La Tribuna Cofrade

Semana Santa 2020: Se acabó

  • El ‘mandato’ de la Conferencia Episcopal no esconde el caos en la gestión de la crisis del coronavirus

  • La situación con la Cuaresma prácticamente suspendida es del todo inédita

Sillas dispuestas en San Juan de Dios la víspera del Domingo de Ramos de 2019

Sillas dispuestas en San Juan de Dios la víspera del Domingo de Ramos de 2019 / Marcos Piñero

"Ya era hora”. “Al fin”. El alivio en la noche del viernes, cuando se conoció el nuevo documento de la Conferencia Episcopal con orientaciones para hacer frente al coronavirus. Las orientaciones de los obispos españoles contra la epidemia han sido todo un alivio para las hermandades, que vieron en esa rotunda frase –“Las procesiones de este tiempo han de suprimirse”– el fin de su incertidumbre, la luz que llevaban días buscando en el túnel en el que se ha convertido esta Cuaresma de 2020 que pasará a la historia.

La Iglesia no es de improvisar, y de hecho en toda esta gestión de la crisis del coronavirus siempre ha ido por detrás de los acontecimientos y de los gobiernos nacional o autonómicos y locales. Pero por eso mismo, también, no deja nada al azar. Y si uno lee con detalle el documento 'Orientaciones ante la situación actual' publicado el viernes comprueba cómo cada una de las orientaciones se lanza en un tono suave, en un estilo literario amable; hasta llegar a las procesiones, donde se atajan con un contundente imperativo: “Han de suprimirse”. Para el resto de orientaciones, la Conferencia Episcopal utiliza las formas “recomendamos”, “es aconsejable”, “pueden”, “se recomienda”, “en la medida de lo posible”, “debe de omitirse”, “podría”... La diferencia gramática es brutal. Sin paliativos.

La Conferencia Episcopal dejó claro el viernes lo que nadie hasta ahora había querido decir. De hecho, la gestión del coronavirus en la Iglesia de Andalucía estaba siendo de libro. Siempre tarde en las recomendaciones, y para colmo sin un criterio común a las diócesis andaluzas, sin buscar un punto de encuentro común a la hora de tomar una decisión o publicar unas directrices en relación a las iglesias, al culto, a la Cuaresma y a la Semana Santa.

Enterarse el viernes que las iglesias siguen abiertas y que el culto se sigue celebrando con normalidad en Cádiz, donde no se estipulaba absolutamente nada relacionado de manera directa con la intensa actividad de las hermandades en estas semanas cruciales, al mismo tiempo que el arzobispo de Sevilla suspendía las celebraciones públicas de piedad popular (vía crucis, conferencias, retiros o charlas) y dejaba en manos de las juntas de gobierno la potestad para decidir sobre la celebración o no de los cultos internos (insistiendo en caso de que se desarrollen en el cumplimiento de las medidas establecidas por las autoridades sanitarias), o que los obispados de Huelva y Jaén suspendían todas “las actividades y manifestaciones propias de hermandades y otros ejercicios de piedad de Cuaresma” era un auténtico disparate.

De ese caos de los responsables diocesanos ha llegado también el que se ha producido entre las propias hermandades. Un Consejo que estuvo planteando dar el pregón en una iglesia cuando el Ayuntamiento decretó el cierre del Falla; una cofradía que decide suspender su salida y mantiene los cultos internos, frente a otra decena que suspende sus cultos internos y por ahora mantiene su salida; un colegio que suspende el vía crucis de su Cristo por las calles pero que concentra a decenas de personas en el patio del centro para hacerlo allí; una hermandad que suspende el traslado de sus imágenes pero mantiene la misa previa, otra que celebra los cultos pero suspende la conferencia posterior...

En medio de todo ello llegó la Conferencia Episcopal con una sutil afirmación incluida en medio de un bloque de recomendaciones, pero que era un contundente llamamiento. “Las procesiones han de suprimirse”. Ni podrían, ni recomendamos, ni en la medida de lo posible ni nada de eso. “Han de”. Y no hay más que hablar. Por eso lejos de ser la mala de la película, la Conferencia Episcopal se convirtió el viernes en la gran aliada de las hermandades y sus responsables. Sus orientaciones provocaron que la incertidumbre sobre la Semana Santa se acabó. Como se acabó la Cuaresma. Toca recomponerse de este duro varapalo, el mayor que se han llevado las cofradías en décadas, y mirar ya con ilusión –en lo semanasanteramente hablando– al 2021. Hasta entonces, que haya salud para todos.

Crisis

Y muy grande, la que puede venirse encima de las hermandades cuando se confirme que no saldrán este año a la calle. Tendrán primero que negociar con los proveedores (especialmente flores, cera y música) a ver cómo quedan los contratos, tendrán que devolver las cuotas de salida que habrán abonado los hermanos que ya retiraron sus papeletas de sitio; y no percibirán ningún ingreso por la venta de sillas. La situación es bastante compleja, confiando en que el Ayuntamiento mantenga la subvención económica pese a la suspesión de la Semana Santa. Mucha suerte porque se avecinan meses complicados.

Afligidos

Mucho revuelo –enorme– provocó el miércoles el anuncio de la cofradía del Jueves Santo de suspender su salida procesional. Obró la junta de gobierno con absoluta decisión, al tener claro la gravedad de la situación en España, y en esos momentos (todo hay que decirlo) con las instancias superiores de aquí jugando a que no pasa nada y que todo seguía con normalidad. A Ramón Velázquez y su junta se le achaca no haber contado con el resto de hermanos mayores a la hora de tomar la decisión, pero horas después tampoco ninguna hermandad contó con nadie para ir cancelando cultos. ¿Debería haberse convocado cabildo general para una decisión de ese calado?

Los Patronos

Asunto resuelto, prácticamente, el de la hermandad de los Patronos. El hijo del recordado hermano mayor, Francisco Arenas, se va a hacer cargo de la corporación, que pasará a integrarse plenamente en el Consejo con el objeto de normalizar su funcionamiento; o mejor dicho, de adaptarlo a lo que es común en el resto de cofradías de la ciudad (salvo la Santa Caridad y Ecce Mater Tua, que tienen la consideración de asociaciones privadas, y no públicas, de fieles).

A Paso Horquilla

A pesar del coronavirus, a pesar del desastre que supone haberse quedado sin Cuaresma ni Semana Santa en la segunda semana, nos quedará la revista A Paso Horquilla. Carlos Medina ha anunciado que sacará la revista de 2020, la de las bodas de plata, y el cartel anunciador. No habrá, sin embargo, acto de presentación (que se iba a celebrar en el Baluarte de los Mártires con Pascual Saturio en la oratoria y la banda del Rosario acompañando).

EL DETALLE. El ascenso peruano del Padre Cano

Diego Cano Diego Cano

Diego Cano

Casi toda su formación sacerdotal la desarrolló en Cádiz. Cosas de la vida –por decir algo– hicieron que el final de su etapa como seminarista tuviera que afrontarlo a más de 9.000 kilómetros de su tierra. Pero él no se arrugó y lo hizo. En su nuevo destino, la diócesis de Huancalevica, en la parte central de Perú, fue ordenado Diego Cano; y allí acaba de ser nombrado, apenas tres meses después de su ordenación, delegado de la Pastoral Juvenil. Un joven cofrade gaditano, de Ecce–Homo, será el responsable de atender a los más jóvenes de esa tierra del Perú. Mucha suerte.

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