El repicar de la risa de unos niños resuena en el interior del Carmen. No hay sonido más bello, más limpio que la risa infantil. En un rincón de la nave principal del crucero una caterva de críos se prepara para iniciar la procesión. Para muchos es su primera estación de penitencia. Los nervios se mezclan con la incógnita de lo desconocido. Alguno casi no puede ver, de pequeño que es y de grande que le queda el antifaz. Los encargados de las secciones que arrancan el cortejo están pendientes a estos detalles y a otros. Saben que es lo más importante para el futuro de una hermandad que crece, que va creciendo en torno al barrio del Mentidero, que en los últimos años ha visto como Borriquita retornaba a extramuros.

En la preparación del cortejo no sólo sobresalen los más pequeños, también lo hace el paso de misterio de Jesús en su Prendimiento, que finalizó el pasado año su fase de tallado.

Tras la oración y las palabras del director espiritual de la hermandad, se procedió a la formación de las diferentes secciones de penitentes. Algunos hermanos mayores de otras hermandades, como el del Perdón, Manuel Garrido, se dejó ver por el templo carmelita también.

La salida deja algunas de las imágenes más bellas por el marco en que se produce

Tras las maniobras de salida, en la que el olivo sufre cada año porque es inevitable por su altura, Francisco Baena dirigió a los cargadores hacia la Alameda a los sones de la marcha Saber que vendrá interpretada por la Agrupación Musical Sagrada Cena. Con pasos muy cortos, a veces deteniéndose por completo, el Señor fue avanzando entre los aplausos del abundante público concentrado.

Posteriormente le tocó el turno a la Virgen del Patrocinio. El palio mandado por el capataz Francisco García Palos salió tras una maniobra complicada pero felizmente llevada a cabo. Y luego, ya en la calle, la banda de música Nuestra Señora del Rosario de El Cuervo tocó Victoria de Patrocinio Gaditana.