plantean retrasar la celebración de la Semana Santa para evitar la incidencia de la pandemia

  • La medida no afectaría a los cultos ni a las procesiones ya suspendidas

El Cristo de la Buena Muerte, en su salida del Viernes Santo de 2019

El Cristo de la Buena Muerte, en su salida del Viernes Santo de 2019 / Fito Carreto

La epidemia del coronavirus y su incidencia directa sobre la Semana Santa, que por segundo año se celebrará sin procesiones, deja ventanas abiertas para las ocurrencias o despropósitos de lo más variado. Y si hace un año era el mismísimo Vaticano el que planteaba que las procesiones pudieran celebrarse en septiembre, en una especie de Semana Santa de los Jartibles que la evolución de la propia pandemia ni siquiera permitió vislumbrar, ahora han sido unos investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid los que han lanzado la última idea: retrasar la celebración de la Semana Santa tres semanas.

Esta es la conclusión a la que llegan cuatro investigadores que han publicado un estudio sobre la optimización de la vacuna del Covid y la efectividad en las medidas de contención de la pandemia. En concreto, plantean que el Viernes Santo festivo pase del 2 de abril al día 23, uniendo a ello el resto de posibles festivos que en torno a esa fecha tengan las comunidades autónomas españolas (algunas de ellas el Jueves Santo, que pasaría a celebrarse el 22 de abril, y el Lunes de Pascua, que sería 26 de abril). Reconocen los autores de la propuesta la premura a la hora de elevarla, pero consideran que las nuevas fechas “son perfectamente compatibles con el posible desarrollo otros años de la Semana Santa, al tratarse de unas festividades fijadas por la tradición en un evento astronómico variable (primer plenilunio de primavera)”. Son fechas, por tanto, “más fácilmente adaptables en entornos educativos o laborales, habituados a la variabilidad de las fechas de estas fiestas, lo que no ocurría con festividades, también tradicionales, como el periodo navideño, fijado en fechas exactas del calendario”, siguen defendiendo.

El principal argumento para retrasar las vacaciones de Semana Santa se basa en el aumento de población vacunada tres semanas después, que se estima en un millón y medio de personas, las cuales además encajarían en la franja de mayores de 80 años, por lo que se reduciría notablemente la tasa de mortalidad. Todo ello recordando el trágico efecto que las vacaciones de Navidad han tenido con la irrupción de una tercera ola de Covid que en el caso de Cádiz ha sido especialmente grave.

En un segundo nivel, estiman los investigadores que este retraso de tres semanas permitiría que las cifras de incidencia del virus sigan bajando, con lo que al llegar a la Semana Santa propuesta (que ya no sería a partir del 28 de marzo sino del 18 de abril) las autoridades podrían establecer una relajación de las normas y límites que permitiría disfrutar de manera más amplia de estas vacaciones. Y unido a esto, los investigadores ponen también el acento en el beneficio para un sector tan castigado como el de la hostelería o los hoteles tener unas vacaciones con muchos límites que los previstos en el calendario actual. Incluso se verían doblemente beneficiados teniendo en cuenta que previsiblemente el clima y las temperaturas serán mejores a finales de abril que a finales de marzo.

Los cultos y las procesiones

Todo esto tiene un pero nada desdeñable: la Semana Santa en sí y su celebración religiosa. ¿Puede la Iglesia variar la fecha? Este debate se mantiene relativamente vigente en el tiempo, y de hecho el propio Papa Francisco planteaba hace unos años la posibilidad de habilitar una nueva fecha para celebrar la Resurrección. No obstante, no parece que estando ya con la Cuaresma comenzada se pueda plantear un retraso en la Semana Santa de 2021 en España. De este aspecto también se hacen eco los investigadores, que apuestan porque se mantengan las celebraciones religiosas según el calendario previsto, “toda vez que las actividades masivas seguirían limitadas en esas fechas, y esas celebraciones no implicarían mayores riesgos sobre la población, teniendo en cuenta que se han celebrado y se siguen celebrando habituales eventos con precauciones, sin que se haya detectado incidencia de contagios singulares en templos tras las celebraciones, que seguirían manteniendo las medidas de protección”.

Respecto a las procesiones en sí, apunta el estudio de la Politécnica que es “poco probable” que pudieran llegar a permitirse “ni en las fechas previstas ni aunque se produzca ese aplazamiento de tres semanas”. “Aunque si las circunstancias pudieran permitirlo, tal vez fuese más factible alguna actividad adicional relacionada con este período de significación religiosa y tradicional de la Semana Santa, aunque aplazado unas semanas para que coincida con el nuevo periodo vacacional con condiciones de mayor seguridad, si el número de personas previsible es reducido, como podría ser el caso de pequeñas poblaciones”, añaden.

Por tanto, la última ocurrencia respecto a la Semana Santa parece ir más dirigida al turismo y las vacaciones laborales que a la celebración religiosa en sí, que nadie discute que se mantenga en sus fechas tradicionalmente establecidas y, por segundo año consecutivo, sin procesiones en las calles.

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