Bandera Verde para el centro

‘Subidón’ en el colegio Las Cortes

  • El colegio Las Cortes logra la bandera verde que reconoce su excelencia educativa con la implantación de la ecoescuela

  • El centro ha cambiado en estos años la metodología educativa

Alumnos del colegio Las Cortes, centro que acaba de recibir la bandera verde, en una clase llena de murales.

Alumnos del colegio Las Cortes, centro que acaba de recibir la bandera verde, en una clase llena de murales. / D.C. (San Fernando)

A finales de mayo el colegio Las Cortes recogerá en Granada la bandera verde que reconoce sus esfuerzos como ecoescuela, un proyecto educativo en el que se iniciaron hace unos años con la creación de un huerto escolar o el aprovechamiento de material reciclable para decorar los pasillos y hacer trabajos de Plástica.

Ahora, sin embargo, la transformación del centro educativo implica un cambio de metodología, con la implantación de tareas competenciales y el aprendizaje por proyectos en los que el alumno se implica con su propia investigación, a través de los ordenadores (cada alumno tiene uno) y los libros.

La ecoescuela se ha introducido en el currículum y a partir de esta idea se trabajan otros programas como Comunica, Crecer en salud o Igualdad. "La ecoescuela se inició desde Plástica. Era un período de sensibilización en el que los niños comprendían que, por ejemplo, tirar una botella de plástico tiene unas consecuencias", comenta la directora, María Teresa García Sosa.

Esa fase ya se ha superado, y solo se desarrolla con los más pequeños. A partir de ahí la idea se extendió a otras áreas, como las Ciencias Sociales o las Ciencias Naturales. Pero es que hemos dado otro paso y también entra en Lengua y Matemáticas", apunta, aunque deja claro que se siguen enseñando los contenidos que marca el currículum. 

Uno de las líneas sobre las que investigan los alumnos son los hábitos saludables, con la introducción en cada ciclo de temas concretos. Los más pequeños buscan información sobre la higiene bucodental, que incluye la necesidad de comer sano. "En el primer ciclo también se mete el sueño y ellos mismos responden a ¿qué me pasa si no duermo?", señala García Sosa. En el segundo ciclo de Primaria se trata la alimentación saludable y el ejercicio físico. "Trabajan la pirámide alimentaria y hacen sus propias recetas", pone de ejemplo la responsable de Las Cortes, que destaca algo importante en todo este proceso: "Se lo llevan a casa y hacen que la familia lo ponga en práctica". En el tercer ciclo, ya en el inicio de la adolescencia, se plantea la higiene corporal. También investigan sobre la contaminación acústica y manejan cuestiones de parámetros y estadísticas. "Estás hablando y de pronto tienes el micrófono encima, midiendo el ruido, y te dicen 'maestra, hablas muy alto'. Te los ves por todos lados con las mediciones", comenta sobre la implicación que este tipo de metología consigue del alumnado.

Una clase del CEIP Las Cortes. Una clase del CEIP Las Cortes.

Una clase del CEIP Las Cortes. / D.C. (San Fernando)

El profesor es un mero dinamizador, dirige cuando es necesario, mientras el alumno busca dónde está el problema e investiga soluciones. "Hacen observaciones, ofrecen resultados y plantean unas normas para al final cambiar actitudes", resume María Teresa. Eso ha llevado a la consecución de un entorno agradable, en el que el menor se siente feliz, "quieren venir al colegio y no quieren marcharse", añade. Los conflictos se han reducido totalmente. Se parte del "yo mismo": si me entiendo, me cuido y estoy pendiente de mis emociones para ver cómo me siento puedo ser feliz, pero además entiendo al compañero cuando está mal.

Eso se ha traducido en el emocionómetro, una escala de sensaciones en que cada alumno sitúa cada día su sentir moviendo una pinza con su nombre. La clase de cuarto con la maestra Carmen tiene además un cariñograma. "Es un cuadro en el cada alumno tiene un sobre con su nombre. Si quiero mandarle un mensaje bonito a alguien lo dejo ahí y el compañero lo recoge el viernes", cuenta Cintia, una de las alumnas. 

Otro compañero, Adrián, da explicaciones sobre los murales que lucen las paredes del aula, sobre la protección del medio ambiente, el proceso de la fotosíntesis o un proyecto como el sistema de subirrigación con el uso de dos cuerdecitas. El alumno ofrece detalles de estos temas, también de la vida de Jacques Cousteau o de Jane Goodall, sobre el cuerpo humano y la nutrición. Lo más sorprendente de su intervención es la normalidad con la que pasa de un tema a otro, señal de la notable adquisición de esos conocimientos. "Hacen suyo lo que aprenden", destaca la directora, que se refiere tanto a las materias como a los valores y conducta. 

La ecoescuela empezó con Plástica y ya se ha extendido a materias como la Lengua

"Es la verdadera razón de ser de la educación, porque además lo transmiten a las familias, lo que lleva a hacer una sociedad mejor a nivel social, ético y cultural", defiende. En este caso los propios alumnos volvieron los ojos al barrio para plantearse a continuación qué podían hacer.

"El comité medioambiental, en el que está el Ayuntamiento, las familias, la coordinadora, la dirección y el alumnado representados, se reúne cada trimestre para analizar algún aspecto concreto. Fue muy sorprendente que surgiera de ellos, que plantearan los problemas del barrio, del parque en el que jugaban. Las señales rotas, las basura fuera de los bidones, las cacas de los perros, los residuos de botellones en el parque... Una chica de quinto propuso trabajar en equipo con el barrio, con el Ayuntamiento. 'Como nos habéis enseñado', dijo y vimos que han hecho suyo el proyecto de ecoescuela", narra María Teresa García.

Se llamó entonces a la presidenta de la asociación de vecinos, Ana Garrido; y también estuvo con ellos el primer teniente de alcaldesa, Fran Romero. Incluso ha acudido al centro un técnico municipal. Se ha planteado una campaña de concienciación del barrio y Romero puso sobre las mesa varias propuestas que están pendientes de realizarse. La intención de la dirección del centro, una vez cuente con el reconocimiento de la bandera verde –que como ecoescuela también tiene en la ciudad el colegio San Ignacio desde hace unos años–, es presentarla en el Mercado de San Antonio. “Ha sido un subidón”, reconocen. La idea es promocionar este reconocimiento, y de paso al propio centro, desconocido incluso en la zona.

Los alumnos hacen suyo lo que aprenden, no solo los contenidos también los valores

"Cuando la gente del barrio preguntaba por el colegio Las Cortes, Jesús, el frutero, les decía: si es ese de ahí enfrente", asegura la directora, que resalta que es algo que se repite mucho, con los comerciantes de la zona teniendo que aclararlo. "Este es un centro nuevo, no solo por el nombre. No es lo que había, ni por la forma de trabajar, ni por el profesorado, ni por el alumnado. Nos lo reconoce de Delegación de Educación, el Ayuntamiento y otras entidades y empresas, como gabinetes psicológicos y psicopedagógicos que nos recomiendan a muchos padres. Somos centro piloto de metodología inclusiva", describe.

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