San Fernando: una Zona de Bajas Emisiones "preventiva" en una ciudad "muy por debajo" de los valores límite de contaminación
El análisis de la calidad del aire realizado en el proyecto de la ZBE evidencia los óptimos valores del municipio, lo que no le exime de la obligación legal de cumplir con las restricciones de tráfico
San Fernando, la ciudad española con mejor calidad del aire según la Agencia Europea de Medio Ambiente
Aunque la obligada puesta en marcha de la Zona de Bajas Emisiones dispuesta por la Ley 7/2021 de Cambio Climático y Transición Energética tiene por objeto reducir la presencia de vehículos en los cascos urbanos de las ciudades para disminuir la contaminación atmosférica y la emisión de gases de efecto invernadero, en el caso de San Fernando dicha cuestión dista mucho de ser un problema.
En 2023, un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) afirmaba que San Fernando es la ciudad española que tiene el aire más limpio del país, así como la número 28 en el ranking europeo. Dicha cuestión inspiró incluso la campaña que el Ayuntamiento isleño llevó a la Feria Internacional del Turismo (FITUR) en el pasado mes de enero, en la que se invitaba "a respirar el mejor aire de toda España" y se jugaba con la baza de la calidad ambiental como estrategia para intentar atraer a posibles visitantes a una ciudad rodeada por el Parque Natural de la Bahía de Cádiz y sus marismas.
Esa condición, sin embargo, no exime al Ayuntamiento de cumplir con la máxima legal de dotarse de una Zona de Bajas Emisiones (ZBE), cuya ordenanza afrontó su aprobación inicial hace una semana en el Pleno y ahora encara su fase de exposición pública y alegaciones para ponenrse en práctica en 2026.
De hecho, el propio proyecto de la ZBE reconoce tras analizar los datos de la calidad del aire en el municipio entre 2021 y 2024 que San Fernando se sitúa "muy por debajo de los valores límite establecidos por la normativa aplicable".
El proyecto detalla que "en la mayoría de los casos, dichos valores se sitúan incluso dentro de los objetivos marcados a medio y largo plazo, lo que pone de manifiesto la evolución favorable del municipio en términos de calidad ambiental".
Concretamente, al analizar la calidad del aire de los últimos cuatro años, expone que San Fernando está "muy por debajo del umbral" de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en lo que respecta a las emisiones de dióxido de azufre (con un máximo de 4 microgramos por metro cúbico frente a los 20 recomendados).
Tampoco se superan los límites legales con el dióxido de nitrógeno, aunque en este caso sí se superaron algunos meses los valores recomendados de la OMS. La media anual, no obstante, se mantuvo por debajo de los 10 microgramos por metro cúbico (que es el tope de la OMS).
En cuanto al ozono troposférico, prosigue, "en ningún caso se han superado los valores objetivos máximos diarios establecidos por la normativa vigente".
El dato más problemático del análisis de estos últimos cuatro años olo brindan las emisiones de partículas (PM10 y PM 2,5, en función de su tamaño), donde sí se superan los valores de la OMS, especialmente en momentos vinculados a "episodios naturales de intrusión de polvo sahariano". No obstante, en el primer caso se advierte igualmente que "los niveles se sitúan en torno a la mitad del límite normativo aplicable en enero de 2026". En el segundo, solo se sitúa "ligeramente por encima del valor recomendado por la OMS". Es decir, que tampoco resulta nada especialmente preocupante y, de hecho, estos factores se relacionan especialmente con los temporales de viento que a menudo sufre la zona.
El proyecto de ZBE relaciona estos buenos valores con la peatonalización del centro y la puesta en marcha del tranvía, además de a "factores estructurales.
Así que la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) se entiende en el caso isleño "como una medida estructural y preventiva, orientada no solo a mantener los niveles actuales, sino a anticiparse a posibles escenarios de riesgo y a consolidar una dinámica de mejora continua en la calidad del aire y en la salud pública".
"Este contexto favorable no elimina la necesidad de seguir actuando, especialmente en relación con aquellos contaminantes más sensibles a la movilidad urbana y a condiciones ambientales adversas, como el dióxido de nitrógeno o las partículas en suspensión", explica.
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